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Hacía doce años que Antonia San Juan (Las Palmas, 1961) no trabajaba en el cine. Su regreso no ha podido tener mejores críticas y más premios que 'El Hoyo', la gran triunfadora en el último Festival de Sitges. El bilbaíno Galder Gaztelu-Urrutia debuta en ... el largo con una fábula futurista ambientada en una suerte de prisión donde sus habitantes pelean por la comida. La actriz encarna a una reclusa aquejada de una enfermedad terminal que entra voluntariamente al 'Hoyo'.
–¿Por qué ha estado doce años ausente del cine?
–Porque no me llamaban. Esto es como en el amor; cuando te crees que nadie te quiere, alguien te mira. Te pasas la vida buscando el amor, un compañero de viaje, y cuando dejas de poner la libido en el tema aparece alguien.
–El teatro...
–Es mi marido. El lugar donde no envejeces y no te retiran. En el teatro no tienes fecha de caducidad. El cine se nutre de belleza y juventud, de hecho hay muchos actores de cine que no se atreverían a hacer teatro. Tu compañero de reparto en el escenario es el lapsus, haces unas limpiezas de colon maravillosas antes de salir. El cine es prestigio, y la televisión te da popularidad pero te roba mucho de tu vida. La gente cree que eres el personaje y te abordan por la calle y exigen fotos.
–Dar con una Estela Reynolds de 'La que se avecina' es una suerte.
–La quieres y la odias, porque te da una popularidad terrible pero a veces tu nombre desaparece. Te gritan «¡Estela!» por la calle y los más mezquinos «¡Paca!», porque creen que están ofendiéndote.
–Dice el director de 'El Hoyo que les eligió a usted y a Ivan Massagué porque en el imaginario popular están asociados a la comedia y así rebajaba el drama.
–No lo sabía. En algunas mentes obtusas, un actor de comedia no es capaz de hacer drama. Me gusta que en una película tan dura como esta nos haya cogido a Iván y a mí porque nos conocía de la comedia.
–Cuando los grandes cómicos se pasan al drama, de Peter Sellers a Jim Carrey, están maravillosos.
–Yo siempre digo que soy mejor actriz dramática que de comedia. Es curioso, la gente se quiere reír, pero valora el drama. Para colocar un chiste hace falta saber de los silencios, es complicado. En cambio yo te puedo llorar ahora mismo, puedo defender cualquier texto dramático sin creer en lo que estoy diciendo. Para hacer comedia tienes que tener buena escucha y saber decir el texto, es más matemático. La comedia es postiza, en el drama te dejas llevar.
–Pero los premios los dan por los dramas.
–No me puedo quejar, tengo premios en el desván porque no me caben en el salón. Dos nominaciones a los Goya: por 'Todo sobre mi madre' y por dirigir un corto.
–'El Hoyo' habla de la lucha de clases.
–Sí. Hay frases como «yo puedo cagar para abajo, pero no para arriba». Se puede tener mucho dinero, pero no cambiar de clase social. Los cachorros del PP se crían en un colegio y mamá y papá se encargan de que solo se relacionen con cachorros iguales que ellos. Yo puedo ir a una cena con duques y marquesas, pero no pertenezco a esa clase social. Te admiten por tus logros sociales, como artista, pero no te equivoques, no perteneces a ese mundo.
–La película también muestra que en cuanto rascas nuestro barniz de humanidad emerge la fiera salvaje.
–No sé si ahora se ha evidenciado más el individualismo, pero sabemos que el buen salvaje no existe. El ser humano ya nace enfermo por el hecho de ser humano: celoso, envidioso y egoísta. Solo te interesan los tuyos. Y el que da en exceso, hay que sospechar de él.
–Los trabajos basura, la agresividad de las redes sociales...
– Sí, antes éramos más ingenuos.Ahora, hasta el más analfabeto sabe jugar con las palabras como un trilero. No se ha leído un libro en su vida y presume de ello, pero tiene una dialéctica que alucinas.
–Sigue de gira con su espectáculo 'Mi lucha'. ¿Cuál es su lucha?
–Ha ido variando. Ahora mi lucha es seguir formándome como actriz y trabajar en lo que me gusta. Ya no quiero hacerlo todo, como a los veinte. Quiero seguir trabajando y no depender nunca de nadie. Si no me llaman, yo genero mis proyectos. Pero cuando me llaman está bien, porque me gusta que me quieran.
lucha de clases
feminismo
–¿Le angustia envejecer?
–Los hombres mayores ganan en honorabilidad, se quedan calvos y gordos pero son interesantes. A nosotras nos llaman viejas operadas. A los de 60 les siguen poniendo chicas de 29 que se enamoran perdidamente; a mí, con 58, no me ponen a uno de 40. Esta es una sociedad machista, donde los actores ganan más que las actrices y nosotras tenemos fecha de caducidad y ellos no.
–¿No han cambiado las cosas con el nuevo feminismo?
–Existe el #MeToo, pero va lento. Se intenta la cura, pero hay muchas cosas que colaboran con el machismo. Están pasando cosas, pero el mundo está en la periferia de las ciudades, en los programas de televisión. Allí se sigue pensando que la familia es lo más importante como institución, se va a misa... Si no, no habría una extrema derecha como hay. Ha rebrotado algo muy peligroso, hay nostalgia de algo, y por eso se vota a Vox.
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