La 'Unbreakable Kimmy Schmidt' más lúcida y atrevida necesita un final

Tina Fey ha reiventando su exitosa '30 Rock' para cocinar nuevas historias y caricaturizar nuevos personajes con los que seguir azotando la cultura, la política, las relaciones laborales...¿y el amor? La cuarta temporada de 'Unbreakable Kimmy Schmidt' no se sube al carro del movimiento #MeToo -siempre estuvo en la serie- pero sí se impulsa en él para golpear más fuerte.

Cada personaje cuenta con una trama propia aunque todas unidas por un espíritu de huida hacia adelante. Kimmy (Ellie Kemper) al frente de los Recursos Humanos de una startup, Titus (Tituss Burgess) busca seguir con un pie en los escenarios, Jacqueline (Jane Krakowski) quiere dinero para recuperar su ritmo de vida, y Lillian (Carol Kane) sigue despidiéndose de su difunto marido. A todo esto, como marca el libro de estilo, referencias a la cultura pop, pullas políticas y críticas a todo lo recalcitrante. Eso sí, sin pasarse, que ya no estamos en '30 Rock'.

En 'Unbreakable Kimmy Schmidt' lo políticamente incorrecto no es lo relevante, o está menos presente esta temporada. La denuncia social sigue ahí pero adquiere diferentes formas. El primer capítulo recurre el humor ácido para sonrojarnos ante aquellas situaciones de acoso sexual del ámbito laboral que son justificadas con un: «actitudes malinterpretadas».

Pero el capítulo estrella (4x03), el que marca un antes y un después, es el que hace uso de los (ya) clásicos documentales de Netflix ('HouseFlix' en la serie) del corte de 'American Vandal', aquí titulado 'Party Monster: Scartching the Surface'. Véase: Kimmy Schmidt tiene preparado su planazo para sábado noche, palomitas y 'play' al mando; 'DJ Fingablast'(Derek Klena) busca a su ídolo, 'DJ Slizzard', para que toque su boda. Lo encuentra. Está en la cárcel. Y hasta aquí lo 'divertido'; Cara ojiplática de la protagonista transformada en ira cuando descubre que DJ Slizzard es, en realidad, el reverendo Richard Wayne Gary Wane (Jon Hamm), el mismo que la tuvo secuestrada más de una década y que, ahora, reescribe su propia biografía gracias a esta producción. Lo que subyace, incluso evidencia, es un reproche a la sociedad que cree que hombres como Harvey Weinstein están siendo perseguidos injustamente. A propósito de esto, frases cargadas de doble intencionalidad como la que pronuncia Frand Dodd (Bobby Moynlhan): «la masculinidad está siendo criminalizada».

Desconocemos cuáles serían los planes iniciales pero la repetenina decisión de dividir la cuarta temporada en dos bloques de seis capítulos ha pillado a muchos por sorpresa. Este anuncio ha venido acompañado del de concluir la ficción. Quizá por ello ha sido necesario reconcebir la tanda final de episodios.

Lo que sí parece claro es que el viaje de Kimmy Schmidt hacia el dolor, el punto de partida de la serie, no podía demorarse más como argumento central y que, además, ¿es necesario? darle una resolución. La carga de superficialidad y chiste sobre cualquier situación ha bajado su intensidad esta temporada. El humor sigue ahí y los personajes egocéntricos también pero la línea sobre la que caminan se ha vuelto más firme.

Hay toques brillantes, hay duelo, hay chistes 'muy americanos', hay entusiasmo y ahora solo nos queda esperar que haya un buen final. Enero está a la vuelta de la esquina.

La primera parte de la cuarta temporada de 'Unbreakable Kimmy Schmidt' está íntegramente disponible en Netflix desde el 30 de mayo de 2018.