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Oliver Stone (Nueva York, 1946) cree que Estados Unidos perdió la inocencia el 22 de noviembre de 1963. El país dejó de creer en sus instituciones a partir del asesinato del presidente Kennedy y ya nada volvió a ser igual. En 1991, el director desmontó ... la tesis oficial sobre el magnicidio en 'JFK', una película abrumadora, extraordinaria, en la que combinaba material documental real y ficción para intentar demostrar cómo Lee Harvey Oswald era un cabeza de turco: la CIA y los servicios secretos estaban detrás de un 'golpe de estado' que cambió el mundo para siempre. Más de un centenar de actores, entre ellos Jack Lemmon, Ed Asner, Joe Pesci, Walter Matthau, Donald Sutherland y Gary Oldman, protagonizaron un filme que adoptaba la mirada del fiscal de distrito de Nueva Orleans Jim Garrison, encarnado por Kevin Costner. Dos Oscar, a su prodigioso montaje y a la fotografía, certifican que estamos ante una de las mejores películas de Stone.
Treinta y un años después, el director de 'Platoon' vuelve a reclutar al gran director de fotografía Robert Richardson ('Casino', 'Kill Bill', 'Érase una vez en… Hollywood') para 'JFK: Caso revisado', otro magnífico, exhaustivo documental elaborado a partir de los documentos desclasificados desde 2017. Eso sí, ya no está John Williams detrás de la música y las estrellas han sido sustituidas por el propio Stone, que deambula por la Plaza Dealey de Dallas, «todavía la escena del crimen», en busca de la esquiva verdad. El realizador ha presentado en el Barcelona Film Fest un filme que echa por tierra la teoría de la 'bala mágica' y demuestra que Oswald ni siquiera se encontraba en la biblioteca desde la que se supone que disparó. La CIA y el FBI manipularon todas las pruebas y el informe de la Comisión Warren es una patraña que el autor de 'Asesinos natos' desmonta paso a paso.
«He esperado treinta años para este documental, podía haberlo hecho antes. Hice una película que era una interpretación dramática del magnicidio, de tres horas y ocho minutos. Una película muy complicada que estaba condenada al fracaso», recuerda. «Estaba preparado para ello, pero me sorprendió que funcionara tan bien. Supongo que parte del motivo era que había amor por el presidente Kennedy, en 1991 la gente todavía lo recordaba. Fue como el principio de una nueva apreciación por Kennedy. Surgieron más libros y el fenómeno sorprendió en todo el mundo, no solo en EE UU».
'JFK: Caso revisado' se inicia y concluye con sendos discursos del presidente. En el primero de ellos proclama su esperanza de que el mundo viva en paz, pero no «una pax impuesta por Estados Unidos, sino una que haga que valga la pena vivir». En unos pocos minutos, el talento de Stone como narrador brilla en la descripción del asesinato a partir de imágenes documentales. Abatido, el periodista Walter Cronkite se quita las gafas mientras los acontecimientos se suceden: Jackie Kennedy tratando de escapar del coche con un trozo del cerebro de su marido en la mano, las imágenes del funeral de estado, Jack Ruby disparando a Oswald mientras le trasladan… La pantomima de la Comisión Warren, en la que estaba el director de la CIA Allen Dulles, al que Stone apunta como cerebro de la conspiración, estableció que Oswald era el único autor de los hechos. La filmación de Abraham Zapruder, un sastre de Dallas que grababa el desfile, sembró de dudas esa versión oficial, al igual que los dos millones de documentos que Trump desclasificó hace cinco años y que cualquiera puede consultar en los Archivos de Maryland.
«Algunos me acusaron de haber distorsionado la Historia, me tacharon de conspirador, pero no me dedico a eso», aclara Stone. «Este caso me fascina. Tenemos a Oswald, el asesino, que tiene muchas conexiones con los agentes de inteligencia, sobre todo con la CIA. Es utilizado por la CIA en Rusia, Nueva Orleans, Dallas… He seguido su trayectoria y es un misterio. Siempre dudé que estuviera en el sexto piso. Edgar Hoover y el FBI cerraron rapido el caso: ha sido Oswald, tres balas desde el sexto piso. Punto final. No hubo mucha investigación más allá de esto, excepto por parte de ciudadanos privados que no estaban de acuerdo con esa explicación. Un gángster llamado Jack Ruby mató al asesino y caso cerrado».
