'Good girls', un trío de ases más buenas que malas
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La serie ha sido promocionada como una ficción a medio camino entre 'Thelma y Louise' y 'Breaking Bad'Terminaron las vacaciones para muchos, la temporada ideal para ponerse al día en cuestión de series. La acumulación de tareas pendientes produce ansiedad. A día de hoy, con lo contratos de telefonía móvil cargados de gigas, se puede devorar material audiovisual en la playa, tumbado ... en la toalla, o de asueto en una hamaca en el campo, si es que no hemos desconectado del todo, como en realidad toca, viajando allá donde no hay wifi ni cobertura. Aquellos que han optado por descansar en el sofá de casa en época estival, o han tirado de horario de verano en el trabajo, la deseada jornada intensiva, que da para siesta y ocio alternativo, probablemente han degustado de manera inmediata algunos de los lanzamientos estrella de este caluroso 2018, entre ellos 'Chicas buenas', disponible en Netflix desde el pasado 7 de julio.
Heredera de 'Mujeres desesperadas', se anunció como un cruce entre 'Thelma y Louise' y 'Breaking Bad', lo que es mucho decir. Del filme de Ridley Scott de los años 90 recoge una idea de empoderamiento discutible: la mujer busca su libertad emulando el comportamiento del macho. De la segunda referencia explota el tono de comedia y drama con escenas de acción. Un cóctel menos explosivo de los deseado pero igualmente efectivo en términos de entretenimiento frente al televisor a la hora de poner el cerebro en off.
Creada para Universal Television por Jenna Bans, colaboradora del equipo de 'Mujeres desesperadas' y mente activa en otros títulos como 'Anatomía de Grey' o 'Scandal', 'Chicas buenas' presenta a un trío de amigas que buscan ser autosuficientes y resolver sus problemas familiares de espaldas al resto del mundo. Son tres madres, aparente normales, que deciden atracar un supermercado donde trabaja una de ellas para solucionar sus problemas de liquidez. El golpe es sencillo pero todo se complica cuando el botín es mucho mayor del esperado y se ven envueltas en una trama criminal donde juega una panda de proscritos especializados en blanquear dinero.
La exuberante pelirroja Christina Hendricks, idolatrada gracias a su trabajo en la serie 'Mad Men' (atención también a su trabajo en la reivindicable 'Tin Star'), es Beth, la líder del grupo, con cuatro hijos y un marido absolutamente idiota que le es infiel. Vive en un chalet situado en un vecindario típicamente americano y no está dispuesta a perder su estatus tras averiguar que su media naranja, dueño de un concesionario de automóviles, está arruinado y se tira a su joven secretaria. Su hermana pequeña, Annie, interpretada por Mae Whitman ('The Duff'), es la más despistada del grupo, la que la lía sin querer a la primera de cambio. Está separada y pelea por la custodia de su hija. Es el desastre personificado, todo lo contrario a Ruby, la mejor amiga de Beth, a la que encarna la comediante de stand up Retta ('Parks and Recreation'). Se gana el sueldo trabajando de camarera en una cafetería. Su esposo aspira a entrar en el cuerpo de policía pero las cosas en casa se complican cuando no pueden afrontar los gastos médicos del cuidado de su pequeña, aquejada de una enfermedad degenerativa. Manny Montana ('Conviction'), Matthew Lillard ('The Bridge'), Izzy Stannard ('Hechos de estrellas') y Reno Wilson ('Mike & Molly') completan el reparto coral.
La primera temporada de 'Chicas buenas' consta de diez episodios en torno a 45 minutos de duración. Con un promedio de audiencia de más de cuatro millones, NBC ha renovado la serie para una nueva sesión repitiendo formato. De hecho, el último capítulo de la primera entrega acaba muy alto, con un cliffhanger de quitar el hipo, en la línea del famoso season finale de 'The Walking Dead' y el bate de béisbol.
Las alegres protagonistas de 'Chicas buenas' quieren ser independientes manteniendo su nivel de vida. Son amas de casa más traviesas que guerreras que pelean por lo suyo desde una perspectiva burguesa. De ahí que el título, de lo más sincero, no las califique como mujeres fatales. No quieren ser malas, aunque las circunstancias les lleven por el camino equivocado. Ninguna situación llega a explotar del todo y la violencia apenas existe a pesar de verse sumidas en una historia de policías y ladrones.
El tono de comedia suaviza cualquier atisbo de mal rollo en un producto especialmente pensado para el gran público al que le falta atrevimiento y le sobra simpatía. Las antiheroínas no van más allá de pegar cuatro gritos nerviosas, con un pasamontañas puesto en la cabeza y una pistola de juguete, pero no paran de hablar y aportar algunos lúcidos gags. Moralista a ratos, al servicio del espectador queda la diversión y cierto grado de tensión.
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