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Las protagonistas de 'Súper empollonas'.
Supercomedias made in USA

Supercomedias made in USA

'Súper empollonas', ha sido una de las comedias más aplaudidas durante nuestro aislamiento. Su descubrimiento es la excusa perfecta para repasar las películas de instituto, una corriente que cuenta con algunos clásicos indiscutibles

Martes, 19 de mayo 2020

El cine de los ochenta ofreció a los espectadores de todo el planeta civilizado un impagable rosario de comedias desmadradas vinculadas a la vida estudiantil que marcaron un estilo. Mal que les pese a los más cinéfilos, hoy en día se sigue explotando, con mayor acidez si cabe, la sorprendente popularidad de delirantes filmes convertidos en clásicos del humor made in USA como 'Desmadre a la americana' -el principio de todo-, 'La revancha de los novatos', 'Los incorregibles albóndigas' o la mítica saga 'Porky's', sin olvidarnos de las visiones existencialistas de la pubertad que realizaron creadores como John Hughes, responsable de la mítica 'El club de los cinco', y otros cineastas contemporáneos que aportaron su granito de arena a una década prodigiosa reivindicada con seriedad por un sector de la crítica especializada libre de prejuicios. Series que triunfan hoy en día en streaming, como 'Sex Education' o 'Esta mierda me supera', no existirían sin este caldo de cultivo. Precisamente una de las películas más comentadas durante la cuarentena ha sido 'Booksmart', disponible en Amazon Prime Video, titulada por estos lares 'Súper empollonas' con la intención de rascar algo de la fama de 'Supersalidos', otro título estimable en su hábitat que marcó la diferencia, ya en el siglo XXI.

Autores que crecieron con 'Los Goonies' y 'Regreso al futuro', pero también con 'Los rompecocos', 'Loca academia de policía' y 'Admiradora secreta', no reniegan de la comedia americana de los años ochenta como inspiración. De hecho, a finales de los noventa nuevas producciones con espíritu juvenil retomaron los lugares comunes de una corriente convertida en estilo para mantener encendida una llama que sigue dando calor a la taquilla en nuestros días. El peculiar subgénero, más que rentable en su explotación doméstica, se ha sofisticado y asilvestrado a un mismo tiempo, sin miramientos, dinamitando en ocasiones la corrección política desde dentro, dejando fluir, aprovechando la coyuntura, el caótico mundo en el que vivimos. Queda presente las idea ochentera de retratar los instintos primarios de los teenagers, sus traumas y sus anhelos, pero también se ve reflejado el cinismo extendido inevitablemente entre los adolescentes y universitarios, con un manto de salvajismo y escatología acorde a los tiempos que corren.

Vídeo. El tráiler de 'Súper empollonas'.

'Booksmart' pasó de puntillas por la cartelera convencional pero disfruta de una segunda vida bajo demanda. Es un buen ejemplo de lo bien que sientan unas risas para llevar mejor el salto de la pubertad a la la edad adulta. La actriz y cineasta Olivia Wilde debuta en formato largo con un coming of age enloquecido que actualiza las películas de instituto. Las protagonistas son divinas, bordan su papel y actúan de verdad, con momentos de dudosa corrección moral, lo que siempre es de agradecer. Destaca una secuencia de animación tremendamente iconoclasta que se salta las reglas de lo normativo, reclamando el empoderamiento femenino. Un filme con enjundia, bajo la aparente superficialidad, característica fundamental de una corriente que cuenta con un buen listado de títulos de culto que va ampliándose.

Los felices años 90

Hagamos un poco más de historia. En los noventa, con la irrupción de los hermanos Farrelly en el mainstream, las comedias se ensucian. Se descerebran. El humor negro hace acto de presencia con mayor frecuencia, disfrazado de estrella de la función, y a pesar de que todo parece estar inventado, los códigos se pervierten dando pie a propuestas donde reina el absurdo hasta límites insospechados, dentro de los márgenes del cine comercial. Ahí están 'American Pie', 'Fuera de onda', 'Viaje de pirados'... Desde 'Porky's' y compañía, las películas protagonizadas por adolescentes en celo con ganas de emociones fuertes han sido un interesante filón para la taquilla, pero nunca antes habían servido como excusa descarada para que algunos realizadores aportasen a la cinematografía mundial algo más que un puñado de clichés sobre amores juveniles no correspondidos y fiestas de fin de curso donde la perdida de la virginidad es una obsesión.

