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borja crespo
Sábado, 3 de noviembre 2018
La 29 Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián ha finalizado este fin de semana dejando el listón muy alto de cara a la edición del próximo año, la número 30, de cuyo cartel los asiduos del patio de butacas del festival ... serán protagonistas. Aprovechando el maratón de la noche de Halloween del pasado día 31, con el Teatro Principal lleno hasta la bandera, se hicieron diversas fotografías de la audiencia congregada para realizar un montaje que sirva de homenaje a los espectadores habituales de un evento que mantiene el pulso siendo fiel a una fórmula que no parece agotarse. El póster conmemorativo, ya en marcha, pone los dientes largos de cara a 2019. Cita indispensable para todo amante de lo impredecible en la sala oscura, desgranamos lo acontecido este año en el carnaval de las bestias donostiarra.
El público habitual de la Semana de Cine Fantástico y de Terror es más conservador en sus gustos que lo que pudiera parecer a simple vista si analizamos el palmarés de esta edición. El Premio del Público –se vota con una papeleta al final de cada pase- casi se lo lleva 'Overlord', un horror film de acción que fusiona soldados nazis, un mad doctor, zombies desbocados y buenos momentos de cine bélico. Una propuesta tan entretenida como mil veces vista. El galardón se lo llevó en el último momento 'One Cut of the Dead', más original y curiosa, con un giro inesperado que convierte una aparente producción de serie Z con muertos vivientes made in Japan en una comedia despendolada empapada de humor negro. Ya vaticinamos en su momento que esta apuesta nipona sin prejuicios podía alzarse con el trofeo más preciado del festival, aunque son los cortometrajes los que tienen más posibilidades de llevarse algo, hay más medallas. Brillaron de nuevo las piezas de animación por encima de la ficción en imagen real, con planteamientos más trillados. 'La noria', de Carlos Baena, ganó la dura pugna dejando claro que se puede contar historias animadas con un punto siniestro haciéndole sombra a Pixar.
El Premio del Jurado al Mejor Cortometraje, el del Jurado Joven y el Público, se lo llevó un mismo trabajo, 'Baghead', de Alberto Corredor, vitoreado por un público más benevolente de la habitual. Es difícil no tener sentimientos encontrados ante una obra que demoniza el adulterio y reacciona con agresividad ante la infidelidad en una pareja, con un chiste final que el personal aplaude mientras nos gastamos un pastizal en campañas para la sensibilización en cuestiones de violencia de género. Innegable el buen empaque de la propuesta, rodada en Reino Unido por un cineasta español que cayó en gracia al auditorio. Agradecido no dudó en piropear a los espectadores al recoger el trío de estatuillas: «Sois el mejor público del mundo». En Sitges también tuvo suerte, triunfó en la sección Brigadoon, confirmando que su talante reaccionario funciona a las mil maravillas. Para compensar se llevó el Méliès de Plata al Mejor Cortometraje Fantástico Europeo 'Helsinki Mansplaining Massacre', del finlandés Ilja Rautsi, un delirio sanguinolento que presenta a una mujer asediada por una horda de señores que pretenden darle lecciones de vida. El divertido 'El escarabajo al final de la calle', de Joan Vives i Lozano, muy trabajado en su apartado técnico, no así tanto en la originalidad de la historia, se marchó de Donosti con el Premio Syfy al Mejor Cortometraje Español y el Premio del Público en la misma categoría. Se echó en falta más riesgo y experimentación entre los nuevos talentos del cine patrio.
Todas las temporadas cinematográficas contamos con algún estreno que polariza la opinión de los seguidores del género fantástico. Este año le ha tocado a 'Mandy'. Es el título que más alabanzas recoge mientras es tachada de bazofia al mismo tiempo. En Donosti no fue tan bien acogida como en Sitges, donde fue una de las grandes obras de la cosecha de 2018. Dos marcos completamente diferentes, se polarizan las críticas. Subrayamos su magnífica esencia, con una carga de ironía excepcional y una capacidad encomiable para sumergir al espectador en un ambiente excéntrico donde las drogas están muy presentes.
Cine ritual, de sensaciones, en la línea de polémicas recientes como «The Witch», «Under the Skin», «High-Rise» o «The Lords of Salem». Apuestas que son un aquelarre en pantalla grande que no cuadran en cualquier ambiente. En la Semana de Terror sacó una puntuación ridícula mientras algunas muestras de cine convencional, incluso infantil, como la coreana 'Monstrum', cine de aventuras con plantilla, es aplaudido por la masa enfervorecida al grito de «¡por fin una buena!». Ha habido «joyazas» en el certamen donostiarra, como le gusta denominar a los títulos programados al director del festival, Josemi Beltrán. Entre ellas, la última locura de Lars Von Trier, 'La casa de Jack', donde retrata a un psicópata –genial Matt Dillon- para hablar de sí mismo; la perturbadora 'Piercing', con alguna escena sumamente escabrosa filmada con una exquisitez que permite el siempre enriquecedor contraste entre fondo y forma; o la desmedida 'Nación salvaje', un festival de tópicos sobre los peligros de las nuevas tecnologías y las redes sociales bien orquestado para el disfrute de la audiencia entregada. 'Ghostland' también encontró su sitio, como en Sitges, apostando por el terror de siempre.
Por contra, el excesivo fervor por los años 80, con 'Stranger Things' como epítome, permite la existencia de películas como la decepcionante 'Verano del 84', un amasijo de clichés avergonzante. Lo interesante del filme empieza cuando acaba, una pena que no vaya por ahí desde el principio. Personajes estereotipados, supuesta comedia masticada, situaciones déjà vu, poco suspense, estética desgastada... Tampoco funcionaron la chilena 'Trauma', cuya brutalidad impostada invitó al personal a huir de la sala, 'The Dark', o cómo echar a perder una premisa interesante con una niña endemoniada, y 'The Field Guide to Evil', compendio de episodios con la presencia del diablo tristemente soporíferos. Incomprensible la elección de un slasher muy del montón como película de clausura, la prescindible 'He's Out There'. Menos mal que en una sesión anterior los más cinéfilos pudieron disfrutar con la proyección en celuloide de 'Una gota de sangre para morir amando', cult-movie de Eloy de la Iglesia, un oportuno rescate que se antoja una delicia vista en pantalla grande.
A día de hoy todavía hay algún despistado que se acerca al Teatro Principal sin saber dónde se mete. Cierto es que pagan el pato algunas películas atmosféricas, como este año la propia 'Mandy' o el sugestivo western maléfico 'The Wind', al romperse la magia del cine cuando algunos espectadores sueltan improperios durante la proyección, no siempre bien medidos, pero el ambiente interactivo que ofrece la Semana de Terror es único y excepcional. La audiencia pudo disfrutar especialmente con el pase de películas como 'What Keeps You Alive', de Colin Minihan, que ganó puntos con la intervención del público. La manida historia de una psicópata aficionada a cargarse a sus parejas devino una fiesta inconmensurable gracias a los comentarios de los presentes, sin quitar mérito al filme en sí. No hay que entender maltrato cuando se multiplica la diversión y se aplaude a rabiar al finalizar la proyección. Pocas propuestas logran tamaño objetivo. Uno de los descubrimientos de esta edición ha sido 'Border', película sobre lo diferente respetada a conciencia, excepto en algunos momentos puntuales debido a una singular trama que es mejor no desvelar. Cabe decir que nunca antes la idea de «trolear» un pase había tenido tanto sentido. Contamos los días para la próxima edición de un festival que cumplirá tres décadas de existencia cinéfaga. ¡Larga vida al espíritu de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián!
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