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Manoj Nelliyattu Shyamalan estrenará 'La trampa', su próxima película, en agosto, justo cuando cumpla 54 años. En realidad, el director es conocido como M. Night Shyamalan, y aún más como el director de 'El sexto sentido', producción convertida en todo un hito del cine y ... que llegó a la gran pantalla hace ya un cuarto de siglo. El autor es una de las escasas figuras de Hollywood que puede presumir de una trayectoria singular y lenguaje personal, e incluso ha sido comparado con Alfred Hitchcock por su maestría en el género del suspense.
El cineasta indio, en cualquier caso, constituye un caso aparte por la facultad para mantener su independencia en una industria tan compleja. Su vocación fue temprana, impulsada por el regalo de una cámara de Super-8, aunque tuvo que luchar contra la tradición familiar, llena de doctores tanto por la línea paterna como materna. Él asegura que la lectura de un libro de Spike Lee en el que relataba el esfuerzo por trasladar emociones a su primera película le proporcionó los suficientes arrestos para emularlo. Tras formase en la Escuela Tisch de las Artes, integrada en la Universidad de Nueva York, se embarcó en su gran proyecto, es decir, seguir los pasos de Steven Spielberg y comenzar a rodar.
No sucedió nada con 'Prayer with Anger', su primera entrega, financiada con la ayuda familiar y que tenía un aire de trabajo de fin de curso. La narración, de carácter autobiográfico, se basaba en las experiencias acumuladas durante un viaje a la tierra natal. La segunda se llamaba 'Los primeros amigos', era una comedia, algo insólito en su carrera, y tampoco presagiaba nada realmente excepcional. Ninguna de las dos gozó de una mínima consideración. Pero luego llegó 'El sexto sentido', un blockbuster de gigantescas dimensiones protagonizado por Bruce Willis y Haley Joel Osment. Shyamalan establece sus señas de identidad en esta película, sustentada en un guion propio. La creación de atmósferas mórbidas, una semántica visual llena de guiños y referencias culturales, y los sorprendentes giros de la trama, constituyen sus principales rasgos, además de la mixtura del terror con otros géneros como el melodrama o el fantástico.
El director se convirtió en un reputado maestro antes de cumplir los 30 años. Los estudios le ofrecieron la batuta en las siguientes entregas de Indiana Jones y Harry Potter, algo que siempre sucede cuando una película multiplica por 17 su presupuesto inicial. No se dejó tentar por las propuestas. Prefirió resguardar su independencia y seguir por la vía de un cine de autor con indudable atractivo comercial.
El fabuloso crédito continuó con sus siguientes películas. 'El protegido' y 'Señales', considerada la mejor de toda su producción. Tal y como ha sucedido en la mayoría de sus posteriores proyectos, al misterio y la elaboración de universos claustrofóbicos se sumaban reflexiones que iban más allá de las convenciones de las obras de intriga. Cuestiones como la fe y otros asuntos de carácter existencial forman parte de propuestas que siempre gozan de un abanico de lecturas, desde aquellas ligadas con la violencia contemporánea a la que incluyen un mensaje ecologista.
El idilio de los cineastas con la crítica y el público suele ser extremadamente frágil. En el caso de Shyamalan las fisuras afloraron con 'El bosque' y 'La chica del agua', carentes de la magia de las anteriores. El declive se prolongó en las siguientes y alcanzó su punto más bajo con 'The Last Airbender' y 'Después de la Tierra'. La gran inversión de una y el recurso a una estrella como Will Smith no impidieron el fracaso y cierta decepción en torno a un autor al que se le suponía un lenguaje propio, pero que parecía inclinarse hacia caminos más convencionales.
La redención llegó con su trilogía 'Glass' con la que regresó a esa mezcla de géneros, marca de la casa, en un escenario sumamente imprevisible y terrorífico. En este caso, se valió del recurso de los superhéroes, pero desde una perspectiva que sacrificaba el habitual despliegue de hazañas en beneficio de una interpretación atormentada que, una vez más, abordaba las debilidades de la condición humana o sobrehumana. Shymalan también ha sucumbido al reclamo televisivo y en 2015 puso en marcha la serie 'Wayward Pines' que se mantuvo en antena durante dos temporadas.
El éxito masivo no ha regresado. El propio creador ha reconocido que su periplo en el cine ha sido una montaña rusa. Tras los fracasos, el director fue considerado veneno para la taquilla y él mismo ha reconocido que hubo de hipotecar su casa y lidiar con complicadas reuniones con reticentes distribuidores, y que se ha acostumbrado a limitar sus presupuestos para preservar su libertad creativa. Tal vez esta experiencia ha motivado la puesta en marcha de una fundación que lleva su nombre y que pretende empoderar a comunidades pobres y marginadas.
'La trampa', la última aportación, está protagonizada por Josh Hartnett, un actor que también rondó el estrellato antes de ser relegado al segundo plano. El argumento se basa en las penalidades de un individuo y su hija adolescente, atrapados en el espacio de grandes proporciones donde se lleva a cabo un concierto y en el que se prepara cierta conspiración. La historia se asimila a la de 'Ojos de serpiente' de Brian de Palma, otro director considerado heredero de Hitchcock y que, asimismo, se caracterizaba por su imprevisibilidad, éxitos y batacazos comerciales. Los directores independientes no lo tienen fácil en Hollywood. La industria manda.
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