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El principal problema de la nueva adaptación de 'Las aventuras del Doctor Dolittle' es su sentido del humor, del que no es fácil ser cómplice como espectador. Si se entra en el juego, de la mano de un Robert Downey Jr. desatado, lo complicado es ... sumirse en el tedio, a pesar de su estética artificial. Probablemente estamos ante un antojo del rostro cinematográfico de 'Iron Man', también productor de una versión que cuenta con el terrible lastre de las torpes películas inspiradas en la obra literaria de partida con Eddie Murphy como rey de la función (y secuelas con un casting diferente), moviéndose en una época más actual, a diferencia de un material de partida que aquí se respeta al máximo.
El extravagante Dr. Dolittle, un reputado veterinario, tiene la capacidad de comunicarse con los animales. Tras la muerte de su mujer vive encerrado en su mansión, pero debido a las circunstancias se ve obligado a emprender un viaje mar adentro que entronca perfectamente con las aventuras de piratas de antaño que tantas infancias marcaron. Tan divertido punto de partida cae en manos de Stephen Gaghan, cuyo currículum dista de un proyecto de estas características. El responsable de 'Syriana' y 'Gold, la gran estafa' se ha permitido un salto en el camino en su trayectoria y ha filmado una comedia predecible, con música de Danny Elfman y fotografía de Guillermo Navarro, que traslada a imagen real el personaje del escritor Hugh Lofting, cuyos textos han cautivado a lectores de todas las edades.
Dolittle cuenta con la asombrosa habilidad de dominar los complejos lenguajes del mundo animal. Sus aventuras han saltado a diferentes medios, desde la literatura a la radio, teatro, televisión o el propio cine. Antes de que Eddie Murphy lo convirtiese en otra cosa a finales de los años 90, tuvo una versión dirigida en 1967 por el versátil Richard Fleischer, 'El extravagante doctor Dolittle', protagonizada por Rex Harrison, una propuesta digna que fue candidata al Oscar a la mejor película, aunque pasó sin pena ni gloria.
La nueva adaptación, inferior en su resultado, se apoya sobremanera en el talento histriónico de Downey Jr., rodeado de un catálogo de animales que cobran vida gracias a los avances de la nuevas tecnologías. Precisamente aceptar el abuso de efectos visuales es otro peaje que hay que pagar para entender un producto puramente comercial, para todos los públicos, así hay que degustarlo para su correcta digestión. Un artefacto de entretenimiento que parte del deseo de su director de firmar una película que encandile a sus hijos pequeños, el principio del ocaso de muchas carreras en la profesión de cineasta.
«Dolittle es ese superhéroe cuyo superpoder es escuchar», explica Gaghan. «El motivo por el que es capaz de comunicarse con todas esas criaturas es ese núcleo de profunda empatía que lo caracteriza. En un momento histórico en el que la demonización está a la orden del día, 'Las aventuras del Doctor Dolittle', es, en el fondo, una historia sobre el valor de hacerse escuchar. Todas las criaturas tienen algo que decir. Hay puntos de vista en la naturaleza que merecen nuestra atención. Si trasladas eso a la comunidad humana, hay un mensaje. La película trata de buscar las similitudes en lugar de las diferencias. Siempre que hacemos eso en nuestro día a día, somos mejores personas». Buenos sentimientos no le faltan a un estreno que pierde encanto en su versión doblada al no contar con las voces originales de Rami Malek, Octavia Spencer, Emma Thompson y John Cena. Nuestro Antonio Banderas es el rey pirata Rassouli, señor de la Isla de Monteverde.
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