'Psychokinesis', cuando el cine social quiere ser fantástico
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Yeon Sang-ho ('Train to Busan') firma esta cómica cinta de superhéroes con un poso de reflexión sobre el ser humanoEl género fantástico siempre ha funcionado como catalizador de parábolas, con títulos como 'La noche de los muertos vivientes', 'El planeta de los simios' y tantos otros clásicos del horror y la ciencia-ficción que sirven como ejemplo constante de un ... cine con mensaje capaz de encontrar el equilibrio necesario entre la evasión y la reflexión, además de explorar el lado oscuro del ser humano.
Precisamente -e inesperadamente-, el pasado año ganó una propuesta de índole social en el festival de Sitges, 'Jupiter´s Moon', la última producción de Kornél Mundruczó, que ya encandiló a más de un despistado con 'White Dog', su anterior obra, otra metáfora existencial evidente. La excusa sobrenatural del filme, la capacidad de levitar del protagonista, un refugiado intentando sobrevivir a la adversidad, se quedaba en una mera excusa para ofrecer algunas imágenes espectaculares, pecado que pervierte igualmente, como si fuera tendencia, la condición de 'Psychokinesis', un acercamiento al cine de superhéroes de andar por casa con poca fuerza, lejos de 'Super', de James Gunn, o 'Big Man Japan', de Hitoshi Matsumoto.
Netflix ha estrenado en streaming, hace apenas unos días, la esperada nueva apuesta de Yeon Sang-ho, responsable de la frenética 'Train to Busan'. 'Pschokinesis' decepciona presentando la historia de un padre de familia despistado que adquiere superpoderes tras beber agua contaminada por la caída de un meteorito. De fondo, una gran corporación intenta desalojar un barrio por la fuerza para demolerlo y construir y construir hasta que la ciudad reviente como lo hacen sus arcas.
Un relato simple, por no decir trillado, que estamos cansados de ver en la ficción. Por supuesto, hay una hija desvalida que reclama la atención de su progenitor, suspendido en la asignatura de gestión emocional, aunque por causas del azar puede mover objetos con la mente y hacer el kame hame ha.
'Train to Busan', ganadora en Sitges del Premio al Mejor director y del Premio del Público en la Semana de Terror de Donosti en 2016, sorprendió a los aficionados al terror y aledaños al ofrecer un filme de muertos vivientes diferente, planteando las consecuencias de una plaga zombie en el interior de un tren en marcha con algunas situaciones tan divertidas como inusuales y personajes que calaban en el espectador, nada que ver con el resultado de 'Psychokinesis', infantilizada al máximo.
Yeon Sang-ho, cuyo currículum se inició con la animación, con títulos de culto como 'The King of Pigs' y 'The Fake', conseguía en su anterior hazaña cinematográfica un tono magnífico, habitual en la cosecha oriental en general y en la de Corea del Sur en particular. El mejor cine de género actual lo están firmando en Oriente. No hacen ascos a premisas delirantes y secuencias imposibles, ofreciendo espectáculo sin olvidar darle al coco. Son capaces de fusionar fantasía y costumbrismo con una entereza envidiable.
Los hallazgos de 'Train to Busan' se pierden en 'Psychokinesis', donde la mayor preocupación es mostrarse crítico y tomar conciencia del problema de los desahucios sin explorar nuevas vías, quedándose en tierra de nadie (las escenas de acción no descubren nada al espectador, entre ramalazos de cine social de manual).
Recuerda por momentos en su tono a las películas de Bud Spencer y Terence Hill, con personajes que pretenden ser entrañables a toda costa y acaban pareciendo cortos mentales sin necesidad. Se repite el problema que acució 'Okja', de Bong Joon-ho, estrenada también directamente en Netflix. La historia de una niña y su mascota, un cerdo gigante fruto de una mutación creada en un laboratorio, el alimento del futuro, se decantaba por un guión sin sorpresas, a ratos empalagoso, una suerte de 'E.T.' del siglo XXI con eslogan ecologista.
¿Nos quieren vender cine coreano descafeinado? Domesticado, apto para todos los públicos, con la familia como obsesión recurrente (el padre ausente debe cambiar para evitar la disfuncionalidad de los suyos). La cursilería, inevitable en la sugestiva industria audiovisual asiática, no siempre empaña resultados muy por encima de la media, tornándose inquietante cuando debe, pero en el caso que nos ocupa gana el pulso a la imaginación, con una conclusión que se quiere épica pero se revela torpe y tontorrona.
Parece que Netflix infantiliza a los cineastas orientales, o quizás es al contrario y deja demasiada libertad a los creadores en general. ¿Hay que recuperar la figura del buen productor de cine de autor? Lo que ocurrió con 'Okja' en 'Psychokinesis' se multiplica. No aporta nada a la senda del cine de superhéroes sin grandes presupuestos, más cotidiano.
No se mira en la genial 'El protegido', donde también un tipo normal adquiría superpoderes, algo anecdótico frente a mucho más. Para solventar este patinazo se recomienda ver otra producción coreana disponible en la misma plataforma de entretenimiento online desde hace pocas semanas, 'Steel Rain', cine de acción con tintes políticos que goza de mayor sentido.
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