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Esta serie va de una pareja de bobalicones. Él es guarda de seguridad en un edificio oficial; ella trabaja en una guardería infantil. Ambos llevan una vida tediosa con la que parecen conformes, pero, sin haberlo previsto, sufren repentinamente los embates de la decepción amorosa. ... Los protagonistas de esta existencia gris y mortal de aburrimiento son don grandes de la comedia, Raúl Cimas y Esperanza Pedreño, que encarnan a los pánfilos en cuestión. Los dos se han puesto en manos de un par de maestros del humor del absurdo, Pepón Montero y Juan Maidagán, creadores de producciones televisivas como 'Justo antes de Cristo' y 'Camera Café, así como de la película 'Los del túnel', para rodar una comedia de tintes costumbristas que se estrena hoy en Movistar Plus+.
Raúl Cimas conoce de sobra al dúo Montero-Maidagán. El actor hizo una breve aparición en 'Justo antes de Cristo' y encarnó a uno de los personajes principales de la cinta 'Los del túnel'. Pese a que firman una serie de un humor muy reconocible, que se fija en las trivialidades de la vida cotidiana para suscitar la hilaridad, este vez han alumbrado una producción que no tiene nada que ver con lo que habían hecho antes. «Partimos del conflicto que todos sufrimos entre cómo pretendemos vivir y cómo vivimos en realidad. En 'Poquita fe' procuramos mostrar todo aquello que nadie jamás enseñaría y ni mucho menos colgaría en sus redes sociales».
El nombre de la serie, 'Poquita fe', está prestado de uno de los boleros de Los Panchos. «Es una serie humilde, aunque al final salen 90 personajes. La serie exprime los momentos de desidia y aburrimiento, que los tenemos todos. Sin embargo, si yo no me hubiera aburrido tanto de niño, quizá no hubiera dibujado tebeos. Aún hoy me pongo a dibujar mis chorradas y me río yo solo, únicamente con un boli y un papel», dice Raúl Cimas.
'Poquita fe', cuyo rodaje ha durado doce semanas y se ha grabado en Legazpi, un popular barrio de clase trabajadora de Madrid, recurre a la técnica del documental, de modo que los actores hablan a la cámara e interpelan al espectador. Cada capítulo, que nunca supera los 20 minutos, se compone de 'sketches' y peripecias que son analizadas en detalle, por muy estúpidas que se antojen. «Cuando los personajes hablan en la entrevista son sinceros, pero actúan y fingen cuando se desenvuelven en situaciones reales», alega el actor.
Una amiga, sin pretenderlo, ilumina a Berta (Esperanza Pedreño) y le hacer ver el hastío en que transcurre su existencia. Es entonces cuando trata de arrastrar a José Ramón (Raúl Cimas) a la fiesta y al cambio de ambientes, aunque con poco éxito. «Ella quiere socializar un poco más, pero él es bastante ganso», remacha Pedreño.
A juicio de Raúl Cimas, los guionistas Montero y Maidagán son herederos del humor del genial Rafael Azcona. Y es verdad que hay un vago perfume a comedia neorrealista en la que pululan los familiares y amigos del barrio, si bien el mecanismo que dispara la hilaridad es bien distinto. «Cualquier nimiedad, al observarla detenidamente, se vuelve insólita», apunta Montero.
Para inspirarse, los guionistas no hacen otra cosa que ver lo que ocurre a su alrededor desde ese observatorio privilegiado que son los bares. En ese microcosmos que es el barrio el espectador puede encontrarse con un indigente subsahariano, un hostelero de Guayaquil y su esposa, una camarera rumana. Un paisanaje inmigrante y multicultural que es coherente con el crisol de extracciones sociales en que se han transformado los barrios populares. «Los barrios son así ahora. Esperanza y yo crecimos en El Ensanche de Albacete. Por eso digo que se retrata una realidad muy cruda, en que caben muchas imágenes que nadie elegiría para su Instagram», argumenta Raúl Cimas.
Al final, todos los personajes van rebajando sus expectativas vitales para perseguir una felicidad esquiva. La serie aborda hechos chatos y sin brillo en apariencia, pero que a la postre desatan la risa si se revisan desde puntos de vista insospechados. La vida del personaje que habla por boca de Cimas es mediocre. Es un tipo vulgar, soso, que prefiere año tras año veranear en Almuñécar antes que buscar la intrepidez de un viaje a un país remoto.
«El otro día pensaba en la vida del líder del comando Wagner. Se rebela contra Putin, toma Rostov, se dirige a Moscú, mata a un mercenario que habían enviado para asesinarle y se acaba exiliando en Bielorrusia. Todo muy rápido. Y a lo mejor el día de antes, a esa misma hora, lo mismo se estaba tomando un café. Porque uno no está siempre haciendo grandes cosas, la vida tiene momentos de desidia y aburrimiento», cuenta este cómico forjado en 'La hora chanante' y 'Muchachada Nui'.
Con su talento innato para interpretar a dos grandísimos pánfilos a los que se acaba queriendo por su candidez, Cimas y Pedreño han construido una comedia que quizá con otros actores se escurriría por el desagüe. La serie se sostiene además gracias a un excelente reparto en el que sobresalen Chani Martín, Pilar Gómez, María Jesús Hoyos, Juan Lombardero y Marta Fernández Muro, que hace de madre de José Ramón. «Tenemos una relación muy bonita porque en realidad ella es la hija y yo hago como si fuera su madre», subraya Cimas.
Cada uno de los conflictos nacidos al calor de la convivencia diaria es gestionado de la peor y más torpe de las maneras posibles, las propias de dos personas bastante retraídas. Según Cimas, el guión está trabajado hasta la extenuación y no admite improvisaciones. «Pepón y Juanito escriben como lo hacen los cómicos de 'stand up': viviendo y paseando», asegura.
Una mancha de humedad en la pared puede dar lugar a la escena más descacharrante. Los creadores han reducido la historia al mínimo, y eso que ya partía de hechos nimios. «Nos imaginábamos a los dos en casa, sentados en el sofá después del trabajo sin nada que decirnos. «¿Cómo ha ido el día?», le preguntaría uno al otro y la respuesta siempre era: «Uff».
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