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Francisco Griñán
Málaga
Jueves, 12 de enero 2023, 09:10
En la próxima edición de los Goya no faltará un clásico como Antonio de la Torre (Málaga, 1968). Aunque el más nominado de la historia de los premios de la Academia no irá este año de candidato, sino de copresentador junto a Clara Lago de ... la gala producida por Gestmusic. Sin duda, la profesión temporal de más riesgo y más críticas de nuestro país. Pese a ello, el doblemente engoyado por 'AzulOscuroCasiNegro' y 'El reino' confiesa que afronta esta ceremonia que se celebrará el 11 de febrero en Sevilla, su ciudad de residencia, con ilusión y dispuesto a no hacerse el gracioso. Por si acaso, evitará ver las redes sociales tras la gala. Contento con la aprobación del Estatuto del Artista, se confiesa «escéptico» con el 'boom' de las series. Aunque donde se le suelta la lengua es cuando habla por sus colores: del Málaga.
-No sé si darle la enhorabuena.
-Me tomo los Goya con ilusión. Ni Clara ni yo somos cómicos ni presentadores, sino dos actores a los que nos ha pedido la Academia que les echemos una mano y me siento honrado ya que soy un malagueño que vive en Sevilla. Así que sin tratar de presionarme mucho, asumo ese rol de anfitrión. Con esa filosofía vamos a la gala, a intentar hablar de la buena cosecha de este año y trataremos de ser divertidos y entretenidos.
-A estas alturas ya estará acostumbrado a las críticas, aunque usted es de los actores más respetados del país.
-El nivel que habrá para que yo sea de los más respetados…
-¿Entonces todavía no se ha arrepentido de aceptar presentar la gala?
-No. Intento no arrepentirme de las decisiones que tomo. En todo caso, intento aprender de ellas y, en este caso, estoy muy contento, agradecido, orgulloso y con ganas.
-Usted es el más nominado de los Goya. ¿Se pasa peor como presentador o como nominado?
-Pues te lo diré cuando pase la gala, pero no descarto que se pasen más nervios como presentador que como candidato.
-¿Cuál va a ser su fórmula del éxito para presentar la gala?
-Lo que tengo claro es lo que no voy a intentar ser. No voy a intentar ir de cómico cuando no soy gracioso. Intentaré representar a la Academia, hablar de las películas nominadas y de lo que nos recuerdan de la realidad en la que vivimos y con Clara, ser el hilo conductor.
-A ver si va a ser verdad eso del anuncio de los Goya de que los presentadores «no tienen gracia».
-Es que es verdad. Los presentadores no lo somos y por eso nos han llamado, para que no nos hagamos los graciosos.
-Pero usted ya presentó la gala de los Feroz y estuvo muy gamberro y divertido.
-Es que esos premios tienen un tono más mordaz y otro estilo. Los Goya son más sobrios y menos gamberros. Hombre, yo puedo ser gracioso en un momento dado, pero hay que medir. En los Goya ir de gracioso tiene mucho peligro, porque si no lo eres quedas bastante mal. Y si te pones discursivo puedes resultar aburrido, así que trataremos de encontrar la fórmula en la que nos sintamos cómodos, hablemos de cosas que interesen y, si arrancamos una sonrisa, pues genial.
-El último malagueño que lo presentó, Antonio Banderas, salió triunfante…
-Hizo una cosa muy hermosa en un año muy difícil por la pandemia. Su tono sobrio fue un acierto porque la cosa no estaba para bromas y era lo que requería la situación. Fue una gala telemática porque los nominados no se podían juntar y él estuvo a la altura. Fue modélico, pero ahora es otro momento.
-¿Y qué tono va a ser?
-Pues vuelve a ser una fiesta. Será un tono de celebración, de alegría y de poner en valor el cine tan variado que tenemos. Tenemos drama, comedias, películas de terror, mucho cine dirigido por mujeres, películas de animación, cortos fantásticos…
-El año pasado hubo polémica con algunos discursos que se hicieron eternos.
