Buenos y malos

Vamos a suponer por un momento que Trump es el malo de la historia. No sé, el líder de un imperio galáctico que aboga por la manipulación, una desequilibrada distribución de la riqueza y la firme creencia de que hay personas que valen más que otras. La tontería que me vino a la cabeza fue que, en realidad, el imperio de 'Star Wars', el de Darth Vader y Palpatine, tiene siempre más adeptos, más soldados, que el de la Alianza Rebelde; esto es, los buenos. Entonces me imaginé una votación democrática en esa galaxia muy, muy lejana, y me vino la duda: ¿Y si resulta que en unas elecciones libres gana el imperio? ¿En qué convierte a los rebeldes? ¿Y si nos gusta ser de los buenos en la ficción, pero para el día a día preferimos a los malos?

Supongo que toda esta reflexión es una patochada sin sentido, pero les confieso que la idea me removió un poquito. Es como el Oswald Cobblepot de Colin Farrel en la fantástica 'El Pingüino'. Él, como tantos otros personajes oscuros y bien escritos, es el protagonista de una serie en la que nadie es bueno. Oz es traficante, asesino, ladrón, mentiroso y profundamente criminal. Y, por lo que sea, todos estamos de su lado.