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Hace cuatro años que Ricardo Gómez (Collado Villalba, 1994) abandonó 'Cuéntame', pero los periodistas seguimos preguntándole por la serie que le mantuvo como Carlitos diecisiete años en antena. Desde entonces, el actor ha encadenado obras de teatro y películas como 'El sustituto', a competición en ... el Festival de Málaga. Oscar Aibar dirige este thriller ambientado en la España de 1982, en el que un policía llega a un pueblo del Levante y descubre la presencia de oficiales del Ejército nazi viviendo un retiro dorado y haciendo negocios inmobiliarios.
-'El sustituto' se inspira en hechos reales: hubo nazis viviendo en la costa mediterránea.
-Sí. Cuando Oscar Aibar me pasó el guion y me dijo que lo quería hacer conmigo, lo primero que le pregunté es si era verdad. Cuando contaba a la gente de qué iba también me decían si era verdad. Oscar es un experto en la II Guerra Mundial y el exilio nazi. Cuando empecé a documentarme me quedé helado, pero también sorprendido de que no se hubiera contado antes. Encontré algún 'Informe Semanal', pero el tema nunca se ha llevado a la ficción.
-No solo disfrutaban de impunidad, sino que hacían negocios.
-En la película hay una parte documentada cien por cien real y después otra que es pura ficción. A día de hoy, existen los bungalows y apartahoteles donde rodamos, que son de alemanes que se asentaron en la zona e hicieron negocios inmobiliarios. ¿Todos eran nazis? No me atrevo a decirlo, pero algunos de ellos sí.
-Su personaje está tan obsesionado por su trabajo que descuida a su familia. ¿Como actor le ha ocurrido algo parecido?
-Es algo que se ha visto mucho en el cine. Pienso en 'Zodiac', que fue una referencia para el personaje. Creo que te puedes obsesionar en cualquier profesión, seas actor, periodista de investigación o policía. Tiene que ver con la personalidad y el momento de cada uno. Yo nunca he sentido que descuidaba a mi círculo más cercano por el trabajo, aunque me ha robado muchísimo tiempo que hubiera dedicado a mi gente. Entre limitar el tiempo y descuidar hay una diferencia.
-Coinciden varias películas en este festival que transcurren en los 70 y 80. ¿Toca revisitar esa época?
-El tiempo pasa, y de los 80 hace ya cuarenta años. Los directores y guionistas empiezan a mirar lo que conocen y esas décadas cada vez van a estar más cercanas. Si algún día dirigiese, lo que más me interesan son los 90, que es lo que he vivido. Tal vez nos encontremos dentro de diez años y me digas que estás viendo muchas cosas de los 90.
-¿Por qué le atraen tanto?
-Es una época muy interesante en España, una bisagra entre el pasado de un país y un futuro que se imaginaba distinto.
-¿Es nostálgico?
-Sí. Siempre he pensado que no pertenezco a esta época que me ha tocado vivir. Lo llevo lo mejor que puedo. Añoro muchas cosas que me cuentan, me da pena no haberlas vivido. Adoro lo analógico, no le doy la espalda a lo digital pero prefiero las relaciones en persona, me gusta mirar y escuchar a las personas. Me he criado con gente mucho mayor que yo y mi visión de las cosas puede parecer de otra época.
-¿Compra vinilos?
-Sí, aunque ahora se me ha roto el reproductor. También compro carretes de fotos.
-Hay un guiño a Vox en la película, un recordatorio de dónde han podido acabar elementos de la ultraderecha.
-La película transcurre en 1982, el año triunfal del cambio. Hay una amargura en elegir ese año, un guiño a la época actual. Me encantaría que la gente terminara de 'El sustituto' y tardase un poco en mirar el móvil. Que se quedase con esa cita final, que dice que cada dos o tres generaciones tendemos a borrar la memoria y a repetir los errores del pasado. Ese es el quid de la película. Yo hace tres años no sabía nada de esta historia, está bien que se sepa qué pasaba hace cuarenta años para no repetir esos errores. La memoria es un músculo que hay que entrenar.
-Hace cuatro años que dejó 'Cuéntame' y le seguimos preguntando por la serie.
