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Cualquier profesor, cualquier padre o madre, cualquiera que haya sido alumno o esté interesado en en el oficio más importante del mundo, el de maestro, debería correr a ver 'Los buenos profesores', desde este 17 de mayo en los cines. No es nada nuevo que ... el cine francés aborde los conflictos educativos. Películas como 'La clase', 'Ser y tener' y 'Hoy empieza todo' han convertido las aulas en metáfora de una sociedad que determina que el verdadero poder de un país se encierra en una enseñanza pública obligatoria, laica y gratuita. Lo novedoso es que la historia se centre en los profesores, contemplados dentro y fuera del colegio, con sus familias, sus sueños, sus miserias y sus miedos.
Thomas Lilti, cineasta y médico, autor de 'Hipócrates' y 'Un doctor en la campiña', traza el retrato coral de un grupo de enseñantes en un instituto de provincias. Nuestro guía es un estudiante de doctorado sin beca que se enfrenta por primera vez como sustituto a una treintena de alumnos (Vincent Lacoste). Su inseguridad le lleva a buscar tutoriales en YouTube para aprender a captar la atención de los chavales. También está el veterano que sabe cómo imponer el orden, aunque empieza a aburrirse casi tanto como sus pupilos (François Cluzet).
Adèle Exarchopoulos está magnífica como una maestra con vocación pero una vida familiar desastrosa, repartiéndose su hijo pequeño con un exmarido al que no puede ni ver. Por su parte, Louise Bourgoin contempla cómo su hijo adolescente se ha convertido en un extraño, que bebe en clase y hasta la golpea.
El título original del filme, 'Un métier sérieux' (Un trabajo serio), se ajusta más a las intenciones de Lilti, que quiere demostrar cómo está imbricada la vida y la profesión de sus protagonistas. Todos quieren hacer las cosas bien. Y la solidaridad y compañerismo que demuestran actúa de bálsamo cuando tienen un mal día. Los títulos de crédito, con viejas imágenes en blanco y negro de colegios franceses a los sones del 'Wonderful World' de Sam Cooke adquiere un claro matiz irónico.
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María Gardó
«El compromiso de los cuidadores ha estado en el centro de mi trabajo durante diez años, así que quería interesarme por los profesores», argumenta el director. «¿Cómo encontrar sentido a una profesión cada vez más menospreciada, empobrecida y degradada? Decidí contar la vida de un grupo de profesores de secundaria con el fin de observarlos y comprender mejor qué hace que su profesión sea tan especial. ¿Qué les motiva a enseñar ante tanta adversidad en una institución debilitada? ¿En qué clase de padres se han convertido?».
'Los buenos profesores' no apuesta por el tremendismo ni por el buenismo. No ocurren grandes dramas ni los protagonistas son el profesor Keating de 'El club de los poetas muertos'. Quieren que los alumnos de la ESO en el Víctor Hugo salgan adelante. Saben que los que dejan de estudiar acabarán mal. «¿No te cansas de estar todo el tiempo en el instituto?», pregunta un personaje. «No, soy profesor, me gusta estar entre niños y ver cómo avanzan y crecen».
Thomas Lilti: «No se trata de decir que los profesores son héroes, sino que hay que cuidarlos y recordar que el sistema educativo francés es un bien precioso».
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