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Hace unos días saltaba la buena nueva de que 'La voz humana', bajo la dirección de Pedro Almodóvar, se había convertido en el cortometraje más taquillero de la historia de España, un hito que puede venir bien para promocionar la inefable ... pieza protagonizada por la excelsa Tilda Swinton. Sin embargo, ¿pregonar la proeza hace justicia a un formato que merece mayor atención mediática? La última obra del responsable de 'Dolor y gloria' ha estado programada en 150 salas pertenecientes al circuito de exhibición tradicional, algo fuera de lo común, e incluso inalcanzable, para muchas películas, sobre todo si hablamos de cine independiente. Desde su lanzamiento el pasado 21 de octubre ha superado los 30.000 espectadores y los 120.000 euros de recaudación, cifras nada desdeñables en tiempos de pandemia. Según la noticia difundida, la propuesta del cineasta manchego pudo posicionarse en los primeros puestos en el ranking de taquilla de conocidas franquicias y multisalas, ahora cerradas en muchas provincias. La entrada a un precio ajustado, el nombre de Almodóvar y el actual estado de la cartelera, un erial en términos comerciales si nos centramos en el espectador medio, ha permitido que el cortometraje basado en un texto de Jean Cocteau arrase por donde pase.
Probablemente 'La voz humana' es el cortometraje más taquillero de nuestra cinematografía porque nunca antes se ha estrenado en salas de cine algo parecido, con ese formato y condiciones, cobrando entrada por una única obra de duración exigua. El principal reclamo de la pieza para el gran público, algo reacio a consumir cortos de manera natural, es su director, al que se le han abierto las puertas merecidamente para una iniciativa de inusuales características. Almodóvar ha podido, y sabido, aprovechar una oportunidad que no tienen otros cineastas que se mueven habitualmente en este campo. Ojalá el responsable de 'Mujeres al borde de una ataque de nervios' haya abierto una puerta a otras películas de pequeño metraje en las salas de siempre. Al realizador Roberto Pérez Toledo, que cuenta con más de cincuenta títulos en su copiosa filmografía, la noticia le ha dado «una alegría, claro. Todo éxito del cine español es una fiesta», afirma. «Y más ahora, en este 2020, donde debemos celebrar que los espectadores vayan a las salas a ver cualquier película y que estén dispuestos a seguir haciéndolo».
A Pérez Toledo, también director de largometrajes como 'Seis puntos sobre Emma' o 'Los amigos raros', un pelotazo estrenado online, le ha hecho gracia el titular de la noticia que vertebra estas líneas. «Se ha convertido en el corto más taquillero de la historia del cine español», dice, «pero no he sabido con qué otro corto competía ni qué otro se ha podido estrenar así de manera comercial. Vamos, ni en 150 ni en 5. Quitando los que estrena Pixar delante de sus pelis».Carlota Pereda, goya al mejor cortometraje de ficción en 2018 con 'Cerdita', piensa que la meta alcanzada por 'La voz humana' puede ayudar al formato. «Siempre ha habido mucho cachondeo entorno al corto y desde que Larithmos, Sorogoyen o Frazer han vuelto a los cortos, parece que el público en general se los toma un poco más en serio», señala. «Aunque el director que más ha hecho por el formato corto es Fesser». Se une al optimismo de la cineasta el gestor cultural Pedro Toro, programador de Alcine, el Festival de Cine de Alcalá de Henares que acaba de celebrarse, uno de los más importantes dedicado al corto. «Con la noticia, el público general recuerda que el formato existe», subraya. «Aunque me temo que con un nombre como Almodóvar es un poco como cuando Radiohead colocó su disco 'In Rainbows' gratis en internet allá por 2007, que funcionó más por el nombre de la banda que porque fuese un formato realmente replicable. Diría que el hecho ayuda, sobre todo, a nivel de repercusión en medios, que un director consagrado vuelva al formato corto es una ocasión estupenda para que los medios hablen de ello».
Al quid de la cuestión, si es factible que se estrenen en el circuito convencional otras obras en pequeño formato de la misma manera, Pérez Toledo, responde categóricamente: «Me gustaría pensar que sí, pero tiene pinta de ser un hecho muy aislado y asociado a la magnitud de Almodóvar como director y a los muchos alicientes que presentaba 'La voz humana': su primer trabajo en inglés, Tilda Swinton, Festival de Venecia...». A nivel mediático, «se ha tratado como un nuevo largometraje de Almodóvar, con toda la repercusión que eso conlleva siempre», prosigue. «Lo que sí me encanta es que el propio Almodóvar dé valor al formato corto y que haya contado que tiene ideas para otros trabajos en esta línea. Salvando las distancias, recuerdo que tras hacer mi primer largo y mientras llegaba o no el segundo, me puse a hacer nuevos cortos. Para mí era algo totalmente natural, pero varias personas me preguntaron que por qué volvía a hacer cortos, que ya solo debía hacer largos, como si hacer cortos fuera ir hacia atrás. Esa percepción de los cortos como cine menor, o como algo que solo haces para conseguir hacer largos, es la que me parece dañina y estigmatizante». Totalmente. «Por el éxito de público en festivales que programan cortometrajes diría que hay público para ello», añade Toro. «Pero hace falta mucho músculo e inversión en distribución y promoción para hacer que el público conozca y se decida a pagar su entrada por una película. Si tenemos en cuenta que los medios con los que cuentan los cortos habitualmente son mucho más precarios, todo se dificulta mucho más». No obstante, según remarca Pereda, «cada vez hay más iniciativas para hacer pases de bloques cortometrajes fuera del circuito de festivales».
