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Vicky Luengo (Palma de Mallorca, 1990) ha presentado dos películas en el Festival de Málaga, 'El sustituto' y 'Chavalas', mientras sigue de gira teatral con 'Principiantes', dirigida por Andrés Lima. La protagonista de 'Antidisturbios', la serie que le ha brindado popularidad, atesora una larga carrera ... pese a su juventud y con 14 años años ya trabajaba en un musical. La comedia 'Chavalas', ópera prima de Carol Rodríguez Colás, la convierte en una fotógrafa artística a la que no le queda más remedio que abandonar la Barcelona fashion donde intenta labrarse un nombre al no tener un euro y regresar a Cornellá, el barrio del extrarradio donde creció. Avergonzada de sus orígenes y sin conciencia de clase, gracias a sus padres y sus amigas de siempre se reconciliará con el barrio. El filme se estrena el 3 de septiembre en cines.
-¿Es usted de barrio?
-De Cornellá, como en la película, no. He vivido toda mi vida en Barcelona, en Sagrada Familia. No es el extrarradio, pero sé lo que es una casa como la de la película. Vivía en un entresuelo, con mis dos abuelos andaluces, mi madre y mi hermano. Éramos cinco en casa. Tengo esas raíces.
-'Chavalas' cuenta que aunque queramos huir del barrio, este sigue estando dentro de nosotros. No podemos renegar de nuestros orígenes.
-Eso es. El mensaje principal es la identidad, aceptar quien eres para poder vivir feliz. Es imposible huir de tu familia, de tus orígenes, porque vas a vivir de espaldas a tu realidad.
- Ahora manda el postureo de Instagram, hacemos ver que llevamos una gran vida social.
-Sí. Las redes sociales nos exigen una imagen exitosa, tenemos que mostrar constantemente que nos va bien. Es una paradoja absurda, todos sabemos que lo que ponemos allí no es nuestra realidad. Tú sabes que no expones tu vida real, pero de los demás te crees lo que ves, su éxito continuo. Absurdo. Hay que intentar vivir según el presente y la verdad que te rodea. Es peligroso colocarte en esa burbuja de expectativas: cuanto más proyectas de tu vida en las redes, más te desconectas de ti.
-Hay una dimensión política en la peli: la falta de conciencia de clase de la protagonista. Ser de familia obrera no tiene cabida en el mundo Instagram.
-Parece que eso no exitoso, no es motivo de sentirse orgulloso. Por eso me gusta tanto 'Chavalas'. Desde Cornellá hay un autobús que va directo a Pedralbes, un barrio rico de Barcelona: para que la gente que trabaja en las casas vaya rápido. Eso te construye una identidad, el lugar donde naces y creces y la opinión que tienen los demás de ese sitio. No todos somos de Pedralbes.
-Estamos acostumbrados a ver estos barrios como escenario de otras historias de crímenes, drogadicción, paro…
-Aquí se muestra el barrio sin estigmatizarlo. Es la casa de las protagonistas. Me apetecía participar en una película que lo mostrara sin violencia ni delincuencia. Yo he trabajado mucho tiempo en TV-3 y tenía que coger el metro desde Sagrada Familia hasta Sant Ildefons, que es donde está rodada 'Chavalas'. Iba a las cinco de la mañana y nunca me ocurrió nada.
-Es importante la sororidad entre las protagonistas, uno de los grandes temas de este festival.
-Por supuesto. No hay muchas películas españolas con una historia de amistad femenina. Sobre todo que lo haga sin caer en rivalidades entre las protagonistas. Y sin una historia de amor de por medio.
-No hay hombres en la trama.
-Es que tenemos que empezar a cambiar en nuestra cabeza. En los peores momentos de mi vida, quien me ha salvado ha sido mi red afectiva de amistades. Tenemos muy jerarquizado el amor romántico, parece que tiene que estar arriba del todo, es lo que anhelamos. Y a mí me han sostenido mis amigas.
-A los 10 años le pidió a su madre que le apuntara a clases de teatro. Eso es tenerlo claro.
-Es curioso, si me preguntas cuándo decidí ser actriz te respondería que no me acuerdo. Nadie en mi familia se dedicaba a esto. Mi madre me apuntó a extraescolares porque trabajaba muchas horas y no podía estar conmigo por la tarde. Con 8 años ya estaba en teatro y a los 10 le dije que me apuntara a una escuela profesional. Esperaba que llegara el sábado como agua de mayo, iba de diez de la mañana a dos del mediodía. Era mi día favorito de la semana. Estaba feliz haciendo aquellas obras sobre leyendas, es como si lo de ser actriz me hubiera venido en el ADN.
-¿Cuándo fue la primera vez que se sintió actriz de verdad?
-En 2013. Representaba una función, 'Una historia catalana', en el Teatro Nacional de Cataluña al que había ido tantas veces con el colegio. Mis compañeros tiraban papelitos al escenario y yo les hacía callar. Cuando vi a mi madre de pie aplaudiendo me dije: ¡que soy actriz! Con 31 años he cumplido con creces las expectativas que tenía en cuanto a mi oficio. He trabajado con gente maravillosa y mi profesión me divierte profundamente. Ojalá eso no cambie.
-Ha llegado a rodar una película francesa sin hablar el idioma…
-Sí. Le mentí al director. Me dio dos meses para aprender francés. Me pasé cinco horas diarias estudiando como una loca y el primer día de rodaje me di cuenta de que seguía sin entender nada. Tenía 20 años. El director confió en mí y fue una de las experiencias más bonitas de mi vida.
-¿Hay algún peligro en ser 'la actriz del momento'?
-No me gusta ese título. Ser la actriz del momento significa que un día dejará de ser tu momento. Mi atención está en seguir trabajando, he sido una hormiguita que he ido poco a poco. Ahora recojo lo que he sembrado. Me siento privilegiada y espero que la perseverancia y el amor por mi oficio me permitan seguir.
-¿Qué le da miedo en su profesión?
-Me encanta tener miedo. A la inestabilidad, a que dejen de llamarme un día, a dejar de ser valiente, a aceptar trabajos que no vayan conmigo… Y sobre todo perder el amor por mi oficio. Puedes tener más o menos suerte y talento, pero no puede faltar el amor.
-Usted no es representativa del fracaso que amenaza a la generación milenial, a la que se le vendió que iba a cumplir todos sus sueños. De eso también habla 'Chavalas'.
-Se nos prometió todo y después de estudiar cinco carreras hay gente que sigue sin poder trabajar. O se van fuera porque allí están las oportunidades.
-¿Hay un antes y un después de 'Antidisturbios' en su vida?
Por supuesto. La serie me ha proporcionado una visibilidad que no tenía. Aprendí mucho, me llevo grandes amigos y le estoy muy agradecida a Rodrigo Sorogoyen por confiar en mí. Yo soy la misma actriz de antes, pero 'Antidisturbios' me ha colocado ante los ojos de la gente. Me ha cambiado la vida.
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