'La voluntaria': Carmen Machi es demasiado buena para una ONG

En su segundo largometraje, 'La voluntaria', Reguera firma otro retrato femenino, aunque aquí el humor desaparece y da paso a un tono inquietante durante la primera parte del metraje. ¿Qué ha ido a hacer la protagonista, una médica recién jubilada, a un campo de refugiados sirios en Lesbos? ¿Qué la ha llevado allí? ¿El aburrimiento? ¿El sincero deseo de ayudar? ¿De qué huye? Son preguntas que el espectador nunca terminará de contestarse del todo.

A estas alturas, nadie debe sorprenderse del genio interpretativo de Carmen Machi. Gracias a ella la película se sostiene ante la debilidad de una trama que a veces resulta reiterativa y dibuja algunos personajes de manera caricaturesca. Su personaje siempre parece desubicado, fuera de sitio. Es una mujer mayor entre jóvenes que trabajan en una ONG y que tienen asimilados unos rígidos protocolos a la hora de tratar con los refugiados. «Esto no va de ser abuela durante un mes», le espeta el personaje de Itsaso Arana, que la abronca continuamente. Se ve que con ayudar no basta, hay que seguir unas férreas normas que convierten la labor humanitaria casi en un proceso industrial.

Esa novedosa visión poco complaciente con la labor de las ONG resulta lo más interesante de 'La voluntaria', que se interroga sobre el papel de Europa en las crisis humanitarias, los choques culturales y el buenismo. La aparición de un niño huérfano que no se despega de su perrito alterará definitivamente a la protagonista, que olvida para qué está en Grecia y sueña con adoptar al pequeño. Lo que viene después no por predecible deja de resultar doloroso y conmovedor.

Presentada en la sección oficial del pasado Festival de Málaga, 'La voluntaria' «aborda la complejidad del acto y el deseo de amar y cuidar», explica Nely Reguera. «Cuidarnos los unos a los otros es una labor que nos une, nos ayuda a crecer, nos humaniza. Sin embargo, ¿qué nos empuja a hacerlo? ¿El bienestar del otro o también nuestra propia satisfacción? ¿Es posible combatir la injusticia del sistema sólo con buenas intenciones y sin renunciar a nuestra comodidad? ¿Estamos dispuestos a asumir renuncias y sacrificios en nuestra sociedad occidental y consumista?».

El filme se rodó en un campo de refugiados auténtico en Grecia, Malakasa, a una hora de Atenas, y buena parte de los figurantes se interpretan a sí mismos. El niño protagonista, Hamam Aldrarweesh nació en realidad en uno de estos campos y actualmente vive en Alemania. Su personaje del pequeño Ahmed no abre la boca en toda la película, como símbolo de la incomunicación que se produce en estas torres de Babel diseminadas a las puertas de Europa. 'La voluntaria' aborda asimismo el vacío que sienten los profesionales que se jubilan y que intentan llenar su vida y seguir sintiéndose útiles.

Las contradicciones de la solidaridad y el complejo de culpa conviven con una visión agria de la familia, tal como sucedía en 'María (y los demás)'. Los tres hijos de la protagonista aparecen siempre lejanos y escépticos por videoconferencia (uno ni siquiera contesta a las llamadas). El germen del guion surgió tras la propia experiencia de la directora, que en 2016 trabajó como voluntaria en un campo de refugiados del norte de Grecia justo después del acuerdo con Turquía para que Europa cerrase sus fronteras. «Me preguntaba qué clase de sociedad tenemos para que yo venga aquí y me sienta más ayudada que lo que yo pueda hacer por ellos».