«Hay que asumir que solo existen las historias y que hay historias que te piden un minuto, diez, treinta o doscientos veinticuatro», continúa Pérez Toledo. ¿El público está preparado para ver un cortometraje antes de una película? «Sí, totalmente», exclama rotundo el prolífico cineasta. «Pixar lo demuestra con sus cortos antes de sus estrenos de nuevos largos. Nadie se queja. Es más, han acostumbrado a los espectadores a ello y les encanta y se espera el nuevo corto con expectación. Y este corto llega además tras los quince minutos de rigor de anuncios y tráilers. Y luego las pelis de Pixar ya no son precisamente cortísimas: 'Los increíbles 2' dura 118 minutos y llevaba un corto antes. Así que... ¿por qué no programar antes de cada peli un corto español, uno afín con la temática y la duración de muchos largos que se estrenan? No digo delante de una película que ya dura tres horas, pero hay tantas de noventa-cien minutos... Los exhibidores tienen que querer hacerlo pero poca excusa hay para negarse». «Además, nos tragamos trescientos anuncios sin rechistar», puntualiza Pereda. «Otra cosa es que a las salas les interese por eso mismo. Las señoras mayores, que son las que mantienen las salas vivas, aún recuerdan cuando era una práctica habitual. Y lo recuerdan con nostalgia. No veo por qué no podemos acostumbrarnos todos». «Siempre serán más interesante ver una obra cinematográfica que los quince minutos de publicidad terrible que cuelan en muchas salas», remata Toro.
Pedro Toro, por deformación profesional, reivindica «el amplio circuito de festivales con los que cuenta nuestro país que realmente hacen una labor encomiable. Hay además una tendencia entre los más vanguardistas de dejar de hacer distinciones por su metraje y hablar solo de películas, lo que genera un efecto interesante en el espectador, que acude movido por el tema o el director más allá que por su duración. Con la multiplicidad de formatos que ofrecen hoy en día televisiones y plataformas sería una buena oportunidad también para hibridar el mundo corto con el de las series y otros formatos post-televisivos. La inversión de estas grandes empresas en el sector, más allá de las ayudas públicas y de escuelas, sería una manera estupenda para que el sector se profesionalizase como una rama más de la industria audiovisual». Para Pereda, que esta moviendo su nuevo trabajo, 'Habrá monstruos', de certamen en certamen por toda la geografía, la principal salida para el formato «son los festivales. Después las plataformas y las televisiones. Movistar y Filmin apoyan a los cortos y a los cineastas emergentes. Movistar incluso desde la producción. Y cada vez hay más canales de YouTube especializados que compran los derechos. Pero sin festivales, no hay nada que hacer».
Para Pérez Toledo, amplio conocedor del tema, el panorama del cortometraje «no ha mejorado gran cosa, más bien ha empeorado. El espectro de festivales se ha empobrecido, han desaparecido o disminuido muchos premios económicos, muchísimos festivales te cobran ahora por ver tu corto y plantearse seleccionarlo... Te cobran hasta festivales que luego ni tienen premios económicos. No lo entiendo. Y veo a compañeros dispuestos a pasar por el aro con tal de llenar el cartel de su corto de laureles de festivales que no conoce nadie o algunos incluso de dudosa existencia, que he oído que hay hasta festivales que ni existen como tales pero, si pagas, te dan automáticamente el dichoso laurel, para que te vayas directamente a anunciar la selección en tus redes... No sé, suena deprimente, pero a mí me encanta hacer cortos y los seguiré haciendo. Y la gente ve más cortos que nunca en la red, eso es así. Yo desde hace años en YouTube he encontrado una ventana enorme y tengo cortos con más de veinte millones de visionados. La monetización es una birria pero llegas a un público grande que te da un feedback arrollador y real del que aprender. En YouTube nadie te miente ni pelotea porque sí, no son tus amigos que te dicen que 'qué guay' a la salida de un estreno. Otra cosa es la rentabilidad de esto para permitirte seguir creando, el hacer algo de 'mini industria' con los cortos, el poder hacer cortos con presupuesto y más ambición...». Mucho que debatir.
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