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A Quim Gutiérrez le podemos ver estos días como superhéroe de andar por casa en 'El vecino', la serie de Netflix que explota la indudable vis cómica de un actor que borda el rol de galán patoso. 'Te quiero, imbécil' insiste en mostrarle ... como un pobre hombre de 35 años, al que su novia le deja justo cuando le pide matrimonio, le echan del trabajo y vuelve a vivir con sus padres. En su intento de reinventarse acudirá –dónde si no– a internet, caladero de consejos de autoayuda que no siempre dan los resultados esperados.
La actriz y directora Laura Mañá, ausente de los cines desde 'La vida empieza hoy' (2010), empareja a Gutiérrez con la internacional Natalia Tena, la actriz inglesa de padres españoles curtida como la Osha de 'Juego de tronos'. Su papel de vieja amiga del protagonista, alocada y tierna, que regresa a casa tras vivir una temporada en el extranjero, infunde viveza a una comedia romántica cortada con los patrones televisivos que buscan el éxito de taquilla en el último cine español. Eso sí, la estrella de la función, como viene sucediendo en sus últimos trabajos, es Ernesto Alterio en la piel de un charlatán argentino reconvertido en influencer.
De 'La fiera de mi niña' a 'Algo salvaje', el personaje del huracán femenino que salva al protagonista conforma un subgénero que se basa en el carisma de la actriz que lo interpreta. 'Te quiero, imbécil' sube muchos enteros cuando el baqueteado héroe, que habla directamente a la cámara, se deja de intentar cambiar de look y de ponerse cachas en el gimnasio y se entrega a su antigua compañera de colegio, que de niña gorda ha pasado a bellezón.
'Te quiero, imbécil' se rodó en Pamplona por las desgravaciones fiscales al cine existentes en la comunidad foral y adopta un aire de comedia europea y chic, algo así como un 'Bridget Jones' en versión masculina, aunque a veces resulta poco verosímil que un tipo tan atractivo como Gutiérrez pase por patético 'loser' en la estela de Woody Allen.
«Desear a una persona, desear una llamada, vivir una bonita historia de amor y que te quite el hambre, que te haga sentir el nudo en el estómago, que no puedes dormir, que te mueras por vivir enamorado. Esa constante no cambia, y ojalá no lo haga nunca, porque si no, la gente se va a perder lo más bonito que hay. El deseo es la fuerza más poderosa», reivindica la directora.
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