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Paco Cabezas (Sevilla, 1978) empezó currando en un videoclub y ha acabado como el director español más solicitado en Hollywood. El realizador de series como 'Penny Dreadful' y 'El alienista', que tuvo «la peor» experiencia de su carrera con 'Tokarev' protagonizada por Nicolas Cage, dijo ... que no a Spielberg para rodar en su ciudad natal 'Adiós'. Mario Casas y Natalia de Molina protagonizan este thriller sobre venganzas y herencias de la sangre ambientado en la Sevilla suburbial.
–¿Cómo es el barrio de las Tres Mil Viviendas?
–Aunque tenga muy mala fama a mí me parece un lugar maravilloso. Nos acogieron como a una familia. Hablamos con los patriarcas y con familias que habían pasado por experiencias parecidas a la del protagonista. Les dije que era de Los Pajaritos, un barrio cercano. ¿Tú qué has hecho?, me preguntaron. Cuando dije que una peli con Nicolas Cage todos los gitanos nos abrieron las puertas. Eso sí, la Policía no entró en todo el rodaje, fueron los propios vecinos los que se ocuparon de cortar las calles. Hay una escena en la que detienen a Mario Casas con el grafiti de Camarón de fondo. Había cientos de personas en los balcones mirando. Y cuando grité ¡corten! todo el barrio rompió en aplausos. El poder sanador del cine, que une a la gente.
–¿No cree que ha cambiado la representación de lo andaluz en el cine gracias a directores como Alberto Rodríguez?
–Sin duda. No tenemos la cantera del cine vasco, que ya la quisiera cualquier lugar del mundo. El cine andaluz siempre hemos sido cuatro monos. Estoy muy orgulloso de formar parte de él, aunque siempre me he sentido como un extraño. Nunca había rodado en Andalucía ni en andaluz. Estaba en Los Ángeles y me habían ofrecido rodar una serie adaptación de un videojuego, 'Halo', con Spielberg. Pero me llegó el guion de 'Adiós' y sentí que el alma me pedía hacerla.
–Vamos, que le dijo no a Spielberg.
–Lo siento mucho, porque es un amor de persona, pero creo que lo importante como director es seguir a tus entrañas. Tenía una espinita clavada y me la he sacado.
–'Adiós' habla de la herencia de la sangre, de cómo heredamos lo bueno y lo malo.
–Sí. Yo de chiquitito quería ser Scorsese, y 'Adiós' es mi 'Malas calles' en cierta forma: el catolicismo, la herencia del pecado... En mi primera película, 'Carne de neón', se decía que los hijos no deberían pagar por los pecados de los padres. Mis películas están marcadas por esa frase, para mí es muy importante la familia. Por eso 'Adiós' es mi mejor película y la que siento más mía, porque con tal de rodar en Estados Unidos yo había estado negando el sur, el flamenco... Y he reconectado con una parte de mí al darme cuenta de que no soy Scorsese.
–¿Se dirige igual a Mario Casas que a Nicolas Cage?
–Los dos son grandes actores que se entregan a muerte. Ambos están los primeros en el rodaje con la adrenalina a tope y corren como cabrones. Ponen el corazón en la película y con los dos me llevo muy bien. Con Nic tengo que hacer otra, siempre lo hablamos. Es que él es un género en sí mismo, ¿has visto 'Mandy'? Así que cuando encuentre una película de género Cage la haremos.
–Trabajando en un videoclub se aprende enseguida qué le gusta a la gente.
–Mi escuela de cine fue el videoclub donde trabajé. Y si no sabías qué le gustaba a los clientes te despedían. Te pedían una de Van Damme o de Steven Seagal y, como no te quedaban, les dabas 'El club de la lucha'. Al día siguiente volvían y te pedían que les recomendaras otra. Conclusión: debes aprender lo que el público quiere, pero tienes que darle lo que no espera. Yo siempre tengo en la cabeza no decepcionar al espectador.
–En su caso el sueño americano se ha hecho realidad.
–Sí, yo llego a los estudios de la Fox en patinete, porque no tengo carnet de conducir. Creo que me contratan porque hago las cosas con corazón, los actores agradecen que el director hable con ellos, porque los americanos están escondidos junto al monitor y no tratan con ellos. Los actores me recomiendan mucho.
control creativo
boom de series
–¿Cree que vivimos una edad de oro de las series?
–Sin duda. La clave es el 'showrunner', un guionista con sensibilidad y poder, al que ya no se le trata como un leproso. En Hollywood no son tontos y sabe que si una historia es buena conecta con el espectador. Antes el poder lo tenía el productor, y de ahí la peor experiencia de mi carrera con 'Tokarev', donde no tuve ningún control creativo. Los productores tomaron las riendas del montaje y estrenaron una película que no es la que yo hice, la peor mía. Pensaban que con sacar a Nicolas Cage bastaba.
–¿Cómo cambiarán las plataformas de internet el cine español?
– No demasiado. Vivimos un momento dulce en el que todo el mundo está trabajando, yo todas las semanas tengo que decir no a proyectos. Y lo que se hace tiene calidad, no se están haciendo churros. En España no hay estrellas, lo que vende es lo singular.
–¿Cree que hay sitio para todos: Netflix, Amazon, Apple, Disney...?
–Tendrá que haber una criba. Louis C. K. habla de la cantidad de pornografía que ha creado el ser humano, nadie puede verla toda en una vida. Y algo parecido pasa con las series, ya hemos creado las suficientes para toda la historia de la humanidad. Alguien debería pararlo. Al final, ganará la calidad.
–¿Cree que las salas están condenadas a la extinción?
–Espero que no. No soy religioso, para mí ir al cine es ir a la iglesia.El ser humano necesita el cine, sin él nos morimos.
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