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Una niña pija, de clase más que acomodada, se topa con un inadaptado del que se enamora perdidamente. Él, físicamente un sosias de nuestro impredecible y mediático cantante de trap Cecilio G., es un auténtico desastre. Adicto a las drogas, vagabundea por las calles buscándose ... la vida tras haber sido expulsado del hogar familiar. Ella, el diente de leche al que alude el título original en anglosajón ('Babyteeth'), es una adolescente en crisis que busca desesperadamente una boya a la que aferrarse en las procelosas aguas de la incipiente juventud.
'El glorioso caos de la vida', rimbombante bautizo nominativo en nuestra cartelera, habla de la búsqueda del amor, sin atajos, mostrando la variedad de tonalidades grises. Con un reparto agradecido, que engrandece cada escena, estamos ante una propuesta en la línea de 'Ladybird', que exprime el poder de la palabra y la relación entre los personajes, atendiendo a los postulados del cine indie, especialmente en su tramo inicial, antes de caer en ciertos vaivenes de identidad. El metraje, dos horas de relato, lastra ligeramente los hallazgos del planteamiento.
'El glorioso caos de la vida', debut en formato largo de Shannon Murphy, avanza a base de escenas fulgurantes, cuya puesta en escena, aparentemente simple, aportan valiosa información al estado emocional de los protagonistas. Presentada en el Festival de Venecia, donde Toby Wallace, visto en la serie 'The Society', recibió el Premio Marcello Mastroianni al Mejor Actor Joven por su llamativo trabajo frente a la cámara, el filme se basa en una obra de la dramaturga y actriz australiana Rita Kalnejais, responsable del guión de un drama que, lejos de cargar las tintas en su lado trágico, decide sacar chispas al sentido de nuestra existencia antes de perderse con algunos tics inevitables.
Eliza Scanlen, maravillosa intérprete descubierta en 'Mujercitas' tras participar en 'Heridas abiertas', borda el rol de chica perdida que no se encuentra a gusto en su realidad. Su madre es adicta a las drogas legales -brutal Essie Davis en 'Lambs of God'-, no encuentra la felicidad, a pesar de que cuenta con todo tipo de facilidades. Mientras, el patriarca, un psiquiatra pasado de vueltas -en la piel de Ben Mendelsohn, siempre con carisma-, necesita emociones fuera de casa para sobrevivir ante los problemas familiares. En medio de este desequilibrio emocional, la enfermedad irrumpe en escena, pero lejos de parecerse a 'Bajo la misma estrella' o 'Elegir un amor', decide tratar el tema del cáncer por otros derroteros, menos sensibleros pero igualmente impactantes, aunque el riesgo que parece tomar la película en su arranque va perdiendo fuelle a medida que se acerca el clímax.
Un punto a favor de 'El glorioso caos de la vida' es el tratamiento de los personajes secundarios. Están trazados con una personalidad clara para despertar emociones en los personajes principales. Sin duda, la sombra de la enfermedad que sufre la protagonista es alargada y cabe preguntarse cómo sería la película sin este detalle importante en la trama. Probablemente ganaría enteros, ya que describir un romance oscuro como salvavidas frente a la muerte adquiere un cariz diferente en un escenario más prometedor que traiciona creativamente el tono final de la apuesta. Con todo, cuenta con secuencias vitales, algunas sumamente inquietantes, como la que transcurre en el cuarto de baño del colegio de chicas, donde una compañera de clase le pide a la protagonista que le preste su peluca para hacerse un selfie y mandárselo a su peluquero. Escalofriante.
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