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Se llama John E. Douglas, y trabajó para establecer una serie de métodos científicos que sirvieron para mejorar la labor del FBI. Su aportación en esta organización, en los años 70, consistió en trazar y profundizar en los perfiles psicológicos de criminales más peligrosos. ... Quería determinar qué tipo de comportamiento los movían a actuar de esa forma y qué pautas de actividad solían desarrollar. Aunque en un principio fue ninguneado por sus propios jefes y por algunos colegas, enseguida demostró los avances que su investigación suponían para cualquier caso. Sus conclusiones quedaron plasmadas en un libro, 'Mindhunter: Inside FBI's Elite Serial Crime Unit', sobre patrones de conducta violentos.
A lo largo de su carrera este agente tuvo que tratar con asesinos como el de Green River en Seattle o el de niños de Atlanta. Quería conocer todo de ellos, descubrir sus motivaciones e instrucciones. De ellos aprendió lecciones que aplicaría más tarde en la resolución de casos. El texto final ha sido alabado y distinguido en varias ocasiones, pero su adaptación al audiovisual no parecía una tarea sencilla.
La obra cayó en manos de David Fincher que supo ver el potencial para trasladarla a una serie. El realizador se empeñó en llevarla a cabo y el resultado se puede disfrutar desde el pasado viernes en Netflix. Se llama ‘Mindhunter’. Los diez capítulos están disponibles para consumirlos en plan atracón y administrarlos tal cual decida cada uno. Había mucha expectación por saber qué había preparado el director americano y las respuestas han sido diversas, no todas entusiastas. No es una traslación al uso, ya que el propio Douglas no tiene presencia.
Pocos realizadores disponen de una carrera tan sólida como la de Fincher. Ha firmado títulos notables en el cine como ‘Seven’, ‘El club de la lucha’ o más recientemente ‘Zodiac’, por citar algunos de los relacionados con un género que domina, el thriller psicológico. Además fue nominado al Oscar por producciones como ‘El curioso caso de Benjamin Button’ o ‘La red social’. ‘Alien 3’, ‘El club de la lucha’ o ‘Perdida’ son otras producciones ideadas por un cineasta de pulso calmado para plantear las historias y temple con la cámara.
Su primera aproximación a la televisión fue con ‘House of cards’, adaptación americana de una miniserie británica, cuyo propósito inicial era mostrar cómo se desenvuelven los políticos estadounidenses y la falta de escrúpulos latente en su manera de actuar y en el modo de conseguir lo que quieren. Con Kevin Spacey y Robin Wright, la ficción se convirtió en uno de los títulos más aplaudidos de los últimos tiempos. Su implicación, de todos modos, fue menor y una vez puesto en marcha el proyecto se alejó. Era, por cierto, su primera colaboración con Netflix, plataforma a la que ahora ha regresado con ‘Mindhunter’. Lo curioso es que esta última serie se le ofreció previamente a otras emisoras, que rechazaron sacarla adelante.
La nueva ficción de Fincher (él dirige cuatro episodios) sigue a dos hombres, los agentes Holden Ford y Bill Tench, que tratan de imponer la razón en un mundo donde la conducta religiosa y la moral lo marcan todo. El primero se empeñará en demostrar que existen componentes psicológicos y sociales que abocan a los asesinos a actuar de una forma en concreto. No se trata tanto de justificarlos como de entenderlos y prevenir casos posteriores. ¿Por qué matan los asesinos en serie? Esa es la pregunta que pretenden contestar.
«¿Cómo vamos a adelantarnos a los locos si no sabemos cómo piensan los locos?», se cuestiona en un momento Tench, que junto a Ford y a la psicóloga Wendy Carr pondrán en marcha un grupo de acción con la intención de colarse en la mente de los asesinos. Tuvieron que 'pelear' con policías que por aquel entonces no iban más allá de pensar que la sociedad estaba llena de manzanas podridas, a las que no intentaban entender.
Ford no tiene miedo en hacerlo y de hecho el espectador no tardará en verlo interactuar cara a cara y sin medidas de protección con un criminal capaz de atrocidades extremas. Se trata de Ed Kemper, que se presta a participar en las conversaciones que arrojarán como resultado el estudio final. Y es quizá este encuentro el que engancha al espectador a una serie sin un planteamiento sencillo, que tarda en arrancar, que está planificada para el largo recorrido. No se precipita en la acción ni recurre a trucos fáciles. Fincher, muy en la línea de 'Zodiac', propone un retrato lineal que invita al espectador a ser cómplice. Lo toma de la mano para presentarle el lado más oscuro de la condición humana.
El reparto lo componen Jonathan Groff, Holt McCallany y Anna Torv y quizá la elección del primero haya sido la causante de las dudas que en un principio ofrece la serie, ya que cuesta empatizar con su personaje.
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