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La nariz de Adrien Brody es aguileña, ganchuda y abultada en el centro, tan dúctil que puede semejar la del torero Manolete o la estereotipadamente judía del músico Wladyslaw Szpilman, superviviente del gueto de Varsovia. Dicho apéndice nasal es uno de los más característicos de ... Hollywood y vuelve a ocupar la gran pantalla, figurada y literalmente, en la película 'The Brutalist', estrenada esta semana. Ahora interpreta al arquitecto húngaro Lazslo Toth, personaje de ficción, en su lucha por abrirse camino en Norteamérica y en el capitalismo más feroz. El primer personaje le otorgó un Oscar y el segundo podría proporcionarle otro en la gala del próximo 3 de marzo.
Curiosamente, existe una cierta relación entre ambos roles, basados en hechos históricos y con ciertas vertientes culturales. La peripecia del pianista atravesaba la Segunda Guerra Mundial y llegaba a su final, mientras que el segundo parte de ese primer periodo de paz para adentrarse en las siguientes décadas, cuando emigra a Estados Unidos y desarrolla allí su carrera diseñando edificios colosales.
La propia vida del actor, de 51 años, está íntimamente relacionada con estos avatares de mediados del siglo XX. Su madre es la reputada fotógrafa Sylvia Plachy, nacida en el Budapest ocupado por los nazis y que huyó del país con sus padres cuando la sublevación anticomunista fue aplastada por los tanques soviéticos. En Nueva York se casó con Elliott Brody, de origen polaco y judío, y en el seno de esta familia, de modestos recursos, nació Adrien.
La televisión y el cine independiente fueron el marco en el que, a lo largo de la década de los noventa, comenzó su trayectoria. Pronto se destacó como una joven promesa al que acudían grandes directores como Terrence Malick o Spike Lee. Pero su definitivo encumbramiento llegó con 'El pianista' de Roman Polanski, basada en las memorias de Szpilman. La terrible odisea del protagonista obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 2002 y a Brody le reportaron el César francés y el Oscar al mejor actor principal con sólo 29 años, todo un récord, y en su primera nominación.
El trabajo durante las dos décadas posteriores no ha gozado de éxitos de crítica y público tan indiscutibles como el que lo convirtió en una estrella, aunque ha participado en numerosas producciones de todo tipo, tanto comerciales como más vanguardistas. Ese recorrido está jalonado por hitos como el taquillazo de 'King Kong', su curiosa interpretación de Salvador Dalí en 'Midnight in Paris', de Woody Allen, y la participación en media docena de títulos del singular director Wes Anderson, incluida la multipremiada 'El Gran Hotel Budapest'. La televisión también ha ejercido su magnético hechizo. El actor ha participado en varias series, caso de la famosa 'Sucession', y hace cuatro años protagonizó 'Chapelwaite', un proyecto que se limitó a una sola temporada.
Brody no ha perdido el tiempo. Ha madurado convertido en un icono de elegancia y sin alterar su voluminosa nariz, que, según propias declaraciones, se ha roto en dos ocasiones: rodando 'La noche del asesino' y, posteriormente, practicando 'snowboard'. El actor forma parte de la más selecta y cosmopolita elite 'arty' hollywoodiense, habitual del 'front row' de los desfiles de moda, ha hecho sus propias incursiones como artista plástico y ejercido como modelo para diversas campañas publicitarias de artículos de lujo.
El papel como el artista de Cadaqués no ha sido su único vínculo con España. Como ya habíamos indicado, interpretó al torero Manolete en una película en la que Penélope Cruz asumía el rol de su amante y, sobre todo, es conocida su relación con la actriz Elsa Pataky entre 2006 y 2009. Poco antes del final de este idilio, adquirió una antigua granja con aspecto de castillo en el estado de Nueva York y cuya reforma dio lugar al documental 'Castle Bar Stone'.
El currículum amoroso constituye un capítulo aparte. Además de la española, ha mantenido idilios conocidos con Kneira Knightley y January Jones, y, desde hace cinco años, comparte su vida con Georgina Chapman, la ex esposa del productor Harvey Weinstein, procesado como depredador sexual y origen del movimiento 'Me Too'. Ahora bien, ningún beso de Brody ha trascendido como el apasionado e inesperado que propinó a Halle Berry cuando anunció su victoria con 'El pianista' y que ha originado tantos comentarios en torno al consentimiento.
La madurez y los cambios sociales sugieren que, si como las quinielas predicen, el actor se hace con una nueva estatuilla, se comportará de manera menos impulsiva y más recatada. En cualquier caso, todos reconocen que ha vuelto por sus fueros asumiendo el rol más importante en una película que hará historia por su ambición, extensión, tres horas y media con un insólito descanso, y su homenaje a una corriente que simboliza aquella nueva etapa en el diseño y la construcción, con formas rupturistas y el empleo de nuevos materiales. Con su aroma del Hollywood más épico y progresista, 'The Brutalist' llega para asentar al actor en la cima de su profesión.
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