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El cine bélico como espectáculo vuelve a tomar posiciones en la cartelera. 'Midway' toma la estructura de un videojuego para ofrecer al espectador un despliegue de medios excepcional comandado por un experto en la materia, el veterano Roland Emmerich, cuya musculatura visual peca ... de haberse inyectado demasiados esteroides. El exceso de anabolizantes nublan los aciertos de las primeras producciones dirigidas por el director alemán afincado en Hollywood, que llegó a su punto culmen con 'Independence Day', cuya secuela estrenada dos décadas después carecía de la gracia del filme de mediados de los años 90, donde los diálogos desenfadados eran marca de la casa, hoy símbolo de un época dorada del cine de acción sin cortapisas morales. Su última apuesta parte de un hecho histórico, la Batalla de Midway, cuando la flota estadounidense se enfrentó a la Armada Imperial Japonesa, marcando un punto de inflexión en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial en 1942, tras la demoledora ofensiva a Pearl Harbor.
En 'Midway' se describen los preparativos del contraataque de EE.UU. a Japón, con todo lujo de detalles a la hora de contemplar el enfrentamiento entre los bandos, los bombardeos y el ametrallamiento entre vehículos aéreos. Ed Skrein ('Juego de tronos'), Woody Harrelson ('Los juegos del hambre'), Patrick Wilson ('Aquaman'), Luke Evans ('La bella y la bestia'), Aaron Eckhart ('Sully'), Nick Jonas ('Jumanji: Bienvenidos a la jungla'), Mandy Moore (''Un paseo para recordar') y el veterano Dennis Quaid, que ya colaboró con Emmerich en 'El día de mañana', figuran como reparto principal en una película que se instala desde el primer momento cómodamente en el cine de entretenimiento. Serie B con alto presupuesto, mucho ruido y furia artificial que merece su atención en pantalla grande, donde brillan sus virtudes. Uno de los puntos a favor de la historia es la inclusión de la figura del mismísimo John Ford, quien se alistó en el ejército para rodar imágenes del conflicto bélico con fines documentales.
«Estoy encantado de haber tenido la oportunidad de contar esta historia, porque los jóvenes de hoy no siempre conocen las historias sobre aquellos que lucharon por su libertad», cuenta un entusiasmado Emmerich, mas centrado en el poderío visual de la batalla que en la posibilidad de ofrecer una nueva perspectiva sobre la historia real. «Creo que sin la generación que luchó en la Segunda Guerra Mundial, nuestro mundo sería muy diferente. Sufrieron muchas dificultades y muchas personas murieron por ello, pero murieron por una razón. Hubo una verdadera lucha contra el fascismo en el mundo. Hoy en día, a veces nos olvidamos de estas cosas, pero las películas pueden servir como un vívido monumento para ellos. Queríamos honrar esa pelea y a aquellos que dieron tanto por ella».
Se cruzan tres relatos, uno protagonizado por los pilotos a bordo del portaaviones USS Enterprise; una segunda historia centrada en el trabajo de un oficial de Inteligencia Naval, un descifrador de códigos y un almirante de peso; y una tercera trama que describe los vaivenes de los oficiales japoneses, siempre atendiendo a personajes históricos.
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