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Es una lástima que, a menudo, quienes se ocupan de distribuir contenidos por estos lares decidan cambiar sus títulos. A veces buscan el chiste fácil, otras veces tratan de adaptar un juego de palabras que, en su traducción, pierde el significado, pero en la mayor ... parte de las ocasiones se apuesta por un nombre que no deje lugar a dudas acerca de lo que el espectador se va a encontrar. Es el caso de 'Terapia sin filtro', la ficción que desde hace unas semanas está presente en Apple TV+ y que, con cinco capítulos sobre la mesa, se encuentra ya en el ecuador de su primera temporada. 'Shrinking', que podría traducirse como 'Contracción' o 'Retroceso', es, sin lugar a dudas, un título mucho más sugerente.
Porque 'Terapia sin filtro' va de eso, de un psicólogo llamado Jimmy al que da vida Jason Segel, el entrañable Marshall Eriksen de 'Cómo conocí a vuestra madre', que, harto de ver cómo sus pacientes no logran tomar las riendas de sus vidas y avanzar en torno a sus problemas, decide, simple y llanamente, decirles la verdad y buscar métodos poco científicos para ayudarles en sus desvelos.
La cosa tiene truco porque Jimmy, en realidad, no pasa por su mejor momento. Lleva meses en un duelo del que aún no se ha repuesto debido a la muerte de su esposa en un accidente de tráfico. De hecho, los primeros compases de la historia ya dejan entrever que el psicólogo no solo no se ha recuperado de la pérdida, sino que está inmerso en un proceso de autodestrucción que, además, está afectando a su hija Alice (Lukita Maxwell), una adolescente inquieta, distante y muy madura para su edad debido al mal trago pasado.
Ambientada en la ciudad californiana de Pasadena, la ficción creada por Brett Goldstein, actor y guionista de 'Ted Lasso', Bill Lawrence y el propio Segel es una comedia que toca asuntos como la salud mental, el duelo, el síndrome del nido vacío, la felicidad o las complicadas relaciones entre padres e hijos, pero lo hace de una forma tan blanca que a menudo resulta descafeinada. No hay aquí ni un atisbo de la brillantez de 'Ted Lasso', otra serie de la casa, y todo resulta predecible y lleno de tópicos. En este sentido, la referencia más cercana, por cuestión temática, podría ser la estupenda 'After Life' de Ricky Gervais, pero la producción de Segel sale perdiendo.
De nada sirve que entre sus actores encontremos a estrellas como Harrison Ford, porque el gran problema de esta serie, que ahonda principalmente en las relaciones humanas es que sus personajes tampoco resultan memorables. El eterno Indy encarna aquí a Paul, el jefe de Jimmy y el responsable del gabinete de psicólogos, un tipo huraño y algo descreído al que acaban de diagnosticar párkinson y al que Ford borda. Su relación, casi paternal, con Jimmy, es de lo más interesante de la ficción. El otro gran personaje es Liz (Christa Miller), la vecina que con la intención de echar un cable a Jimmy y quién sabe si ocupar el hueco que han dejado sus dos hijos que están estudiando en la universidad, se ha preocupado por Alice los últimos meses.
Ambos personajes son los dos hallazgos de una serie por lo demás normalita. Sí es cierto que la presencia recurrente de algunos de los pacientes de Jimmy alegra el devenir de una historia que avanza sin sorpresas, en ese trabajo de reconstrucción de su personaje principal, que intenta ser mejor padre, mejor psicólogo y mejor persona. Su implicación cada vez mayor en sus vidas acabará poniendo en cuestión sus nuevos métodos. En definitiva, una serie tibia e inofensiva que se aleja del gran nivel que poseen casi todas las producciones de la plataforma.
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