Según el director, el juicio hubiera sido «un chiste». «No hubo cadena de custodia de las pruebas: el rifle, las balas, las huellas…. Todo desapareció en este magnicidio. Ningún juez de Estados Unidos hubiera podido juzgar este caso. Tenemos a un presidente, la figura más importante de Estados Unidos, y no se le hizo una autopsia decente. Hubo más de tres o cuatro disparos, Oswald nunca estuvo en el sexto piso, estaba en el segundo porque era donde le habían dicho que tenía que estar. Los disparos vinieron de otro edificio y del seto. Kennedy murió atrapado en el fuego cruzado. Este no es un caso cerrado, está muy abierto, porque el público americano ha sido mal informado».
Los testigos y las pruebas son demoledoras. La 'bala mágica' que atravesó dos cuerpos, el arma sin huellas, la autopsia… El cúmulo de irregularidades buscaba incriminar a toda costa a Oswald, un exmarine que había vivido un tiempo en la Unión Soviética y del que se sospecha que era agente doble. La CIA le tenía tan vigilado que hasta estaba pinchado el teléfono de su madre. El documental, que incluye un par de fragmentos del primer 'JFK' y la voz como narradores de Whoopi Goldberg y Donald Sutherland, sostiene que la política exterior aperturista de Kennedy fue la que lo condenó. La CIA desinformó al presidente sobre el desastre de la Bahía de Cochinos, entregó a sus enemigos al primer ministro del Congo Patrice Lumumba, al que JFK había prometido protección, y hasta le mintió sobre un presunto golpe de estado en Francia para derrocar a De Gaulle. Kennedy quería dejar de enviar tropas a Vietnam y abogaba por un acercamiento a la URSS, a la que barajaba proponer una misión espacial conjunta. El testimonio más espeluznante del filme proviene de Robert F. Kennedy Jr, quien recuerda que, nada más conocerse el magnicidio, su padre llamó a la central de la CIA en Langley: «¿Habéis perpetrado vosotros esta atrocidad?».
«¿Por qué se mató a Kennedy?», se pregunta Stone, que se hizo merecedor del Corazón Púrpura combatiendo en Vietnam. «Sabemos que en el 64 no iba a ser reelegido, que en el Sur no iba a ganar. Quería acabar con la segregación, los sureños le odiaban. Y en Texas también por acabar con privilegios, le veían como alguien peligroso, como otro Roosevelt. Kennedy tenía dos hermanos, veían esa dinastía como un peligro. Kennedy dijo alguna vez que no estaba seguro de estar a cargo del Gobierno. Eso asusta, ¿eh?». 'JFK: Caso revisado' concluye con un memorable discurso de Kennedy sobre los derechos civiles: «Los que no hacen nada fomentan la vergüenza, así como también la violencia. Los que actúan con valentía admiten lo correcto, además de la realidad», afirmó el último presidente americano, que, según Oliver Stone, intentó cambiar las cosas.
«En América fabricamos las armas más caras y las vendemos a regímenes con los que cooperamos.Tenemos que seguir con este juego de crear tensión que nos permite vender más armas», ilustra. «En la CIA saben muy bien fabricar golpes de estado, lo hicimos en 2014 con éxito en Ucrania. Pusieron a un presidente en contra de Rusia. Y esto nos ha llevado a la situación actual. Cualquiera que conozca la Historia sabe que es una cuestión de causa y efecto. Cuando piensas en América tienes que pensar como un dóberman, es un animal vicioso y asesino. Tenemos demasiado dinero, no tenemos otra cosa que hacer. Causamos problemas». Para Stone, el control de los medios es crucial en el mundo actual. «La guerra en Ucrania es un buen ejemplo. Todos los medios en Europa y en América están alineados: los rusos son los malos y EE UU los buenos. Es triste comprobar cómo Joe Biden está en manos de los conservadores en Washington. Es un católico irlandés, como Kennedy, aunque estaría bien que fuese más como él. Siento decir que es demasiado mayor para este trabajo, pero tampoco veo una solución con Trump… Lamento haber votado por Biden, pero no podía hacerlo por Trump».
Stone conoce bien a Vladimir Putin, al que entrevistó en una docena de ocasiones durante varios años para una serie documental, tal como ha hecho con dirigentes como Oliver Stone y Hugo Chávez. «Yo no separo a Putin del estado, es el presidente de Rusia», remarca. «Le vi por última vez hace tres años. La prensa lo califica de loco, irresponsable, menciona a Hitler, Stalin… Todo eso no tiene nada que ver con el hombre que yo conocí. Una persona muy racional, tranquila, reflexiva, como una partida de ajedrez. En mi opinión, siempre ha actuado en interés de Rusia. Es un hijo de Rusia, como él siempre dice, es una distinción muy importante que hay que entender. Implica patriotismo pero no nacionalismo. Implica amor por Rusia».
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