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El último tramo del año anda escaso en cuanto a series contundentes. Excepto alguna sorpresa, como el notable subidón de la continuación de 'Los Anillos de Poder', con dos últimos capítulos excepcionales, va quedando menos para que acabe una cosecha anual irregular que quizás esté ... dejando lo mejor para el final (la segunda temporada de 'El juego del calamar', sin ir más lejos). Como cabía esperar, la oferta en streaming de 2024 ha acogido algunas propuestas que han seguido la estela del éxito de 'Narcos', como es el caso de 'Hotel Cocaína', que se ha encontrado un inesperado contrincante: 'El Pingüino', de DC Comics. El spin-off de 'The Batman' se acerca más al drama criminal que al género de superhéroes, describiendo el ascenso del conocido villano, enemigo acérrimo del Hombre Murciélago, en las calles de Gotham. Las tramas con mafiosos de por medio funcionan de cara a una audiencia aficionada a la lucha de poderes en los bajos fondos.
'Hotel Cocaína', disponible en MGM+, también con suscripción vía Prime Video, no oculta su deseo de replicar las virtudes de otras series con narcotraficantes de por medio, con un reparto coral que encarna a personajes reales ('Griselda' o 'Clanes', también han visto la luz este año). Los hechos de los que parte son golosos, el movimiento de excelsas cantidades de farlopa en la ciudad de Miami a finales de los 70 y principios de los 80, pero la historia nos suena a ya vista y escuchada. Un exiliado cubano, director del Hotel Mutiny, epicentro de la fiesta desbocada, sirve como elemento conductor de un relato que empieza con fuerza y se va deshinchando, capítulo a capítulo, debido a la falta de originalidad en su forma y fondo. A pesar del trabajo tras la cámara de nombres con solera como el de Guillermo Navarro, habitual director de fotografía de Guillermo del Toro, quien ha dejado su impronta como director en 'El padrino de Harlem', otra que tal baila, o la propia 'Narcos', la sensación de déjà vu es evidente. El sueño americano está presente a lo largo de los seis episodios, que parecen pocos pero son muchos, en una irregular primera temporada donde se asoman temas habituales en este tipo de producciones: sexo, drogas, traición y lujo, con algunas escenas de violencia.
El Hotel Mutiny existió, aunque la serie se toma sus licencias de cara a la ficción. El mítico lugar también era un club nocturno que ofertaba la vida cañón a hombres de negocios, políticos y narcos con proyección internacional. Tampoco faltaba el famoseo de la época, artistas y modelos con ínfulas en busca de emociones fuertes. Los agentes de la CIA y el FBI se volvían locos mimetizándose con la propia gente que pretendían vigilar en una orgía de estupefacientes, prostitución e ingesta de grandes cantidades de alcohol. El juntaletras Hunter S. Thompson, icono del periodismo gonzo, es uno de los personajes reales que aparecen en 'Hotel Cocaína'. Su relación con el propietario del negocio, conocido como el Casablanca del polvo blanco, es sumamente divertida, una pena que la serie no vaya más por ahí y se centre en las maniobras orquestales en la oscuridad de Roman Compte, obligado por la DEA a espiar a su hermano Néstor Cabal, un pez gordo del movimiento ilegal de narcóticos. Danny Pino ('Gone') y Yul Vázquez ('Narcos: México') interpretan con fruición a ambos roles centrales respectivamente. En un mar de mentiras, las posibilidades de que el topo salga a la luz son muchas, lo que aporta tensión a la acción. Crisis familiares, líos de alcoba, puñaladas por la espalda
Los personajes que se mueven en los límites del bien y del mal, o directamente delinquen y están fuera de la ley, atraen sobremanera a la audiencia, quizás porque se atreven a cruzar barreras que la mayoría de la gente, afortunadamente, respeta. No obstante, hacen cosas que no nos atrevemos a replicar, pero quizás se nos pasan por la cabeza. La mayor parte de estas personas acaban muertas, o en prisión, pero se romantiza en exceso su villanía, su ascenso y caída en el ámbito de los negocios turbios. 'Hotel Cocaína' contribuye al retrato del mundo del narcotráfico como algo glamouroso y atractivo a los ojos del gran público. Representar la riqueza superficialmente, y lo que se entiende por una existencia repleta de excesos, es algo habitual en títulos con renombre como 'Los Soprano', pero siempre suele perder el malo, aunque la realidad nos confunda. Uno de los puntos fuertes de 'Narcos' fue, precisamnete, su parte dramática. Ya conocíamos el final del protagonista, pero nos enganchó igualmente. Plata o plomo.
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