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La tercera temporada de 'El Cuento de la criada' ha arrancado en HBO España con los tres primeros capítulos disponibles desde este jueves. 'Noche', 'El coraje de dos madres' y 'Vigilamos' cumplen con lo prometido y convierten al espectador en testigo del nacimiento de ... una revolución, aunque el reclamo se queda corto. Si la primera temporada apuntaba a la incredulidad y a los silencios como grietas de una sociedad acomodada que permitieron a los comandantes hacerse con el poder, si la segunda ahondaba en la dificultad de mantenerse cabal y en cómo el amor y los anhelos pueden llegar a ser un eficaz mecanismo de control, los episodios que acaban de estrenarse perfilan un claro llamamiento a la rebeldía, al despertar de las mujeres. Unidas. A partir de aquí, spoilers.
Desconcierto, supervivencia, reacción. Esa parece ser la estructura que sigue la serie y que pasa por trascender el conflicto personal hasta convertirlo en una reivindicación universal. De ahí que la alianza, de momento frágil, que parece estarse forjando entre June y Serena sea tan importante. A ninguna de las dos les preocupa ya solo su situación personal, sino que están dispuestas a hacer sacrificios por todas sus semejantes. Pero vayamos por partes, y personajes, para resumir el arranque de esta tercera temporada de 'El Cuento de la Criada'.
June decide quedarse en Gilead. No puede, no quiere, renunciar a su hija Hannah. Trata de rescatarla, pero enseguida es consciente de que no podrá llevársela sin más. En los primeros compases de esta tercera entrega queda claro que la criada no espera tener éxito, tan solo necesita que, algún día, su hija sepa que luchó por ella y por todas las niñas robadas, separadas de sus familias de origen. Esta determinación puede verse cuando Nick le echa en cara que no se haya marchado con el bebé de ambos, a pesar de que mucha gente se jugara el cuello por ayudarla a escapar. Durante la conversación el 'ojo' lamenta que June acabará muriendo en Gilead. A lo que ella contesta con un «ya lo sé».
En estos tres primeros capítulos June se ha vuelto más valiente, pero esa nueva sensación de poder, de creerse a salvo, la hace tomar demasiados riesgos y errar en sus decisiones. Así, June, se equivoca al creer que el comandante Lawrece la ayudará sin más y vuelve a situarse en la cuerda floja en su nuevo hogar. No encontrar el respaldo que creía, sin embargo, la hace más fuerte, más independiente. Comprende que solo las víctimas pueden liberarse a sí mismas y que debe recuperar el poder de decisión. «Ellos nos odian, Serena», le dice a la señora Waterford. Y decide entrar en el juego, utilizar las reglas y mecanismos de Gilead para dinamitar el sistema desde dentro. Lo hace al salvar de una muerte segura en 'Las colonias' a cinco 'marthas', las que le parecen más idóneas para sumarse a la resistencia: una ingeniera, una informática, una periodista, una abogada y una ladrona.
Serena ha protagonizado dos de las escenas más impactantes y bellas de estos tres primeros capítulos. Después de que su marido le prometiera que todo volvería a ser como antes, ella prende fuego a la cama del dormitorio y las llamas acaban por devorar toda la casa. Un momento 'dracarys' que supone toda una declaración de intenciones. A medida que pasan los minutos, Serena va comprendiendo el dolor por el que han pasado todas las madres de Gilead y se da cuenta de cómo ninguna mujer, sea 'martha', esposa, criada, tía o hija, está a salvo. Al final del tercer capítulo llega el segundo momento clave, cuando ahogada por la angustia se sumerge en el mar pero, en lugar de dejarse morir, regresa a la orilla con fuerzas renovadas. Un sutil bautismo feminista que, a todas luces, anuncia a una Serena renovada.
Emily consigue llegar a Canadá, donde es recibida con los brazos abiertos. Resulta conmovedor el momento en el que llega al hospital y la gente comienza a aplaudir a su paso, consciente de la odisea que ha debido pasar para llegar hasta allí. La nueva realidad, la ansiada libertad, no obstante, también golpea duro. A Emily le parece casi surrealista que la doctora que la atiende se preocupe por su colesterol. Claro que eso es lo de menos. Tiene miedo de llamar a su mujer, de volver a ser ella, después de tanto tiempo anulada. Al final se sobrepone y se pone en contacto con su esposa, aunque el reencuentro no lo veremos hasta los próximos capítulos.
El comandante Joseph Lawrence es un personaje intrigante y a todas luces irá ganando peso en esta tercera temporada. Es uno de los ideólogos de Gilead y responsable de estructurar el sistema financiero de la república, pero no se presenta simplemente como un hombre malvado. Es un hombre inteligente, que parece dispuesto a posicionarse contra Gilead cuando lo cree justificado, pero a la vez exhibe algunas de las características de los grandes genocidas de la historia: reacciones impredecibles, un carácter inexpugnable, la convicción de que él debe decidir quién merece salvarse. Su aparición en estos tres capítulos, lejos de arrojar luz, han sumido al personaje en nuevas sombras: no está claro si será mentor o verdugo, aliado o enemigo. Cuando le dice a June: «¿qué has hecho tú por los demás?», en referencia a si merece su ayuda, no queda claro si es una crítica o una manera de arengarla.
June se da cuenta en esta tercera temporada de que necesita aliados poderosos y Nick ha pasado a ser uno de ellos. El 'ojo' ha sido ascendido a comandante y, aunque no puede ayudar a la madre de su hija en el modo en que ella desearía, parece seguir enamorado de ella. Va a buscarla a casa de Lawrence cuando lo destinan al frente. Siempre se agradecen unos minutos para el amor y el desahogo carnal entre tanta barbarie.
Tía Lydia apenas ha gozado de unos pocos minutos en estos tres primeros capítulos de la tercera temporada de 'El cuento de la criada', aunque han sido suficientes para mostrar que sigue siendo una mujer compleja. En un momento parece que se preocupa por June y por su situación en su nueva casa, y al segundo siguiente la castiga con una pistola de alto voltaje por hacerla sentir débil. La guardiana de las criada sigue siendo incapaz de controlar sus pulsiones más bajas. No obstante, una reflexión: si criadas, esposas, y 'marthas' se unen, ¿no habrá también alguna tía que se sume a la revolución? ¿Podría ser Tía Lydia? ¿Será capaz de unirse en el dolor al resto de las mujeres?
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