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OSKAR BELATEGUI / BORJA CRESPO
Jueves, 4 de abril 2019
Florian Henckel von Donnersmarck, director de la inolvidable 'La vida de los otros', regresa con un nuevo drama que vuelve a repasar la historia reciente de Alemania. Un ambicioso fresco que rebasa las tres horas y que sigue la vida de un artista desde los ... años del nazismo al régimen comunista de la RDA. Dos nominaciones al Oscar (mejor película de habla no inglesa y mejor fotografía) avalan un melodrama histórico inspirado en la vida del pintor Gerhard Richter.
«A Richter le preguntaron una vez sobre el poder del arte», cuenta el director. «La clave de su respuesta fue que creía que esa no era la palabra adecuada. Para él, el arte no tenía ningún poder, sino que es algo que existe para dar consuelo. Reflexioné durante mucho tiempo sobre lo que quiso decir, ya que yo opinaba lo mismo. Y aunque suene dramático, creo que significa que toda gran obra de arte es una prueba concreta de que un trauma puede transformarse en algo positivo».
El trauma que condicionará la existencia del protagonista (Tom Schilling) es un episodio que vive de niño y que alimentará sus pinturas cuando sea un estudiante de arte. Enamorarse de su compañera de clase implica enfrentarse al padre de ella, un reputado médico antisemita que no aprueba la relación de su hija y que está decidido a destruirla. Lo que ninguno de ellos sabe es que sus vidas están conectadas por un crimen cometido hace décadas.
'La vida de los otros' no oculta su ambición de abarcar un periodo histórico amplísimo, del germen del nazismo a las grietas del Muro de Berlín. Su estrategia es adoptar los ropajes del culebrón, con un romance que trata de salir adelante contra viento y marea y un villano mefistofélico al que da vida Sebastian Koch, inolvidable protagonista de 'La vida de los otros'. Para redondear la epopeya, el auténtico Gerhard Richter ha escrito una carta al 'New Yorker' acusando a Henckel de distorsionar gravemente su biografía.
'La sombra de los otros' peca de gravedad y ambición temática. Es una de esas películas conscientes de su 'importancia', que enlaza un tema tras otro: las barbaridades de los médicos que ensayaron experimentos en el régimen nazi, el clasismo de la sociedad alemana, la capacidad del arte para sanar heridas... En la Mostra de Venecia, la crítica acusó a Henckel de trivializar los asunto que aborda con sus inconsistencias narrativas, gratuitos montajes musicales y, sobre todo, con su pobre discurso sobre la verdad del arte como reproducción de la realidad.
Pierre Schoeller dirige a la crème del cine francés en esta meticulosa y fiel recreación de la Revolución francesa, de la toma de la Bastilla en 1789 al guillotinamiento de Luis XVI en la Plaza de la Concordia en 1793. Una superproducción histórica de 17 millones de euros que sitúa al pueblo llano en el centro de la acción. «Priman los sentimientos sobre el mensaje político», advierte el director. «Al rey, Robespierre y Marat ya los conocemos. Siempre he sentido que no se valoraba lo suficiente a la gente normal. Cuando se reunían en la Asamblea Nacional era como si el país entero estuviera allí». Nuestros guías a través de los acontecimientos serán una joven lavandera y un buscavidas sin familia ni apellido, que descubrirán la euforia del amor y la revolución.
Unos padres que revelan a su hijo lo que de verdad sienten por él protagonizan el primer episodio de una irregular película de sketches, que pasó con más pena que gloria por el Festival de Málaga. Los premiados cortometrajistas Esteve Soler, Gerard Quinto y David Torras saltan al largo con un filme trufado de humor negro, en la onda de 'Relatos salvajes', que captura siete fragmentos de la realidad cotidiana en una 'sociedad del bienestar' con mucha mierda bajo la alfombra.
No hay que buscar horror de nuevo cuño en la línea de 'Nosotros' o 'Hereditary' en la nueva adaptación de 'Cementerio de animales', una de las obras más espeluznantes del maestro Stephen King. La versión de 2019 camina por similares derroteros que la reciente 'It', busca angustiar al espectador medio en la sala oscura sin salirse de la fórmula que encandila al público juvenil, target principal de esta propuesta de terror contemporáneo, masticado y plagado de sustos propios de un tren de la bruja, que se sitúa, inevitablemente, por debajo de la cinta de 1989 dirigida por Mary Lambert con guión del propio King.
Hay susceptibles cambios en la historia del misterioso lugar donde aquello que entierras muerto vuelve a cobrar vida. Precisamente los nuevos elementos introducidos se antojan tics con poco fuste del género actual. No faltan guiños sanguinolentos al filme de antaño. La atmósfera que consiguen Kevin Kölsch y Dennis Widmyer, que ya están preparando la segunda entrega de 'Mama', es lo mejor de una obra que engrandece el culto a su predecesora, a pesar de llegar a la meta que se propone: asustar al gran público.
Dibujos animados daneses de la mano del director de 'El pequeño vampiro', protagonizados por un niño que quiere salvar el mundo a lomos de su alfombra mágica. Los 'Cuentos de las mil y una noches' inspiran esta cinta con una simpática cabra, caimanes con mala leche y un sultán con ansias de poder. Un comodín en la mano de los padres que se enfrentan a las vacaciones de Semana Santa.
Dennis Quaid reaparece en una nueva entrega de ese cine católico que ha encontrado su nicho en las salas españolas. El filme relata la historia real de 'I can only imagine', la canción religiosa contemporánea más escuchada de todos los tiempos, compuesta por el cantante Bart Millard, de la banda cristiana MercyMe. Según el 'Hollywood Reporter', «dura menos de dos horas, pero parece una eternidad».
Las memorias de Garrard Conley que adapta 'Identidad borrada', publicadas en 2016, llevan como título 'Chico borrado, unas memorias de identidad, fe y familia'. Lucas Hedges encarna al adolescente protagonista, el hijo de un pastor baptista de un pueblo de Estados Unidos, que a los 19 años les confiesa a sus padres (Nicole Kidman y Russell Crowe) que es gay. Por temor a perder a su familia, los amigos y su fe, acepta ingresar en un programa de terapia de conversión para gais.
Joel Edgerton, director de una película triste y hermosa como 'Manchester frente al mar', aborda una realidad espeluznante aunque esquiva el tremendismo y apuesta por buscar la lágrima del gran público. Hay alguna imagen impactante cargada de simbolismo, como una paliza con una biblia, pero no se carga las tintas en el retrato de unos padres beatos incapaces de aceptar a su hijo como es. Quizá porque esos papeles corren a cargo de dos superestrellas como Kidman y Crowe.
«Ninguno de los que privaron a Garrard de ser él mismo era una mala persona», reflexiona el director. «Todos estaban convencidos de hacer lo que debían. Solo podía contar su historia con la mayor sinceridad posible. Estaba decidido a tener en consideración la posición y las creencias de cada uno de los personajes. No describiría a villanos si no lo eran, habría sido demasiado fácil y deshonesto».
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