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La película más salvaje, incómoda y políticamente incorrecta de la cartelera está dirigida por un señor de 77 años, un punki ajeno a modas que en el pasado Festival de Málaga, donde 'El diablo entre las piernas' obtuvo el premio a la mejor dirección, recordó ... que sigue siendo uno de los grandes nombres de la cinematografía mexicana. Hijo de un productor, Arturo Ripstein empezó en el cine de la mano de Luis Buñuel en 'El ángel exterminador'. De él heredó su lucidez y nihilismo.
El autor de 'Principio y fin', 'Profundo carmesí', 'La reina de la noche' y 'El coronel no tiene quien le escriba' ha adaptado a escritores como como Juan Rulfo, Guy de Maupassant y García Márquez, arrebatando al espectador europeo por su carácter de heredero directo, sin tapujos ni coartadas, del melodrama charro más sórdido, miserable y populista. Pero, al contrario de realizadores como Emilio Fernández, Ripstein hace gala de una puesta en escena de recargada severidad y estilización visual. En sus películas abundan los planos secuencia, como es el caso de 'El diablo entre las piernas', filmada en un cuidadísimo blanco y negro obra del director de fotografía Alejandro Cantú. Casi podía ser una obra teatral, ya que la acción no sale del caserón de la pareja protagonista, más allá de unas secuencias en un garito de tango que le encantaría a David Lynch.
El filme explora la percepción sobre la sexualidad de un hombre viejo (así figura en los créditos, El Viejo), que durante las dos horas y media de metraje insulta y denigra a su esposa. Es un erotómano amargado y de vuelta de todo, que soñó con ser médico y se quedó en farmacéutico. Saca fotografías de los traseros de las mujeres con las que se acuesta en un festival de carnes flácidas que puede herir sensibilidades: en esta película se desnuda y tiene sexo gente de 70 años. Mientras, su esposa busca hombres fuera, aunque poco a poco vamos comprendiendo que ninguno de los dos hará nada para que la situación cambie.
«Las historias de pasión están restringidas a los jóvenes. La locura de amor parece que solo se diera en la juventud, más aún si tiene un componente sexual, se buscan cuerpos hermosos. Pero de los viejos se habla poquísimo. Esta película habla de viejos pasionales, de viejos desnudos», describe el realizador, que vuelve a contar con un guion de su cómplice y pareja sentimental durante 35 años, Paz Alicia Garciadiego. La riqueza y musicalidad de los diálogos en boca de unos actores excelsos alivia el ritmo pausado del filme de la historia del cine que más veces contiene la palabra «puta».
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