Efervescentes dosis de sarcasmo y tímidas pataditas al sistema son evidentes signos de provocación latentes en los títulos más representativos de la comedia juvenil americana, un movimiento que, principalmente, está presente en la historia del cine por su capacidad para crear imágenes delirantes a partir de situaciones patéticas. Siempre, eso sí, bajo un halo comercial que enfatiza el carácter transgresor de los planteamientos más valientes. Evidentemente, para encontrar materia prima decente hay que escarbar en el basurero y desechar numerosas películas tan infantiles como oportunistas que sólo se quedan con el envoltorio. No es oro todo lo que reluce ni tontorrón todo aquello que lo parece. Hay muchas propuestas que merecen ser citadas, como la inefable 'Colega, ¿dónde está mi coche?' (Danny Leiner, 2000), un canto al absurdo que deviene un filme surrealista que mezcla géneros con desparpajo y ofrece al espectador un show tan inusual como grotesco plagado de humor lerdo, a ratos increíblemente ingenioso. Una cinta de auténtico culto, al igual que 'El caramelo asesino' (Darren Stein, 1999), una negra, cruel y mordaz barbarie que goza de tres lenguaraces protagonistas capaces de cualquier cosa con tal de preservar su empalagosa imagen. El horror se deja ver entrever, entre toneladas de maquillaje, al igual que en la más explícita 'El diablo metió la mano' (Rodman Flender, 1999), o cómo juntar la serie B de terror con la comedia teen de los ochenta y hacer reír en el intento. Juergas de botellón, frikis enamorados... ¡y amputaciones!

Tópicos por aquí, tópicos por allá, dados la vuelta, por delante y por detrás, especialmente en la paródica 'No es otra estúpida película americana' (Joel Gallen, 2001), cuyo título lo dice todo y más. Versión trash de todo lo expuesto, que ridiculiza las comedias juveniles en su propio campo, empapando de hilaridad -y mal aliento- su habitual discurso. Conviene ver este atentado contra el buen gusto en un programa doble junto a 'Ya no puedo esperar' (Harry Elfont y Deborah Kaplan, 1998), una pieza coral de indudable acierto que rentabiliza no ser virgen ni popular y tener que bailar con lo peorcito del instituto. El acné alcanza niveles pérfidos y explota delante del espejo, donde se refleja la desfachatez del ser humano. Recordemos también, aprovechando la coyuntura, la desopilante 'Mallrats', fechada en 1995, pergeñada por el ínclito Kevin Smith, un tipo influido sin complejos por la cultura popular.

Cinco títulos de culto

  1. Amy Heckerling, 1995

    Fuera de onda

Alicia Silverstone en 'Fuera de onda'.

La desaparecida Alicia Silverstone protagoniza este retrato mordaz de una pija de instituto que vive para cultivar su imagen y popularidad hasta rayar la enfermedad. Situaciones y personajes mil veces vistos en este tipo de comedias de high school reciben un buen varapalo gracias a un sentido del humor más sutil de lo aparente y una clara intención de recrear el lado más sinsorgo de la vida del estudiante (sobredimensionado en la actualidad gracias a Instagram). Existe una serie de televisión, superficial y anodina, que poco tiene que ver con este desvergonzado título. Cuestión de fondo.

  1. Paul Weitz, 1998

    American Pie

Vídeo. El tráiler de 'American Pie'.

Jason Biggs, teenager irredento a día de hoy, copula con una tarta de manzana ante los desorbitados ojos de su padre en una escena que ha pasado a la historia del celuloide por la puerta de atrás. El título que revolucionó las comedias para adolescentes, volviendo a ponerlas de moda, es una entretenida revisitación de las cintas estudiantiles que caricaturiza sin recelo las manías y obsesiones -sobre todo sexuales- de la chavalería estadounidense mientras dibuja, garabateando, un emotivo canto a la amistad. Convertida en saga, las siguientes entregas no han hecho honor a su origen.

  1. Alexander Payne, 1999

    Election

Vídeo. El tráiler de 'Election'.

El marco de un instituto sirve como excusa mismísimo Alexander Payne ('Nebraska', 'Entre copas') para parodiar el mundo de la política. Bajo la apariencia de una comedia totorrona al uso se esconde una metáfora hábil e incipiente, aderezada con diálogos ocurrentes que superan con creces la media de este tipo de producciones. Reese Witherspoon interpreta a una estudiante arribista que quiere convertirse en delegada de la clase a cualquier precio. Real como la vida misma. No estaría de más que la revisasen nuestros políticos.

  1. Todd Philips, 2000

    Viaje de pirados

Una imagen de 'Viaje de pirados'.

Road movie canalla y borrachuza, dirigida por el máximo responsable de 'Joker', con un lio de faldas como motor de la acción, un signo de falta de origialidad que se olvida a la primera de cambio ante el festival de descerebre mental que se pasea ante los ojos del público. No en vano el cómico destroyer Tom Green hace acto de presencia en el cotarro, haciendo honor al adjetivo «colgado». A este filme cervecero le salió un hermano pequeño, 'Eurotrip'.

  1. Adam Rifkin, 1998

    Cero en conducta

Vídeo. El tráiler de 'Cero en conducta'.

Un grupo de adolescentes con las hormonas disparadas, capitaneados por Edward Furlong -todavía con el cerebro en on-, se ven implicados en un viaje iniciático cuya meta es colarse en un concierto de Kiss, su grupo favorito. El poder de la música entre la juventud y su incertidumbre ante el futuro, entre otros temas propios de la edad, son la trama subterránea de un filme, a ratos nostálgico, que busca la diversión con un ritmo endiablado y una sucesión de escenas rematadamente impagables.

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