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'Gil' en argot lunfardo es un término que se utiliza con ironía y que vendría a ser algo parecido a nuestro 'pardillo', alguien ingenuo, confiado, que cree que jamás le van a hacer daño. 'La odisea de los giles', que en Argentina batió en ... la taquilla al mismísimo Tarantino de 'Érase una vez en Hollywood', está ambientada en 2001, cuando el corralito acabó con los ahorros de los ciudadanos, 'giles' que tuvieron que quedarse de brazos cruzados.
La venganza llega de manos de los habitantes de un poblacho de mala muerte, que reúnen dinero entre los vecinos para montar una cooperativa y el banco se lo birla. Cuando averiguan que sus dólares han caído en manos de un abogado que los esconde en una cámara secreta en mitad del bosque, emprenden la tarea de recuperarlos robando al ladrón.
Sebastián Borensztein presentó en el pasado Festival de San Sebastián fuera de concurso esta fábula simpática, que le permite a Ricardo Darín trabajar por primera vez con su hijo, Chino Darín. El carisma del actor sustenta una intriga adscrita al subgénero de aficionados que planean un robo. El resultado está lejos del humor negro que rebosaba otra comedia ambientada en la Argentina rural, 'El ciudadano ilustre', que al igual que 'La odisea de los giles' parte de una anécdota para reflejar la desolación anímica y material de un país. El principal problema de la cinta es que los detallados intentos del golpe se alargan en el tiempo hasta casi las dos horas de metraje y terminan por aburrir. Al menos, a casi dos millones de argentinos les ha servido de catarsis.
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