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'I Care a Lot' comienza como un drama estremecedor, retratando una situación injusta en un mundo poblado por gente interesada, capaz de todo con tal de llenarse el bolsillo, para dar un golpe de timón y adentrarse en el terreno del thriller con toques ... de humor negro, como si Tarantino o los hermanos Coen irrumpiesen en la dirección, en bajo perfil, tras el primer cuarto de hora de metraje. La premisa del filme invita a pensar inicialmente en el retrato de una estafa sin escrúpulos que implica a una venerable anciana, que es recluida en una residencia en contra de su voluntad.
Alguien llama a la puerta de su mansión e interrumpe su costumbre de desayunar leyendo el periódico, como cada mañana, para introducirla sin apenas explicaciones en un coche, con una maleta y lo puesto. En cuestión de minutos acaba encerrada en un asilo, atiborrada de drogas legales, mientras su supuesta tutora le vacía la casa y las cuentas. Una historia terrorífica, tal y como está planteada, que parte de una realidad temible. Todo se arregla pasando por los juzgados, o se complica sin necesidad. Dinero manda y el cineasta británico J Blakeson ('La desaparición de Alice Creed'), también guionista, decidió contar esta historia tras leer varias noticias sobre el tema: personas que jugaban con el sistema y se aprovechaban de sus protegidos. Aires de 'El proceso' de Kafka.
Blakeson, lejos de quedarse a gusto denunciando dramáticamente una situación rocambolesca que afecta a numerosas víctimas de la tercera edad, decide convertir la tragedia en una intriga plagada de giros, que se van forzando según se desarrolla el entuerto. La viejecita no es lo que parece, no es una pobre mujer sin familiares cercanos que hereden su fortuna, tal y como piensan los buitres que pretenden exprimir la gallina de los huevos de oro. Guarda una sorpresa que complica el plan al personaje malévolo interpretado por Rosamund Pike, una tutora legal de vejestorios acostumbrada a usar la ley en su propio beneficio.
Lleva una vida de lujo, ordeñando a su rebaño de abuelos, no todos con demencia senil, aunque el diagnóstico médico, convenientemente comprado, diga lo contrario. El entramado para reunir vil metal, con la implicación de profesionales de toda índole en torno a la sanidad y el bienestar social, es abracadabrante, pero siempre puede irrumpir en escena un villano aún mayor. 'I Care a Lot' señala la falta de empatía del ser humano con tal de llenar sus arcas, enfrentando la humanidad y la burocracia, un dueto que puede resultar terrorífico. ¿Hasta dónde pueden llegar la confrontación entre la autoridad y nuestros derechos? Las respuestas que propone el filme, con un recado moral que se infla según llega a su final, se acomodan en el género policiaco y la comedia sin recato, jugando con personajes caricaturizados en exceso que pierden los papeles secuencia a secuencia.
Pike, ganadora de un Globo de Oro como mejor actriz de comedia o musical por su carismático rol en 'I Care a Lot', parece apuntarse a un spin-off de 'Perdida', con un personaje igual de sibilino y manipulador. Dan ganas de estrangularla desde el primer minuto. Su carácter soberbio y ambición desmedida, sin remilgos a la hora de pisar cabezas para conseguir su meta –«nunca pierdo», dice en una escena incómoda-, provocando un rechazo inmediato, señala el excelente trabajo de la artista británica, divina en la serie 'State of the Union', dirigida por Stephen Frears. Le arropan Eiza González ('Alita: Ángel de combate'), Chris Messina ('Un lugar donde quedarse'), Isiah Whitlock Jr. ('Infiltrado en el KKKlan') y el singular Macon Blair, rostro principal de la brutal 'Blue Ruin'.
La veterana Dianne Wiest encarna a la anciana de mirada aviesa, con momentos sublimes que congelan la sonrisa, mientras Peter Dinklage, popular a rabiar tras su paso por 'Juego de tronos', consigue amedrentar a cualquiera con los mínimos gestos. La ofrenda actoral sobresale en una película que podía haber tomado otro camino, pero retuerce su condición casi al azar, perdiendo fuerza en su progreso.
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