Crítica de la serie 'La ciudad es nuestra': David Simon vuelve a Baltimore '
Miniserie ·
El creador de 'The Wire', una de las series más encumbradas en la historia del medio audiovisual, vuelve a retratar el horror de sus calles, donde el crimen está tan presente como el abuso policial
Terminada la miniserie de seis capítulos 'We Own This City' aka 'La ciudad es nuestra', estrenada periódicamente en HBO Max, a episodio por semana, podemos aseverar, como espectador crítico, que estamos ante una buena serie, bien escrita y facturada, que quizás no era del todo ... necesaria. Un sentimiento contradictorio, desde la objetividad, porque la esperada última propuesta con el sello de David Simon, en la cumbre tras crear 'The Wire', cuya sombra es alargada, es un notable esfuerzo técnico al servicio de una historia basada en hechos reales que pide el formato documental, además de algún buen recorte en el metraje. La estructura narrativa de la serie, con constantes saltos en el tiempo para describir los hechos con detalle, se antoja densa y compleja para el espectador medio, hasta el punto de que el propio desarrollo intermitente de los acontecimientos, con flashes continuos, se ve obligado a subrayar de manera constante dónde estamos, cayendo en lo repetitivo. El rompecabezas es audaz pero una vez conocido el relato en su conjunto, no le hubiera venido mal algo de tijera en el montaje, sobre todo cuando en la conclusión se tira de cartelas para dar la puntilla a los personajes principales y su destino en la vida real, dejando algunas vías abiertas. Cabalmente la sexta entrega es la más floja de la sesión. Tanta acumulación de información genera unas expectativas que no se terminan de cumplir: la realidad es la realidad y las licencias literarias no siempre encajan.
Simon va de la mano de su colega George Pelecanos, un dueto creativo que ha dado buenos frutos en la historia del formato -no se pierdan 'The Deuce'-. 'We Own This City', basada en el libro de Justin Fenton, está dirigida con buen pulso, la dirección de actores es excepcional, y se cuenta cada instante con fruición, pero puede llegar a cansar al enfatizar en exceso su mensaje. De hecho, la cadencia de visionado de un episodio a la semana le ha venido como anillo al dedo a este relato de corrupción policial desmedida que goza de unos diálogos excelsos. La ciudad de Baltimore, cuya tasa de criminalidad pulveriza récords, es -de nuevo- el escenario de la acción, que empieza a mediados de la pasada década. La muerte (real) en extrañas circunstancias de un joven negro, Freddie Gray, cuya médula espinal no soportó la custodia policial, sospechosamente, generó una oleada de disturbios en las calles. Para afrontar la «guerra», palabra que se emplea con insistencia en la serie, se dio carta blanca a una unidad especialidad en incautar armas y frenar la distribución de droga. Sus éxitos contra el narcotráfico iban ligados a un entramado criminal sin igual. El poder se puede ir de las manos y causar penurias a destajo.
Gánsteres de uniforme
'We Own This City' denuncia unos hechos lamentables, una crisis policial escandalosa cuyos responsables acabaron entre rejas pero dejaron un río de injusticias inconmensurable a su paso. Robaban dinero y drogas que posteriormente vendían a través de intermediarios, además de coaccionar a las víctimas de su tremebunda avaricia y aportar pruebas falsas. Simon vuelve a señalar la lucha de clases y el abuso de poder. Hace malabarismos en el guion para no dejarse nada en el tintero, pero no es fácil seguir el ritmo de la acción, cuyo montaje ha tenido que sufrir alguna crisis para que la audiencia no se pierda en un mar de situaciones inherentes a la investigación. Jon 'Punisher' Bernthal afronta el papel del gran villano de la función, encabezando al grupo de agentes acusados de abuso de la autoridad, robo y estafa. Elabora su rol con carisma y actitud, con momentos complicados emocionalmente, rodeado de un plantel de notables actores de reparto. Somos testigos de cómo el protagonista degenerado va pudriéndose por dentro y se cree lo que no es a medida que se siente más impune ante la ley y amasa fortuna con métodos incendiarios. Finalmente irrumpe la justicia poética, pero no siempre es así en la realidad que nos rodea.
El racismo, la extorsión y la brutalidad policial están al orden del día en una ciudad entre el bien y el mal cuyas calles arden (están en guerra). La narración fragmentada permite la descripción sucesiva de escenas de allanamiento, interrogatorios, pesquisas, escuchas y detenciones -generalmente ilegales- que se mueven en el tiempo al servicio de una historia que denuncia otro fatal atentado contra los derechos humanos. El uniforme como signo de poder o señal de amenaza, rara vez de auxilio. Las trampas de los tribunales y de las propias leyes. Las incongruencias penales y la doctrina del shock. Son muchos los temas a debatir que atraviesan 'We Own This City', cuyos créditos iniciales incluyen algunas imágenes de lo que aconteció realmente e inspiró esta diatriba visual contra el abuso policial (y político). La corrupción, ¿es una enfermedad curable?
'We Own This City' está disponible en HBO Max.
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