-En la medida de lo posible trataremos de que no se enrollen demasiado, pero comprendo que, si ganas, es tu momento. Yo lo he vivido, te acuerdas de muchas cosas y no quieres que se te olvide nadie.
-Otro malagueño que le ha precedido es Dani Rovira, que se apartó de las redes sociales tras la gala. Usted también desertó un tiempo de su cuenta de Twitter por salud.
-Las redes sociales son herramientas útiles y para mí lo han sido durante un tiempo, pero también tienen un componente tóxico. Hay que tener cuidado con ellas. Ahora te digo que no las miraré, pero como el que dice que se quita de fumar. No sería muy inteligente por mi parte ponerme a ver lo que dicen de mí esa noche. Lo que me toca es hacer lo que me han encomendado desde la Academia que es conducir la gala con un guion que estamos haciendo entre todos para que sea divertido, interesante y emocionante para la gente que nos vea desde casa. Y que todos nos vayamos contentos, especialmente los ganadores.
-A usted le cambió la vida ganar su primer Goya, ¿qué supuso el segundo hace tres años?
-Te confieso que fue una liberación porque pude cerrar un círculo tras muchas nominaciones. Digo esto con respeto para muchos compañeros que ni siquiera lo han nominado. Pero pensaba: «Joder, dádmelo ya que no paráis de nominarme, pero nunca me lo dais». Así que fue algo de epifanía. Hubiera sido más bonito que me lo hubieran dado en la edición celebrada en Málaga, pero ya que no pudo ser fue en Sevilla que es la ciudad en la que vivo y fue muy emocionante también. Y lo primero que dije fue que el Goya se quedaba en Andalucía.
-Siempre ha sido muy activo con la situación de los actores. ¿Qué le parece el estatuto del artista?
-No lo conozco al detalle. Hasta ahora cuando trabajabas un día te contaba por tres y gracias eso tengo acumulado una vida laboral de cuando hacía pequeños papeles, y también porque he trabajado desde que Franco era cabo. Un actor no puede trabajar de lunes a viernes y reconocer ahora esa excepcionalidad es una manera de sacar de la precariedad a estos profesionales cuando llega el momento del desempleo. Es de justicia.
-¿Las series también han aportado estabilidad a los actores y a los técnicos en los últimos años?
-Por un lado sí, pero es un arma de doble filo porque las plataformas ponen siempre sus condiciones. Por una parte hay más trabajo, pero también más precario. Todo este mundo de las series tiene una parte que está bien, pero lo veo con escepticismo.
-¿Por eso no trabaja mucho en series?
-No, lo último que hice fue 'La línea invisible' que se estrenó en la pandemia. Tiene que ver con la conciliación ya que las series supone rodar durante tres o cuatro meses por ahí fuera y yo tengo dos niños pequeños. Intento trabajar y estar con mis hijos.
-Hablando de la familia, últimamente ve todas las películas de Santiago Segura. Como hizo en 'Torrente', le va a tener que pedir un papelito a su amiguete para que lo vean sus niños en la pantalla.
-Desde luego, porque Martín me dice: «Papá, ¿por qué no haces una película que yo pueda ver?».
-Es lo acaba de hacer Bardem por sus niños.
-He sentido envidia por Javier Bardem en muchas ocasiones y, por esto, también.
-Su reciente incursión en el teatro con 'Un hombre de paso' no tuvo buenas críticas.
-Ja, ja. Es que no recuerdo una sola crítica buena. Pero estoy contento, porque era una obra documental y reproduce una entrevista. Estoy muy feliz de haber trabajado con Manolo (Martín Cuenca), con el que siempre había hablado de hacer teatro juntos y hacerlo con un formato diferente. Los trabajos hay que tomárselos como aventuras, a veces salen bien y otras mal, pero si vas buscando siempre el aplauso tomas las decisiones en función de lo que va a tener éxito y eso es un camino equivocado.
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