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Wim Wenders considera a Peter Handke su «hermano». Se conocen desde hace más de cincuenta años. Cuando el realizador le enseñó su primer cortometraje, Handke le cedió los derechos de 'El miedo del portero ante el penalti' (1972), que entonces era una ... novela superventas. Aquella historia de un antiguo guardameta que pierde su trabajo y vaga sin rumbo por Viena, buscando un lugar en un mundo que siente como ajeno, alertó sobre el talento de Wenders y el llamado 'nuevo cine alemán'.
El realizador sostiene que su carrera despegó gracias a los guiones de Handke, un cinéfilo que le ha enseñado a confiar en sí mismo y a ser radical en su obra. Repitieron en 'Falso movimiento' (1975), reflexión sobre la creación artística a partir de una obra de Goethe protagonizada por un escritor sin inspiración. Pero su alianza más memorable sin duda fructificó en 'Cielo sobre Berlín' (1987), que también escribieron a cuatro manos.
Wenders siempre se ha sentido obsesionado por la sensación de identidad que proporciona contar con un hogar al que poder regresar. Los nudos de autopistas de 'Paris, Texas' y los andenes de Hamburgo en 'El amigo americano' han sido escenarios idóneos para sus personajes sin raíces, fugitivos de relaciones rotas. Así que nada mejor que un ángel (inolvidable Bruno Ganz), vigilante y melancólico en su sueño de convertirse en humano mientras sobrevuela Berlín, una ciudad todavía dividida cuando se rodó este clásico de los circuitos de versión original.
Wenders y Handke volvieron a colaborar hace tres años en 'Los hermosos días de Aranjuez', adaptación de la pieza teatral homónima que el austríaco escribió en francés y en la que el realizador experimenta con la imagen tridimensional en una situación en principio tan poco proclive a ella como un diálogo: un hombre y una mujer charlan sentados en un jardín un día de verano sobre su infancia, sus experiencias sexuales y las diferencias entre los hombres y las mujeres.
El propio Handke se ha animado a dirigir en cuatro ocasiones. Sus dos películas para televisión son desconocidas entre nosotros, mientras sus dos largos estrenados en cines contaron con Wenders como productor y Bruno Ganz en un papel protagonista. Si 'La mujer zurda' (1978) narraba con minuciosidad el solitario mundo de una mujer separada con un hijo de diez años, 'La ausencia' (1992) se revelaba una hermética alegoría sobre el pasado, presente y futuro de Europa.
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