Una huelga histórica

Las estrellas se mantienen unidas en su histórica protesta. «Es un momento crucial para nuestra profesión», advierte Will Smith. Los restaurantes de Los Ángeles sufren descensos de hasta el 20% en su facturación, mientras las clínicas de cirugía estética están haciendo el agosto: con la agenda libre, los actores aprovechan para hacerse unos retoques.

Los rodajes se han cancelado, las cadenas no tienen 'late shows' en los que promocionar las películas, los premios Emmy se entregarán con un poco de suerte el año que viene y festivales como Venecia y San Sebastián se quedarán este año sin glamour. La huelga será larga, porque persigue que plataformas y cines se queden sin contenidos para poder presionar. Si en otoño continúa, los grandes estrenos no contarán con la promoción de sus protagonistas, que son los que atraen la atención del público.

«Nadie detendrá el avance tecnológico», amenaza el odiado Bob Iger, el CEO de Disney, que podría ganar este año 27 millones de dólares. Los estudios ya buscan a expertos en inteligencia artificial (IA) para utilizar las imágenes de los actores sin su consentimiento. Los guionistas también ven amenazada su labor por programas como ChatGPT.