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Sonaba estupenda la posibilidad de poder disfrutar con una serie basada en la película 'Django', el mítico western dirigido por Sergio Corbucci en 1966 que abrió la veda de gloriosas producciones de bajo coste con la revancha por bandera en el salvaje Oeste e inspiró ... a Quentin Tarantino para realizar 'Django desencadenado'. Estrenada en SkyShowtime, la plataforma de streaming con menor precio hasta el momento, la esperada propuesta no cumple con las expectativas. De entrada, el espíritu del spaghetti western del que parte apenas se respira, a pesar de tratarse de una coproducción entre Italia y Francia. El conjunto carece de una personalidad clara, ni es un remake alargado ni un homenaje sentido. Transitando por similares lugares comunes le come la tostada 'Warrior', por tomar un ejemplo actual —su tercera temporada acaba esta semana en HBO Max—. Poco hay del cine exploitation italiano de antaño, salvo la nacionalidad de algunos nombres en los créditos. Francesca Convencini, responsable de algunos capítulos de 'Gomorra', figura tras la cámara echando a andar la historia pero no tiene buenas cartas con las cuales jugar.
Si nos olvidamos de las polvorientas películas antiguas de venganza, la ingesta sucesiva de capítulos de 'Django' va algo mejor. Las comparaciones son odiosas, ya lo sabemos, pero los personajes resultan forzadamente excéntricos, cayendo en lo grotesco, especialmente el rol defendido por la gran Noomi Rapace ('Lamb'), una justiciera extrema que deja al Ku Klux Klan a la altura del barro. Matthias Schoenaerts ('The Mustang') encarna a Django, poniendo a duras penas la cara de Franco Nero, protagonista del clásico sesentero, aunque con semejante postureo parece más bien un Viggo Mortensen de derribo. La presentación del duro vaquero, al comienzo del capítulo de inicio, participando en una pelea donde gana quien queda en pie mientras los demás cuerpos presentes hacen sus apuestas, denota el tono perdido en una gesta audiovisual ridícula por momentos. El rey de la función resulta irritante, como la mayoría de los elementos con los que comparte encuadre. El carisma, desgraciadamente, brilla por su ausencia.
'Django', la serie, parte de algunas ideas presentes en la cinta de Corbucci, incluso fagocita algún apunte de filme de Tarantino, pero naufraga irremediablemente debido a un discutible casting, una sarta de flojas escenas de acción y un suspense prácticamente inexistente. No ayuda el inserto poco racional de flashbacks que aportan confusión a una narrativa poco preocupada por la coherencia. Esta enésima historia de venganza en el Oeste, poco briosa, da el pistoletazo de salida cuando Django llega a un poblado regentado por una huérfana y un antiguo esclavo que actúa como líder de los despistados lugareños. New Babylon es el escenario de las idas y venidas de un personaje atormentado que quiere hacer pagar por sus actos a quienes acabaron con su familia ocho años atrás. Estamos en Texas, a finales del siglo XIX, con lo cual llevar un arma y tirar del gatillo a la primera de cambio es el pan de cada día. En la ecuación aparece el oro negro, fluye el petróleo en el castigado pueblo, pero el hallazgo, lejos de repartir riqueza, abre la caja de Pandora.
Con tan esquemático planteamiento se monta un guirigay de tomo y lomo, bendita expresión, que no engancha ni a los amantes irredentos del western, adictos a los ciclos que dedican a tan magno género algunas televisiones residuales, como 13 TV, que compran los filmes por lotes. La hipnosis haciendo zapeo no funciona ni con los espectadores talludos ni con una nueva audiencia que probablemente no encuentre ni pies ni cabeza a una trama escasamente alambicada. Además, la música no pega con las imágenes en movimiento, solo se salvan algunos acordes que remiten al western primigenio. Maldita nostalgia. Los tiroteos, esenciales en una producción de estas características, son un caos ilegible. No hay descripción de espacios. ¿Qué hace una actriz como Noomi Rapace metida en este lío? Su papel como predicadora asesina que expande su mensaje a base de cuchillo y revólver, una tarada ultra-religiosa que actúa como la máxima lideresa de una suerte de secta absurda, resulta chocante en una actriz con su filmografía. Pura caricatura, aunque, eso sí, aporta los instantes más sangrientos del arrítmico espectáculo.
Diez episodios son muchos para ofrecer una nueva lectura de un relato que ya conocemos. 'Django' está lejos de otros western serializados contemporáneos como 'Yellowstone', con Taylor Sheridan a los mandos, o, en términos de entretenimiento, la ya mentada 'Warrior', cuyo mayor logro es que no se toma nada en serio. La esencia del antihéroe de Corbucci, harto nihilista, ametralladora mediante, no está ni se le espera. Dan ganas, por tanto, de montarse un ciclo con aquellas maravillosas películas de serie B protagonizadas por sosias varios de Django, con mil y un rostros diferentes, con títulos como 'El clan de los ahorcados', 'Yo soy Trinidad', 'Django el bastardo', 'Barro en los ojos', 'Oro maldito' y tantas otras carnicerías que, en la mayoría de lo casos, solo pueden ser rescatadas en formato físico. Por cierto, ya puestos, el tema de los subtítulos en V.O.S.E. va de mal en peor: en uno de los capítulos de 'Django' traducen la Guerra Civil de EE.UU. como «guerra fría». ¡Acabáramos! Ya sean IAs quienes lo hagan o seres humanos poco puestos en historia, hay que cuidar más estas cosillas que puntúan en la guerra del streaming.
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