'Foodie Love', los paladares a los que conquista Isabel Coixet
Primera temporada ·
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Primera temporada ·
La ficción de la realizadora es pija y no lo oculta. No está hecha para todos los paladares ni falta que le haceQue la primera serie de Isabel Coixet es pija está fuera de cualquier debate. La creadora es consciente de ello y los consumidores potenciales, también. No podíamos aspirar otra cosa de una historia en la que la pareja protagonista se conoce a través de ... una aplicación de citas que une a apasionados de la comida y que se desarrolla en restaurantes de moda en Barcelona, Roma y Montolieu. Es más, lo contrario habría sido decepcionante incluso. Superados los prejuicios que esto conlleva 'Foodie love' se descubre como una producción habilidosa y sugerente que habla sobre el miedo que produce enamorarse según se van cumpliendo años y acumulando experiencias fallidas, y sobre lo complicado que resulta confiar en la pareja cuando quienes intentan formarla llevan tras de sí una mochila pesada llena de fracasos.
Hay otras prejuicios que superar a la hora de enfrentarse a la primera serie de ficción de HBO en España, los que despierta la propia Coixet, quien ha creado con su cine un estilo propio y muy definido que cuenta con entusiastas, pero también con firmes detractores a los que solo el nombre de la directora les produce urticaria. En un punto intermedio estamos pocos, en una especie de tierra de nadie en la que tradicionalmente -a esos pocos y a mí- nos han dejado las películas de esta cineasta. En mi caso confieso que siempre me he sentido cercano a los universos que plantea pero nunca han terminado de convencerme y emocionarme su manera de explorarlos.
El mundo de Coixet siempre corre el peligro de pecar de artificial. Con 'Foodie Love' la amenaza está presente desde el primer minuto, desde que la protagonista afirma, para presentarse, que odia los restaurantes japoneses llevados por chinos y las pizzas, que le gustan como idea pero que luego siempre le acaban decepcionando. A partir de ahí asistimos a una serie de reflexiones sobre la comida y el mundo foodie que pudieran resultar inverosímiles si cayesen en las manos equivocadas. Por suerte han caído en las de Laia Costa y Guillermo Pfening, que han logrado en este viaje gastronómico una complicidad indiscutible y que consiguen dotar de verdad cualquier confesión, conversación o situación -por rocambolesca que sea- a las que se enfrenten a lo largo de ocho capítulos.
El verdadero acierto de esta propuesta está en la elección de los actores protagonistas y en la construcción de los personajes, dos urbanitas con problemas del Primer Mundo que buscan con cierto temor la oportunidad de enamorarse de nuevo y la encuentran hablando de comida y sentimientos en cafés con estilo, restaurantes con varias estrellas Michelín y heladerías atendidas por filósofas. Ella esconde el dolor que le causa un recuerdo del pasado en un parapeto que le puede hacer parecer caprichosa y distante. Él se muestra vulnerable ante la escasas pistas que ella le facilita y las ganas de que una relación le salga por fin bien, lo cual lo convierte en un ser temeroso e indeciso en cada una de sus citas.
'Foodie Love' está influenciada por 'Dates' y su adaptación catalana, 'Cites', aunque se niega a que el amor se consume en un encuentro y apuesta por desarrollarlo a través de varios. Y al contrario que aquellas fija su atención en una única pareja (por más que de refilón se presenten a otras como los camareros de la primera cafetería o los repartidores que terminan en un hospital). Tampoco hay que desdeñar el influjo de dramedias de la propia cadena en que se emite ('Girls' o 'Casual') o de otras, como 'Easy' o 'Fleabag'. Coincide con todas ellas en esa forma desenfadada de abordar asuntos serios y ese gusto por los personajes imperfectos que se reivindican como tal.
Hay además en esta un interés indisimulado por el preciosismo, porque todo luzca bello, desde la propia pareja central (uno no puede entender como cada uno de ellos no tiene una fila de pretendientes a las puertas de sus casas) hasta cada una de las localizaciones (dan ganas de visitar todos los espacios y por ello HBO ya ha distribuido una guía de localizaciones), pasando por los encuadres o por los temas de la banda sonora. Nada está escogido al azar. La Coixet más esteta se deja ver en su debut en las series y los amantes de la belleza en general se lo agradecemos. Y como premio nos lleva a Roma y Tokio, dos de las ciudades en las más puede disfrutar cualquier hedonista.
Y así asistimos a una retahíla de citas entre dos personajes que no tienen nombre, lo cual es toda una invitación a que nos sintamos representados en cada uno de ellos. Ambos se encuentran, se gustan, se conocen, se confiesan, se decepcionan, se consuelan. Lo hacen sin dejar de hablar de platos, que actúan como metáforas perfectas de los estados de ánimo. Y aunque la serie es pretendidamente romántica habla principalmente del desamor, de los caminos por los que una pareja puede irse al traste, de los defectos que suelen desencantar a la otra persona, de los reparos que ponemos a la hora de dar quintas o sextas oportunidades a la vida.
A pesar de ser nueva en estas lides la directora de 'La librería' o 'Mi vida sin mí' domina los tiempos que exigen las series. Se nota que es consumidora y que ya le habían rondado alguna vez para que participase en ellas (le propusieron dirigir capítulos de 'Homeland' o 'Narcos', pero lo rechazó porque quería ponerse al frente de un proyecto que fuese enteramente suyo, en el que decidiera sobre todo). Sabe cómo distribuir la acción para que el interés no decaiga (el primer beso, el primer revolcón, el primer enfado) y la información para que nunca tengamos claro cómo ha llegado cada uno de ellos hasta allí. Por contra, cae en excesos, como la inclusión de pensamientos en alto o de bocadillos sobreimpresionados en la pantalla para que conozcamos todo lo que pasa por la cabeza de los personajes, que no son para nada precisos en la trama.
Y así es cómo me ha conquistado una serie que critica el postureo cayendo en él y que puede ser acusada de pretenciosa y no sería fácil defenderla de lo contrario. Si eres de los que crees que las penas con gyozas son menos penas, que los desengaños se curan con burrata y tomate, y que el café no se debe acompañar por ningún sucedáneo de la leche es posible que 'Foodie Love' te entusiasme (o al menos te entretenga).
'Foodie Love' está disponible en HBO.
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