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Fernando León de Aranoa ha tenido la mala suerte de llegar tarde a su retrato de Pablo Escobar. Han pasado 25 años desde la muerte del narcotraficante más famoso y en este tiempo, gracias al cine y la televisión, un criminal se ha ... convertido en icono pop con su rostro estampado en camisetas. La principal culpable es la serie ‘Narcos’, de la que Netflix emitirá este año su cuarta temporada. Una película con Benicio del Toro, ‘Escobar: paraíso perdido’, y un documental con revelaciones inéditas sobre su figura que esta semana estrenaba Discovery Max han ayudado a que ‘Loving Pablo’ llegue hasta nosotros con la desventaja de haber agotado el personaje.
El director de ‘Barrio’ precisa: no estamos ante un ‘biopic’, sino ante «un retrato del hombre que cambió la historia del crimen en las últimas décadas del siglo XX, contada desde los ojos de un testigo excepcional». La periodista y presentadora de televisión Virginia Vallejo aporta la mirada de quien pasa de la fascinación al amor. El título del libro que publicó en 2007 lo resume a la perfección: ‘Amando a Pablo, odiando a Escobar’. «En Virginia tuvo Escobar un interlocutor, una suerte de Pigmalión, un confidente», apunta Fernando León, que presentó el filme con más pena que gloria en el Festival de Venecia.
¿Qué aporta ‘Loving Pablo’ sobre un hombre del que conocemos casi todo? El principal morbo reside en asistir a la transformación de Javier Bardem y Penélope Cruz, pareja en la vida real, en Pablo Escobar y Virginia Vallejo. Sin embargo, la voz en off redundante y explicativa de la actriz, que aparece y desaparece de forma caprichosa, acaba agotando. De la misma manera, solo las dificultades para encontrar financiación justifican que los protagonistas hablen en un inglés con acento colombiano.
La entrega de Bardem, coproductor de la cinta, es absoluta. El actor tomó como referencia la figura de un hipopótamo, dócil en apariencia pero letal cuando ataca. Lento pero devastador. La obscena manera en que muestra la barriga del más célebre señor de la droga proporciona los momentos más gozosos de una cinta esquemática y pobretona, que convence en los momentos de acción y naufraga en la intimidad. Justo lo contrario de lo que pretendía el director.
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