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Se habla mucho del nepotismo en Hollywood, de los «nepo babies», hijos de famosos que siguen la estela de sus progenitores con una facilidad pasmosa. El apellido de una celebridad, o varias, padre y madre, abre las puertas del éxito de par en par. Nada ... más nacer, con la alfombra roja bajo el brazo, ya están en la pole position sin apenas esfuerzo. Generalmente se cita en los medios más sensacionalistas a los niños actores. Brillan a temprana edad, sabiendo que es habitual que alguien de la familia siga los pasos creativos de sus ancestros, manteniendo encendida la llama del clan artístico. Ocurre en todos los departamentos técnicos del séptimo arte, de manera más anónima y con naturalidad, pero poco se habla de la labor de la dirección, heredada por algunos nombres que ya tienen gran parte del camino hecho. Es lo que tiene crecer visitando los rodajes desde pequeño, jugando entre luces, cámaras y acción.
Hay quien se abre paso por méritos propios, porque la profesión va en los genes, aprovechando el primer empujón, como es el caso de Brandon Cronenberg ('Antiviral'), a quien se ha unido recientemente su hermana Caitlin con 'Humane'. Afortunadamente, sus películas siguen la estela de papá Cronenberg, compartiendo las obsesiones del director de culto de 'Scanners' y 'Videodrome'. Ahora le toca el turno a Ishama Shyamalan, descendiente de M. Night Shyamalan, máxima responsable de 'Los vigilantes', actualmente en cartelera.
Ishama Shyamalan firma la dirección y el guion de 'Los vigilantes', a partir de la novela de A. M. Shine, tras realizar algunos videoclips y estrenarse en la ficción de la mano de la serie 'Servant', producida por su padre. El artífice de 'El sexto sentido' también figura como productor en los créditos de una apuesta de terror que exhibe, precisamente, lo mejor y lo peor de su filmografía, de ahí la entradilla de la presente crítica. A diferencia de Brandom y Caitlin Cronenberg, que se distancian estilísticamente de su ascendiente, aunque se inspiran en temáticas similares buscando una personalidad propia, Ishama replica formalmente los rasgos fundamentales de su progenitor y propone un relato en su misma senda, con los mismos hallazgos y errores. Parte de una premisa asombrosa, que abre las puertas al misterio, la tensión y el horror, pero la resolución del enigma no termina de convencer. Una chica aún traumatizada por la muerte de su madre, quince años atrás, se pierde en un bosque durante un viaje accidentado. En las profundidades del lugar son muchas las personas que desaparecen en extrañas circunstancias. Hay quien apela al folclore y lo sobrenatural. Intentando encontrar una salida entre los árboles, descubre una curiosa casa de hormigón donde cobijarse. Allí encuentra a más gente como ella, desesperada, que ven imposible escaparse debido a una amenaza exterior de difícil clasificación. Unas siniestras criaturas amenazan entre las sombras.
Muy bien resuelta visualmente, con nota, máxime teniendo en cuenta que estamos ante una cineasta con poco más de 20 años, nacida a las puertas del siglo XXI, 'Los vigilantes' se alarga en exceso y cuenta con algún giro sonrojante que permite que la historia avance porque sí. La narración camina con muletas, en un tercer acto algo decepcionante y previsible, bien orquestado en su aspecto pero insuficiente en todo lo demás tras un planteamiento tan llamativo. Dakota Fanning, físicamente perfecta para el papel principal, con su melancólica expresividad, encabeza el reparto, junto a Georgina Campbell ('Barbarian'), el casi debutante Oliver Finnegan y Olwen Fouéré ('Tarot'). El casting cumple con creces, mantiene el suspense, aunque la evolución de algunos perfiles se antoja titubeante y afecta a sus gestos. Como cuento de terror, sin pedir peras al olmo como espectador, se ve con agrado, pudiendo chocar especialmente la exposición del clímax, excesivamente hortera, ¿marca de la casa? Inquieta a buen ritmo, hasta que toca acelerar para llegar a la meta.
La hija mediana de Shyamalan apunta maneras, maneja la puesta en escena y el lenguaje cinematográfico con enjundia pero puede dar lo mejor de sí cuando deje de parecer un clon de su padre. De hecho, brilla más al comienzo, cuando todavía no ha irrumpido en escena el género fantástico. La sombra del director de 'El protegido' es alargada, es un buen punto de partida para aprender el oficio, dirige con magia, pero sus ideas recurrentes, a veces erráticas en su desarrollo, pesan demasiado en una ópera prima que busca cierta trascendencia.
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