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El inquieto y prolífico Steven Soderbergh, uno de los cineastas más productivos de Occidente, no rechaza ningún género, se hace a todo, prueba con todo y sale (casi) siempre airado. Efectivo, lúcido y funcional, brillante cuando le da, incluso provocador, el máximo artífice de premiadas ... cintas como la oscarizada 'Traffic', experimentos estimables como 'Kafka, la verdad oculta' y bombazos comerciales como la saga 'Ocean´s Eleven', se dio a conocer con la siempre reivindicable, modesta y original, 'Sexo, mentiras y cintas de video'. Desde entonces se ha labrado una rica trayectoria compaginando producciones mainstrean con propuestas de carácter independiente, entre ellas la curiosa 'Bubble'. En un mismo año afrontó los rodajes de dos propuestas muy diferentes, 'El soplón' y 'The Girlfriend Experience', por tomar un ejemplo de su diversidad temática. Para liderar el casting de la segunda llamó a Sasha Grey, una de las actrices porno más reconocidas de la historia de cine X. Encarnaba a una call girl contratada para ejercer como «novia perfecta». El reverso de 'Pretty Woman'.
Con 'Efectos secundarios' se apuntó al thriller dramático, ambientado en el mundo de la psicofarmacología, léase la ciencia que investiga cómo afectan las drogas a la mente humana. Suya también es 'Contagio', película incomprendida en el momento de su estreno que devino visionaria una década después por culpa del coronavirus. Éxitos como 'Erin Brockovich' o 'Un romance muy peligroso' también figuran en la inquieta filmografía de un sujeto versátil que también rueda sin ruborizarse fenómenos como 'Magic Mike' y su secuela. Es más, con 'La suerte de los Logan' se parodió a sí mismo ofreciendo una versión desviada de la mentada 'Ocean´s Eleven', esta vez con por un hatajo de garrulos que intentan lleva a cabo un atraco sin parangón durante una carrera de coches mientras eructan cerveza. Lo más llamativo, con tanto trabajo a sus espaldas, es que no para de soltar en más de una entrevista que pretende dejar el medio por cansancio. Afortunadamente, no ha dado tan loco volantazo en su camino.
En HBO Max estrenó directamente 'Kimi', una rareza post-pandemia, y la más reciente 'El último baile de Magik Mike' -tercera en la lista del stripper-, antes de lanzar la mini-serie 'Círculo cerrado', cuyos seis capítulos ya están disponibles en la conocida plataforma. Soderbergh vuelve a adentrarse en el maravilloso mundo del thriller, género que sabe manejar narrativamente y le ha dado múltiples alegrías. Esta última apuesta, con un reparto coral envidiable (Claire Danes, Zazie Beetz, Jim Gaffigan, Jharrel Jerome, Timothy Olyphant, Dennis Quaid...), se revela algo descafeinada, especialmente en su conclusión, pero puede presumir de estar bien contada, una virtud en desuso. Varios personajes van encontrándose, descubriendo paulatinamente que tienen más en común de los que parece. Oscuros secretos de familia van siendo revelados. La madeja del suspense, lejos de desenredarse, se va haciendo más grande a medida que avanza la acción. De aquellos polvos vienen estos lodos, como suele decirse. Una venganza esperada, tramada a lo largo del tiempo, es la chispa que desestabiliza la aparente armonía de un clan familiar que esconde varios esqueletos en el armario. El hogar, dulce hogar, no lo es tanto. Toca pagar por los pecados. El presente no perdona el pasado.
'Círculo cerrado', creada y escrita por Ed Solomon ('Men in Black'), habla de redención y de segundas oportunidades mientras denuncia las injusticias del colonialismo capitalista. Un crimen fallido en la ciudad de Nueva York, un secuestro equivocado, enciende la mecha. La conexión entre los roles principales da pie al descontrol. Vidas cruzadas, un ritual para erradicar una maldición, una mentira que oculta a otra, hasta sepultar la verdad, rencillas y traiciones familiares en un marco de violencia contenida que no termina de estallar como acostumbra el cine actual. Soderbergh dosifica la tensión, no pierde el tiempo en efectismos y teje una telaraña que atrapa nuestra atención sin la necesidad de explotar giros de guion extremos, aun que haberlos haylos.
De nuevo el género noir sirve de excusa para criticar un sistema podrido, como otras propuestas que lucen en la filmografía del máximo artífice de la fantástica 'El rey de la colina'. Inspirada en 'El infierno del odio', el filme de Akira Kurosawa de 1963, y la noticia de un suceso real sobre la mafia de Guyana en EE.UU., la serie, con empaque cinematográfico, plantea dilemas morales con solidez, proponiendo un viaje que no da serios bandazos, lo que es de agradecer, aunque no termine de romper esquemas. Elude ser un batiburrillo de ideas y todo encaja con un guante en su desenlace, sin chirridos, con todas las conexiones soldadas para el disfrute del espectador pausado.
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