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A las mujeres nos han tratado durante muchos años como a ganado. Y aún nos tratan: las más afortunadas solo hemos tenido que sufrir miradas que nos calibraban la grupa; las más infelices son propiedad de desgraciados que las despojan de su condición humana, convirtiéndolas ... en bestias de carga. O de monta, que es aún peor.
Ese es el punto de partida de 'La Esposa': la imagen de un hombre frente al que desfilan mujeres que son ofrecidas como un animal de granja para que elija a aquella que pueda tener hijos como una coneja y trabajar como una mula. Sucede en la Italia de los años sesenta, en un tiempo en el que los hombres del norte viajaban al sur para buscar una esposa y los matrimonios por poderes eran habituales. En este caso es Vittorio Bassi, un viejo y déspota granjero, el que baja del Véneto a Calabria para buscar mujer entre las jóvenes pobres de la región. Allí encuentra a María Saggese, una muchacha que, decidida a acabar con las deudas de su familia, termina aceptando a Bassi. Pero, ante el altar, María descubre que no va a contraer matrimonio con él, sino que se va a casar por poderes con Italo, el sobrino de Vittorio.
El estreno de la miniserie en Rai1 levantó ampollas tanto entre los del Véneto como entre los calabreses: se la acusó de falsear la realidad, de ofrecer una impresión distorsionada de la época, de presentarlos, a unos y a otros, como bárbaros. Pero a pesar de la polémica inicial (o quizás a causa de ella), 'La Esposa' fue un éxito de público, ya que han sido casi siete millones de italianos los que han seguido las desventuras de María. Porque casarse con un desconocido no es más que el principio de sus desdichas: cuando al fin conoce a Italo descubre que es un hombre atormentado por el recuerdo de su primera mujer que, desaparecida, proyecta una sombra tan alargada sobre María como proyectaba Rebeca sobre Joan Fontaine. María no solo tendrá que luchar frente al desprecio inicial de su marido y la conducta infame de su tío, sino también contra una sociedad machista, racista y cruel, contra un pueblo que la desprecia por ser del sur.
El personaje de María podría haberse convertido en un cliché de la 'mamma' italiana gritona, aspaventosa e iracunda. Pero la interpretación de Serena Rossi es contenida: sacrificada y resistente, María todo lo soporta, todo lo aguanta hasta que, al ir ganando confianza, comienza a dejar de ser sumisa y a levantar la voz, mejorando así su vida y la vida de los que la rodean. Es el trasunto de una Italia que estaba cambiando, en la que las mujeres luchaban por conseguir más parcelas de libertad e igualdad, en la que surgían los primeros movimientos sindicalistas y en la que empezaban a ponerse en marcha nuevos modelos económicos destinados a desbancar un sistema que mantenía al patrón como amo y señor de sus tierras y de quienes las trabajaban.
Si estos aspectos se hubieran desarrollado con más profundidad, la serie estaría dotada de más carácter y enjundia, pero se acaban perdiendo entre los mimbres de un melodrama clásico con tintes folletinescos en el que la historia avanza a base de sentimentalismo, golpes del destino y reapariciones inesperadas del pasado. Por su argumento, por el público hacia el que se dirige y por su factura visual (cuidada, bien producida, pero no innovadora), la producción encaja perfectamente en Antena 3, cadena donde se emite y en la que ha obtenido un gran éxito en el estreno de sus dos primeras entregas. La tercera y última se podrá ver esta semana, aunque la miniserie está completa en ATRESPlayer Premium.
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