Secciones
Servicios
Destacamos
Encontrarte con antiguas conocidas tiene sus riesgos. Sobre todo, si te topas con esa compañera que se sentaba a tu lado en Bachiller y compruebas que sigue teniendo el mismo tipo juncal y la misma melena rubia y lisa que encandilaba a los chiquillos, mientras ... que tú has echado caderas de posadera y no sabes qué ha pasado con tu pelo, cada día más fosco y escaso. En el caso de la ficción, por el contrario, no hay peligro, porque solo es una parte la que juzga a la otra: nosotras a ellas. Es lo que hicimos en 'And just like that…', la continuación de 'Sexo en Nueva York'. Cómodamente, desde nuestro sofá y ensanchando (aún más, si cabe) el caderamen, pudimos comprobar qué había sido de Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte, hasta dónde había llegado el bótox, qué tal le quedaban a Carrie las canas y cómo se habían adaptado al paso del tiempo. Pero la respuesta que dio la serie no gustó a muchos.
Inclusiones más o menos forzadas aparte («se ha tirado por un barranco 'woke'», escribió Rosa Belmonte), lo más duro fue reconocer que, transcurrido tanto tiempo, aquellas pioneras de Manhattan se habían quedado fuera de juego. Y eso es peor que hacerse mayor: más viejas eran 'Las chicas de oro', y resultaban modernísimas. Pero las cuatro amigas (las tres, puesto que Kim Cattrall se negó a intervenir dada su enemistad con Sarah Jessica Parker; enemistad que quedó de manifiesto cuando Cattrall no aceptó las condolencias de Parker tras la muerte de su hermano) ya no eran aquellas que marcaban tendencia, que salían un martes cualquiera por los sitios más exclusivos y carísimos de Nueva York, que estaban en la cresta de la ola: en la primera temporada de 'And just like that…' las vimos desdibujadas, enfrentadas a unos acontecimientos que no sabían manejar, perdidas dentro de un mundo que avanzaba a tal velocidad que apenas podían adaptarse a él. Lo triste es que ellas ya no eran las reinas del cotarro; lo más triste es que, nosotras, tampoco. Y duele reconocerlo.
En cambio, el estreno de 'Sexo en Nueva York' en 1998, del que hoy se celebran 25 años, nos mostró a cuatro mujeres que iban por delante de su tiempo: fuertes, independientes y seguras de sí mismas, eran profesionales que gastaban su dinero en lo que les daba la gana, que hablaban y practicaban sexo sin mojigatería, ni explicaciones, ni culpabilidad aparente, que estaban empoderadas y que eran 'influencers' cuando todavía no se habían inventado esas palabras. En cuanto las vimos, supimos que eran las tipas que queríamos ser. O, al menos, que queríamos tenerlas como amigas. Aunque solo fuera para que nos dejaran ropa y nos colaran en los mejores garitos.
A pesar de ello, no sé si porque interesaba seguir manteniendo el cuento del príncipe azul para contentar a las mujeres que continuaban creyendo en su existencia, todas buscaban, de una u otra manera, una pareja estable. Hasta Samantha Jones, las más libre de todas («Escuchadme, el tío perfecto es una ilusión. Empezad a vivir vuestras vidas»), llega a sufrir por amor. Eso sí, hasta dar con el príncipe en cuestión, probaban con toda la corte. Y se hinchaban a cosmopolitans. Y encontraban taxi a la primera. Y vestían como un editorial de Vogue, con ropa que era algo más que ropa, que construía perfectamente al personaje: Carrie tenía un estilo excéntrico y arriesgado, tanto que estaba a un complemento de parecer la silla de mi dormitorio cuando le tiro medio armario por encima; Miranda era sobria, igual que sus trajes de chaqueta; Charlotte aparecía discreta y comedida; Samantha, sexy e insinuante. Ropa carísima, irreal, imposible. Puro artificio, vale. Pero qué artificio tan disfrutable.
Con 'And just like that…' no disfrutamos tanto, pero la vimos. Nos pudo la curiosidad, claro. Y las ganas de comprobar si seguían siendo las tías mejor vestidas de la historia de la televisión, que también. Al menos, en esta segunda temporada, anunciada para el 22 de junio, contamos con el aliciente de volver a ver a Samantha Jones. O de oírla: según publica Variety, su intervención se reduce a una llamada telefónica entre ella y Carrie, ya que Cattrall sigue sin querer coincidir ni con las otras tres protagonistas ni con Michael Patrick King, el 'showrunner' de la serie. Sin embargo, hace 25 años vivimos la ficción de que, por encima de los hombres, de las circunstancias personales y del trabajo, estaba la amistad entre cuatro mujeres. Y que, siendo columnista, se podía vivir en un apartamento ideal del Upper East Side y tener más zapatos que Imelda Marcos. Eso no nos lo quita nadie. Ni siquiera la realidad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
98 puntos Parker: ¿Cómo funcionan las puntuaciones de los vinos?
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.