«No sé hacer lo que hacen Spielberg o Cameron; para mí menos siempre es más»

Mucho de ello hay en 'Llaman a la puerta', su último largometraje, que este viernes llega a la gran pantalla. Adaptación de 'La cabaña del fin del mundo', la novela de Paul Tremblay, la ficción comienza cuando cuatro extraños, liderados por Leonard, al que da vida el gigante Dave Bautista, irrumpen de forma violenta en la cabaña en la que Andrew, Eric y la pequeña Wen pasan unos días de vacaciones. Afirman que el apocalipsis está al caer y que uno de los tres tiene la clave para evitarlo.

Las dudas y los interrogantes sostienen la tensión de una cinta, de la que es mejor saber lo mínimo antes de adentrarse en la sala, que remite a otras películas del cineasta como 'Señales' (2002) o 'La joven del agua' (2006), en las que Shyamalan se sirve de pocos personajes y escenarios para contar, desde lo más mundano, una historia de tintes épicos. «Es que no sé hacer lo que hacen Steven Spielberg o James Cameron, no soy bueno en eso del espectáculo; para mí menos siempre es más», explica desde una habitación del Hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid, donde el cineasta está haciendo promoción. Y pone como ejemplo el sushi: «Muchas veces, añadiendo ingredientes, te cargas el plato. Lo esencial es tener pocos ingredientes pero de la mejor calidad».

Curiosamente la película llega a las pantallas españolas cuando el llamado Reloj del Apocalipsis, ese minutero simbólico que, cada cierto tiempo, ajusta su hora para indicar lo cerca que estamos del fin del mundo, se ha situado a noventa segundos de la medianoche. «Es un miedo que siempre está ahí», reflexiona el director de 'Múltiple'. Admirador de películas «apocalípticas» como 'La noche de los muertos vivientes' o 'Los pájaros', asegura que lo que más le gusta de la historia que estrena es que «los personajes, de alguna manera, te dicen que todo lo que ves en televisión que crees que debería preocuparte, en realidad debería hacerlo. Son como señales de que se acerca el fin del mundo y la película va un paso más allá: todo esto que está pasando no solo es horrible sino que significa que vamos a llegar al final», remata, provocando la risa de los seis periodistas.

Se mueve Shyamalan con soltura entre la luz y la oscuridad, pero en sus filmes siempre hay un resquicio para la esperanza y eso que reconoce que, a medida que se ha ido haciendo mayor -quién lo diría, con esa cara jovial y sonriente-, sus miedos como padre de tres hijas han ido en aumento. «Siempre estoy nervioso y preocupado. Me pregunto dónde están o dónde habrán ido. Y eso es bueno para narrar historias, pero no necesariamente para la vida», se sincera.

Pese a que se trata de una adaptación -y van dos seguidas-, el cineasta ha hecho bastantes cambios sobre la novela, de tal forma que quienes se hayan leído la obra de Tremblay aún tendrán espacio para la sorpresa. Responsable de algunos de los giros de guion más impactantes de la historia del cine, afirma Shyamalan que los 'spoilers' ya han dejado de preocuparle. «Desde que hice 'La visita' me da la sensación de que el público se autoprotege de alguna manera, hay un código oculto y el final de una película no te llega de forma pasiva», comenta. Poco que ver con los tiempos en los que una película como 'Señales' se filtraba antes del estreno en internet, pero es que «antes vivíamos en el salvaje oeste», señala divertido.

El largometraje corrobora, además, que detrás de los músculos del exluchador Dave Bautista hay un excelente actor, capaz de mostrarse delicado y tierno. 'Blade Runner 2049' puso en la pista al director. «Necesitábamos a un tipo gigante, capaz de interpretar muchos monólogos», recuerda, y la cinta de Denis Villeneuve vino a la cabeza del cineasta. «Él estaba aterrado porque nunca había hecho nada parecido a esto. ¡En una escena tiene más texto que en toda la saga de 'Guardianes de la galaxia'! Pero le dije que era el adecuado porque esa parte inocente y esos miedos eran una ventaja para forjar el personaje».

Solo Bautista dudó. Hace años que Shyamalan financia sus propios proyectos y utiliza Hollywood «casi como una plataforma de distribución». Dice que ahora la relación «se parece más a como era antes, donde la industria nutría a la gente que contaba historias. Mi fórmula es más saludable. Soy el dueño y puedo hacer cosas raras sin que nadie me cuestione».