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Ricard Farré y Lorena López dan vida a Diego y Cristina.
«En 'Custodia repartida' huimos de la sensiblería y de la lagrimilla fácil»

«En 'Custodia repartida' huimos de la sensiblería y de la lagrimilla fácil»

Javier Fesser explora en su primera serie, disponible ya en Disney+, las dificultades de la separación cuando se tienen hijos

Iker Cortés

Madrid

Sábado, 25 de enero 2025, 00:04

Cristina, una exitosa ingeniera, y Diego, un community manager que trabaja como autónomo para varias empresas, se acaban de separar. Son los padres de Cloe, una pequeña de cinco años por la que ambos se desviven, así que cuando llega el momento de decir adiós procuran hacerlo por las buenas, sin abogados. Sin embargo, ninguno de los dos se puede permitir vivir solo y cuidar de ella. El trabajo de Cris es muy absorbente y Diego no tiene un salario fijo, así que ambos se ven forzados a una solución drástica: mudarse de nuevo a la casa de sus respectivos padres. Es así como las cosas comienzan a deteriorse ante la dura realidad.

Es el punto de partida de 'Custodia repartida', una comedia salpimentada de drama creada y escrita por Juanjo Moscardó y María Mínguez que explora lo que supone la separación entre dos personas cuando se tiene hijos. La conciliación, las dificultades financieras, la búsqueda de un nuevo hogar, los amigos comunes, los 'abuelos canguro' o la reactivación de las relaciones amorosas son algunos de los temas que aborda esta ficción de ocho episodios que se estrenó este viernes en Disney+ y que ha dirigido Javier Fesser.

«Cuando nos llegaron los guiones vimos que eran divertidísimos. Tenían una humanidad increíble y eso te lleva a la empatía desde el minuto uno», explica Lorena López, que encarna a Cristina. «Había muchas cosas que se entrelazaban guay desde el principio. Desde que leí el guion del primer capítulo ya dije: 'Hostia, qué historia más bonita'», comenta a su lado Ricard Farré, padre en la ficción de la pequeña Cloe, a la que da vida Lucía de Gracia. «Trabajar con Javier Fesser ya era un sueño en sí mismo y luego los guiones eran superdivertidos y a la vez tenían este componente como muy emocional. Al final estamos contando un drama acerca de dos personas que se quieren pero no pueden seguir juntas», resume el actor.

«Cristina es una mujer muy inteligente que está en un momento de su carrera muy importante y tiene esa frustración y esa culpa de nollegar a todo, sobre todo en lo que respecta a los cuidados de su hija», señala López sobre su personaje. Para Farré, Diego es el polo opuesto. «Es un buen tipo, pero está en un momento de contradicciones vitales muy fuertes. Por una parte, la paternidad la lleva muy bien, está enamorado de su hija, pero a nivel personal está un poco más perdido. No tiene una vocación clara, no tiene un trabajo fijo y su familia tampoco le ayuda porque él quiere huir del despacho de abogados de su familia», explica.

«Bebe mucho de la realidad»

Detrás de esta ficción se encuentra la experiencia personal de Juanjo Moscardó que, con un hijo, se separó de su pareja y en enero de 2020 se mudó a casa de sus padres. Acto seguido, llegó la pandemia y, como él mismo dice, «la cosa se alargó más de lo que yo creía». «La historia bebe mucho de esa realidad, pero eso no significa que hayamos metido solo cosas mías. También hay cosas de María y de quienes nos rodean», señala Moscardó.

Por su parte, Javier Fesser, director de películas como 'Camino' o 'Campeones', entró en el proceso casi desde el principio. «La productora ejecutiva me dijo que los autores habían pensado en mí para dirigirla, así que me leí el primer capítulo, que ya estaba escrito, y la verdad es que conecté con él al instante. Entendí por qué habían pensado en mí y vi que tenía mucho sentido contar esto y que la serie podía aportar luz a este tema. Me han hecho sentir uno más, y me han hecho sentir también autor de la historia», desarrolla el realizador.

Además de ser su primera serie, una experiencia que ha vivido de forma muy similar a la creación de una película, es también la primera vez que Fesser se enfrenta rodar algo que no ha salido de su puño y letra. Cabe preguntarle si se ha sentido tentado de meter mano al texto. «Es que todo ha ocurrido de forma supernatural, no recuerdo nada que haya sido forzado o incómodo», cuenta. En este sentido, Moscardó hace hincapié en que Fesser «dio indicaciones» para el resto de capítulos «que nos han ayudado muchísimo a crecer». Por otro lado, el ocuparse solo de la dirección le ha otorgado al padre de 'El milagro de P. Tinto' una gran libertad. «He focalizado toda mi energía en cómo contar y los guiones me han hecho explorar también cosas nuevas que no hubieran salido de mi cabeza. A nivel técnico, he tratado de no repetirme, de buscar una narrativa diferente y de tomar riesgos porque creo que hay mayor riesgo que no arriesgarse», afirma quien se ha sentido muy cómodo con la estructura de capítulos de media hora.

Una estructura que, dice, «nos ha permitido centrarnos más en los personajes que en la historia. Yo quiero ver qué les pasa a Cris y a Diego, a los abuelos, a los niños... Quiero acompañarles porque me lo paso bien, me reconozco y no me importa tanto lo que pasa en la historia, sino cómo ellos la viven y cómo reaccionan. Lo bonito es que queriendo a los dos personajes, el deseo del espectador no es necesariamente que estos dos se arreglen y vuelvan a vivir juntos».

Lo que sí parece dejar claro la ficción es que no hay una receta mágica para sobrellevar una separación. «Precisamente, por eso es una comedia dramática», cuenta María Mínguez. «Separarse no es fácil, pero si te intentas poner en el lugar del otro, si intentas comprenderlo, puedes conseguir que sea simplemente un cambio de etapa y no una cosa dramática que no puedas remontar», sostiene la creadora y guionista.

Pero si en algo se parece 'Custodia repartida' a lo que ha hecho antes Fesser es en que, pese al tema, logra no caer en la ñoñería. «Yo quería que hubiera más lágrimas, pero no me han dejado», bromea Moscardó. «Creo que queremos mucho a todos los personajes y es evidente que quien bien te quiere, te hará sufrir. Así que hemos disfrutado haciéndo sufrir a los personajes, pero es verdad que huyendo de toda la sensiblería y la lagrimilla fácil, que no nos interesa mucho», concluye Fesser.

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