'La posesión de Mary', un velero terrorífico que hace aguas
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En esta cinta de terror, la maldición viaja en un barco que una familia con problemas estructurales compra en busca de un futuro mejorTiene que haber de todo en la esperada vuelta a las salas de cine, incluida una película de terror. Una lástima que sea una propuesta tan tremendamente insípida como 'La posesión de Mary', que a pesar del título en castellano -'Mary' a secas en anglosajón- no va en la línea de 'El exorcista' y demás avalancha de sucedáneos. Aquí no hay una mujer posesa, la maldición viaja en un barco que una familia con problemas estructurales compra en busca de un futuro mejor. El velero de recreo, bautizado como Mary, igual que la hija pequeña del clan, actúa como una sirena, llama a sus víctimas para que se dejen llevar por sus encantos y atraviesen el mar en su diabólica compañía. Como es habitual en el género, el horror es la proyección de los conflictos de los personajes, cuyos lazos familiares están en proceso de descomposición. La nave sobredimensiona los desencuentros, cual cizaña, y enturbia las relaciones personales que se van a la deriva por culpa de una incómoda infidelidad que ha roto la confianza entre los cónyuges y su descendencia.
'La posesión de Mary' no la levanta ni la presencia de Gary Oldman, discreto en su papel de padre abnegado. Emily Mortimer da algo más, al ser el centro de atención, pero el desarrollo de los personajes es prácticamente inexistente, al margen de las caras de preocupación, angustia y sorpresa, por este orden. Se agradece que no haya sustos de manual, un mal extendido en el cine de terror actual, a base de apariciones súbitas de seres demoniacos a toda pantalla, con un buen subidón en la banda sonora, pero tampoco hay tensión y menos intriga. El hecho de que el filme avance como si fuesen flashbacks que narran lo acontecido a través de los ojos de la madre de familia, detenida en una comisaría tras hundirse el barco al principio del relato, no ayuda a engancharse a la trama. Michael Goi, curtido en la televisión desempeñando la labor de realizador en series como 'Sabrina', 'American Horror Story' o la reivindicable, y no renovada por una segunda temporada, 'Swamp Thing', no se ha estrujado demasiado las meninges a la hora de colocar la cámara, aunque presume en su currículum de ser submarinista y conocer la majestuosidad del gran azul. No aprovecha las posibilidades que brinda el medio acuático de cara al suspense y no se deja llevar por la locura propia del género en ningún momento. Nada sorprende, como en un telefilme de domingo por la tarde, y resulta inevitable no acordarse de 'Calma total', thriller psicológico en alta mar que daba bastante más miedo sin la necesidad de tirar de fenómenos extraños. Tampoco transita por la senda de 'Ghost Ship', rindiéndose a la serie B en pos del entretenimiento sin prejuicios. La estética del agua suele dar buenos frutos en el medio cinematográfico, pero no es el caso.
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