'Perfect Days': Wim Wenders y la felicidad de la sencillez

Hubo un tiempo en el que Wenders era el paradigma de la modernidad, el autor de un cierto tipo de cine 'intelectual' que llenaba las salas de versión original. Como aseveraba a finales de los 70, «mis películas tratan de cosas muy personales, no de asuntos generales. Esto es una declaración altamente política». Sus propuestas más interesantes han venido en los últimos años de la mano del documental, con títulos como 'Buena Vista Social Club', 'Pina' y 'La sal de la tierra'. Por eso causó tanto alborozo entre la crítica presente en la última edición del Festival de Cannes que una ficción como 'Perfect Days' devolviera al mejor Wenders, al autor de 'El miedo del portero ante el penalti', 'Alicia en las ciudades' y 'Relámpago sobre agua'. El filme llega a los cines el 12 de enero y ha sido seleccionado por Japón para competir en los Oscar.

«Solo un día perfecto/Me hiciste olvidarme de mí mismo/Pensé que era otra persona/Alguien bueno, sí», canta Lou Reed en 'Perfect Day', canción de su álbun 'Transformer' de 1972 y cuyo título toma prestado Wim Wenders para narrar la búsqueda de sí mismo del protagonista. No hablamos de un héroe al que le suceden grandes vicisitudes, sino de un humilde limpiador de lavabos públicos en Tokio llamado Hirayama, que parece totalmente satisfecho con su espartana existencia.

Cuando aparca su estructurada rutina diaria, Hirayama disfruta de su pasión por la música de los 70 y los libros usados. Hace fotos a los árboles, come siempre en el mismo restaurante y nos arrastra en su cotidianidad mientras el melómano Wenders elige con su proverbial buen gusto canciones de The Kinks, Van Morrison, The Animals, Nina Simone, Otis Redding, Patti Smith y, claro está, Lou Reed. Todas ellas suenan en el viejo radiocasete del protagonista.

La aparición de una sobrina adolescente revelará poco a poco el pasado de Hirayama y un suceso familiar traumático. Con casi 80 años, Wenders acumula la sabiduría necesaria para contarnos qué es lo mejor que podemos tener los seres humanos, cuáles son los pequeños placeres que nos colman cuando desechamos las grandes ambiciones. Lo hace a través de la música, los silencios, un sutil sentido del humor y un actor eminente, Koji Yakusho, que posee una amplia filmografía ('Shall We Dance?', 'Babel', 'Memorias de una geisha') y que obtuvo con justicia en Cannes el premio al mejor actor.

«¿Quién va a querer ver una película sobre un hombre limpiando baños, a menos que sea un hombre muy especial?», se pregunta el director de 'Perfect Days', que preparaba una serie de cortos documentales sobre la arquitectura de los aseos públicos en Tokio cuando decidió rodar un largometraje en tan solo 16 días. Wenders comparó el parque cercano a su casa en Berlín, que amanece destrozado después de una noche de fiesta, con el comportamiento de los tokiotas, «que después de la pandemia volvieron a tomar posesión de sus ciudades y sus parques de una forma muy civilizada y hermosa».

'Perfect Days' puede parecer poquita cosa, casi nimia en su trama, pero, como sostenía Wenders, hay toda una declaración política en su defensa de los casetes frente a Spotify, de los carretes fotográficos frente a los píxels, de los libros de segunda mano frente al 'kindle'. Wenders, que ya homenajeó la capital nipona y el cine de Yasujiro Ozu en 'Tokio-Ga' (1985), atraviesa con una sombra de melancolía la firmeza de este buen hombre frente a la adversidad. Una elegía que no llama a la resignación, sino que nos enseña que, de verdad, se puede ser feliz dejando un váter como la patena.