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Benedicta cumplirá 84 años en octubre. El director Oliver Laxe cuenta que duerme en el suelo y que come cada día un aguacate y un limón. Benedicta salió de O Corgo, una aldea a pocos kilómetros de Lugo, y se puso a bailar una muñeira ... en el photocall del Festival de Cannes, donde 'Lo que arde' obtuvo el premio del jurado en la sección Una Cierta Mirada. Junto a Benedicta ha venido a San Sebastián Amador, que en la película interpreta a su hijo, un pirómano que sale de la cárcel y regresa a su aldea. Su madre le observa al llegar en la huerta, bajo la lluvia, y le recibe con una pregunta: «¿Tienes hambre?».
Programada en la sección Perlas, 'Lo que arde' es un deslumbrante artefacto que atrapa un modo de vida en extinción en la Galicia rural y utiliza los devastadores incendios que cíclicamente asolan la comunidad como espejo que interroga a los personajes y al espectador. Laxe, que con sus dos películas anteriores ya triunfó en Cannes, 'Todos sois capitanes' y 'Mimosas', rodó en la aldea de su madre, en la que veraneaba de pequeño. Sus padres emigraron a París, donde él nació, y trabajaban de porteros en un distrito rico, el XVI. «Cuando veníamos los veranos no había carretera y bajábamos las maletas en la burra de mi abuelo», recuerda. «Tengo 37 años y he vivido la Edad Media».
'Lo que arde', que llega a los cines el 11 de octubre, arranca con las imágenes más fascinantes que se han visto hasta el momento en San Sebastián: un bosque de árboles nocturno derribados por lo que se diría un gigante, hasta que descubrimos que el culpable es un ejército de bulldozers. Después convivimos con los dos protagonistas, que cuidan de las vacas e ignoran las maledicencias de los vecinos. Cuando Amador le explica a Benedicta que los eucaliptos extienden sus raíces durante kilómetros, como un saco viejo de patatas que impide crecer otras plantas, su madre le responde: «Si causan sufrimiento es que ellos sufren».
«Todos estamos condenados a la extinción, las dos únicas verdades de la modernidad, la ecología y la economía, nos lo dicen», reflexiona el director. «Yo he retratado valores rurales que se están perdiendo, he filmado a dos seres que siguen resistiendo. La muerte no me preocupa a mí ni a mis personajes, lo que me preocupa es mentirnos. En Galicia sabemos morir con dignidad».
Laxe recuerda los relatos de guerra, hambre y emigración de sus abuelos. «Mi cine intenta reflejar esos valores de aceptación y humildad. Un cineasta tiene que conectarse con su esencia: filmar en los prados donde han trabajado generaciones de mis antepasados tiene consecuencias, se nota en la pantalla. Porque todo lo que está detrás de la cámara se acaba notando».
Esa verdad que el cineasta gallego captura se vale del artificio, como siempre ocurre en el cine. Y una de sus armas en 'Lo que arde' son dos maravillosos actores no profesionales. Benedicta no cuida vacas y pasa los días frente a la lumbre; en realidad, emigró en los 60 a Río de Janeiro, donde trabajó en una librería. Se casó, se divorció y puede hablar horas de su veganismo. Amador no solo no es pirómano, sino que cuando trabajó de agente ambiental le tocó un incendio y acabó descubriendo al culpable. Viéndole correr por el bosque como un gamo se entiende que viva cerca de la zona.
«Mayor y Benedicta actúan, no hacen de ellos mismos», aclara Laxe. «Les invento tal y como son, porque eso de actores no profesionales es una palabra que me molesta». 'Lo que arde' concluye con un pavoroso incendio real que su director rodó de manera kamikaze sumergiéndose en las llamas, como nunca se ha visto en el cine. El peligro residía en que el calor derritiera la película, porque Laxe sigue rodando con celuloide. «El fuego opera a muchos niveles en la película, algunos de ellos se me escapan», reconoce.
¿Por qué arde siempre Galicia? «Hay una cultura del fuego. Los pueblos se han vaciado y el territorio se ha convertido en una jungla porque llueve mucho y después se seca por el cambio climático. En Galicia se destinan 170 millones a la extinción del fuego y cero a prevención. ¿Sabes los contratos que hay? Es una industria. El fuego también es una herramienta de venganza política. La piromanía solo es culpable del 3% de los incendios».
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