Éric Rohmer, seudónimo de Maurice Henri Joseph Schérer (Tulle, 1920 - París, 2010), del que se acaba de conmemorar su centenario, fue periodista, profesor de francés, novelista, guionista y crítico de cine, además de director. Fue director de aquella mítica revista 'Cahiers du Cinema', de finales de los cincuenta que agrupó en ella a los futuros directores de la 'nouvelle vague' como Truffaut, Godard o Chabrol, siendo su figura intelectual más importante. Su nombre artístico lo tomó del director de cine austrohúngaro Erich von Stroheim y el novelista británico Sax Rohmer, autor de la serie 'Fu Manchú'. En 1950, mientras filmaba su primer cortometraje, 'Journal d'un scélérat', fundó junto a Jean-Luc Godard y Jacques Rivette la revista de crítica cinematográfica Gazette du Cinema. Sería su compañero de 'Cahiers' Claude Chabrol quién le produjo su primer largometraje, 'El signo de Leo', en 1959.
Escrita por el propio Rohmer junto a Paúl Gégauff, 'El signo de Leo' cuenta como Pierre Wesselrin, un músico bohemio, abúlico y sin dinero que vive en París, nacido bajo el signo de Leo, piensa que la suerte está de su lado. Un día recibe un telegrama en el que se le notifica la muerte de su acaudalada tía. Como ella sólo tenía dos parientes vivos, Pierre piensa que él recibirá, al menos, parte de la herencia, así que celebra una fiesta para celebrar la noticia con sus amigos. La película se inspira en una historia que le ocurrió entre 1954 y 1955 a Paúl Gégauff en Barcelona. Había dilapidado la herencia de su abuelo y se encontró a mitad del verano en la capital catalana sin dinero. Algunos días se convirtió en un vagabundo esperando un dinero que no le llegaba.
Protagonizada por los casi desconocidos Jess Hahn, Van Doude y Michèle Girardon junto a la entonces incipiente estrella Stéphane Audran, y con Jean-Luc Godard interpretando a un melómano en un breve personaje, se rueda en localizaciones de París entre el 22 de junio y el 10 de agosto de 1959. Rohmer compatibilizó el rodaje con su trabajo al frente de 'Cahiers du Cinema'. Sin embargo, tras el rodaje comienzan a surgir los problemas que el director definió como que «había sido besado por el infortunio». La película planteaba una historia en la que se alternan la suerte y la desgracia, mediatizadas por las leyes del azar. Una película contenía un profundo aliento vital, con un perceptivo sentido de la observación y un frescor narrativo que la convierten en un título clave del cine francés de los 50.
Así contó Rohmer el calvario que pasó y que retrasó el estreno del filme hasta 1962: «El distribuidor que debía lanzar la película se desdijo; por una serie de razones demasiado complejas para recordarlas, el filme pasó de las manos de Chabrol, que lo había financiado, a la de un productor sin escrúpulos que, en contra de mi voluntad, lo remontó de nuevo. Naturalmente me opuse. En Francia los autores están protegidos por las leyes, afortunadamente, pero entre unas discusiones y otras pasaron tres años. Aquel retraso me resultó fatal. El filme apareció en un momento en que el entusiasmo por la 'nouvelle vague' se estaba agotando, y después de tres semanas fue retirado de la sala de París en que se había estrenado, La Pagode, en la cual estaba siendo proyectada».
El estreno en París fue el 3 de enero de 1962, con críticas muy aceptables, pero con escaso éxito de taquilla. La película «solo tuvo éxito en Alemania y en algunos países centroafricanos», según reconoció Rohmer con sorna.
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