-Cuando más hablo es con vosotros, los periodistas, entiendo que tiene que resultar llamativo. Me parece bien hablar de ello, no lo rechazo. Pero mi labor actual, como persona y actor que está intentando continuar con su carrera en otras direcciones, es mirar lo que tengo entre las manos y no lo que tuve. Lo digo con cariño y agradecimiento, pero 'Cuéntame' no forma parte de mis obsesiones.
-¿Qué siente al ver la serie sin usted estos años?
-La verdad es que no la veo. No por rencor ni nada; si te marchas después de 17 años y luego te pasas todos los jueves delante del televisor… He visto algunas cosas pero no la he seguido. Soy muy mal espectador periódico, generalmente veo cosas breves de un tirón. Estoy en un momento en mi vida en que consumo más cine que televisión. De pronto veo 'The Virtues', cuatro episodios que me vuelan la cabeza, o me engancho a dos temporadas de 'Succession'. Me es más fácil encerrarme dos horas y ver una película que seguir una serie.
-¿Dejar 'Cuéntame' fue una buena decisión profesional?
-Sería injusto decirlo porque esté en Málaga presentando una peli de protagonista. Fue una buena decisión porque me lo pedía el cuerpo, no porque después haya podido rodar películas y hacer teatro. A veces me han dicho: tú ya lo tienes todo hecho. Y no. Trabajo cada día para ir ampliando horizontes e inquietudes artísticas. Yo sentía que esa era mi decisión, no haberme escuchado me habría sentado bastante mal. No por un eco profesional, sino porque he podido enfocarme en aspectos artísticos que me apetecían mucho.
-Con seis años ya sabía qué quería ser en la vida. No es habitual.
-Je, je. Siempre lo tuve claro. Mi madre era bailarina y yo pasé muchas horas de pequeño entre bambalinas y en camerinos. No fue una madre que quisiera que su hijo fuera artista, más bien al revés. Recuerdo el día que la convencí para que me sacara al escenario en 'Historia de un caballo', con Paco Valladares y Carlos Hipólito.
-No todos los niños actores acaban como Macaulay Culkin.
-No me parece que mi vida haya estado muy alejada de la de amigos. Me he perdido algunas cosas por tantas horas de rodaje, pero siempre lo viví y lo vivo como un juego. Puede ser que eso me haya hecho no sufrirlo.
-Pasó el covid el año pasado. ¿Cómo está?
-Bien, sin secuelas. Lo pasé relativamente leve muy al principio. Me enteré por los periódicos después de llevar tres días sin gusto ni olfato. En comparación con gente que tengo cerca y ha sufrido mucho me considero afortunado.
-¿Vamos a salir mejores de todo esto?
-No. Vamos a salir más conscientes de lo vulnerables que somos, y eso es algo positivo. Pero creo que la pandemia también ha despertado una conciencia de uno mismo desde el punto de vista más egoísta. Nos hemos acostumbrado a unas cifras que tuve que dejar de escuchar porque me provocaban una ansiedad tremenda.
-¿La gente se toma libertades con usted?
-Convivo con ello. A veces la gente me habla con familiaridad o me agarra por el cuello para hacerse una foto, incluso en la pandemia. Entendí muy pronto que formaba parte de este trabajo. Nunca he tenido ningún episodio desagradable.
Bautizar a unos bungalows Dreyer y lanzar una pulla a Vox son dos de los guiños que el director Oscar Aibar introduce en 'El sustituto'. En la España del Mundial 82, que se escucha de fondo durante toda la película, oficiales del Ejército nazi vivían plácidamente en la costa mediterránea y de vez en cuando hacían fiestecitas en las que gritaban «¡heil Hitler!». Una persecución entre un 127 sobrealimentado y un Mercedes cierra un thriller que vuelve a estar ambientado en nuestro pasado reciente, una constante este año en Málaga. Como la otra película a competición del día, 'La casa del caracol', ópera prima de Macarena Astorga con Javier Rey y Paz Vega en un pueblo de la España de los 70. Algo así como 'El resplandor' se encuentra con Puerta Hurraco sin que las maldiciones y supersticiones locales logren infundir el terror que pretende.
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