Zaho de Sagazan
Crítica TV ·
El número musical se emitió en la televisión pública, pero no ha tardado en convertirse en un fenómeno que salta de una pantalla a otra sin encontrar algoritmo que lo freneSecciones
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El número musical se emitió en la televisión pública, pero no ha tardado en convertirse en un fenómeno que salta de una pantalla a otra sin encontrar algoritmo que lo freneVivo en una ensoñación constante desde que vi a Zaho de Sagazan en Cannes. La interpretación de la cantante francesa es sublime. Tarda un segundo, uno, en ganarse a medio planeta con un leve movimiento de cuello. Ya está, nos tiene. Estamos hipnotizados. A partir ... de ahí, todo lo que pasa es un deleite sensorial. La canción de David Bowie, 'Modern Love', es un himno desde 1982 –gran año–. Pero es que la voz, la mirada, los zapatos que no suben al escenario, la reacción de Greta Gerwig... Todo me impresiona. Todo me embruja. Sin embargo hay algo, una tontería, a la que no dejo de dar vueltas: el público.
Si no saben de lo que les hablo, corran a verlo antes de seguir leyendo. La actuación de Zaho de Sagazan en Cannes formaba parte de un homenaje a Greta Gerwig, protagonista de 'Frances Ha' y presidenta del jurado de esta edición del festival de cine francés. El número musical se emitió en la televisión pública, pero no ha tardado en convertirse en un fenómeno que salta de una pantalla a otra sin encontrar algoritmo que lo frene. Porque es una pasada. Una pasada preciosa.
Les quería hablar del público –de nosotros–. Quitando una tímida palmada al principio y algún que otrosilabeo cómplice, la gente parece de piedra. Ajena completamente a lo que está sucediendo en la escalera. Sí, ya sé, tampoco parece un lugar en el que uno pueda mostrar emoción alguna... ¿o sí? ¿Se imaginan? Yo no hago más que hacerlo: alguien en mitad del teatro se levanta de su butaca y se pone a bailar como la niña de 'Pequeña Miss Sunshine', así, porque no puede remediarlo. ¿Saben que creo? Que no decimos que las cosas son bonitas hasta que los demás dicen que son bonitas. Y para vencer a los algoritmos hay que bailar sin pensar. Ojalá bailar en los Goya.
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