Nacho Fresneda: «Me encanta que la gente se ofenda»
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El actor, famoso por su papel en 'El Ministerio del Tiempo', regresa a la gran pantalla con 'El silencio del pantano', donde da vida al gitano FalconettiSecciones
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El actor, famoso por su papel en 'El Ministerio del Tiempo', regresa a la gran pantalla con 'El silencio del pantano', donde da vida al gitano FalconettiNacho Fresneda (Cuart de Poblet, Valencia, 1971) se quedó a vivir en la retina y la memoria del público –lo conocía desde hace ya muchos años– cuando empezó a dar vida a Alonso de Entrerríos en 'El Ministerio del Tiempo'. Abonado al teatro y a ... la televisión, el valenciano se ha prodigado menos en la gran pantalla. Divertido, directo y con un encantador punto macarra, el actor da vida a Falconetti, un gitano rudo y expeditivo en 'El silencio del pantano'. Ópera prima de Marc Vigil, la cinta es «una película que habla de la bajeza humana» y sigue los pasos de Q, un exitoso escritor de novela negra que parece inspirarse en crímenes reales para dar luz a su obra. ¿O es al revés? Todo ello con la corrupción política como trasfondo. La película se estrena el 1 de enero.
-¿Cómo cayó el proyecto en tus manos?
-Es la primera vez que he tenido acceso a un proyecto desde el principio. En el momento en que Marc recibió el encargo de hacer esta película me comentó la posibilidad de que diera vida a un personaje. Estábamos en esos momentos trabajando en 'El Ministerio del Tiempo', nos conocíamos. Es una persona a la que admiro y quiero, lo considero un colega y es increíble. Trabajamos muy bien juntos, así que estuve desde la primera versión de guion y ha sido un viaje de más de dos años muy interesante, que ha culminado con un montaje de película que es completamente distinto al guion que estábamos haciendo, con lo cual no ha dejado de sorprenderme desde el principio y estoy muy contento.
-Entiendo que estar ahí permite aportar más elementos al guion.
-Sí claro. Marc quiere actores que trabajen, no que sean máscaras o que vayan al dictado de. Lo que pasa es que cuando una cosa está tan bien armadita... Esa aportación se vio más en rodaje. Hay una escena hacia el final de la película en la que realmente no teníamos el texto porque lo que había escrito tampoco nos convencía mucho. Yo llegue al set y dije: «No tengo texto». «Vamos haciendo«, me respondió Marc. Y realmente es una escena que hicimos entre todos. Todos nos íbamos moviendo e íbamos viendo lo que pedía la escena. Aportas cuando hace falta que aportes. Pero si te dan un texto de Lope de Vega, pues no aportes mucho, tu no aportes, dilo y si la coma está, hazla (ríe).
-¿Y cómo se mete uno en la piel de Falconetti, tan parco en palabras?
-Sí, pero fíjate tanto la construcción física como la manera de hablar son super exageradas. Sí que es verdad que uno intenta darle humanidad. Primero engordando a saco y a lo bruto. A lo bruto es yo solo en casa -tuve la ayuda de un nutricionista- y sin cocinero. Y entrenando mucho, haciendo muchas pesas y luego pues tirando de mi memoria, de la gente que he conocido. Yo soy de un barrio de Valencia, muy parecido al Cabañal, he ido al colegio con gente que luego ha acabado siendo Falconetti, mi colegio era un buen caldo de cultivo. Y ese era mi compromiso conmigo mismo, decir: «Si yo he conocido a estos tíos, ¿seré capaz de hacer que un tercero diga: 'hostia, me lo creo'? Y claro, la crítica, que era la mía, la tenía muy alta porque cuando has conocido algo, inventartelo... En este sentido, los referentes más que actores eran tipos. Era el Pacheco, que era un tipo del cole que era el más malo del mundo, a mí me daba mucho miedo y me hacía la vida imposible, así que he intentado transmitir ese tipo. Y luego tampoco soy un tipo que busque e intelectualice, y más para personajes así. Creo que intento ser muy intuitivo, muy obediente con lo que me pide el director y luego no medir. No sé si soy exagerado. Es decir, ahí vamos y que salga. Como decía el gran Cesáreo, que en paz descanse: «Esto se puede hacer mejor, pero ya tienen que llamar a otro».
-Vamos, que no es lo que se dice un actor de método.
-¿Es que eso qué es? Vamos a ver, por supuesto que soy actor de método, de mí método, y por supuesto que he estudiado y conozco y admiro y trabajo con estos elementos. Como actor has tenido que leer a Stanislavski y has tenido que aprender que un actor se prepara, pero hay otros estudiosos que te plantean otras cosas. Y vas al teatro y al cine y creces. Llevo desde los 18 años haciendo teatro de calle y haciendo el tonto por ahí y voy a cumplir casi 50 a lo mejor es que no todo el mundo sirve para enseñar. Tennessee Williams le pedía a la actriz que se convirtiera en una polilla... ¡Y era Tennessee Williams! A mí me gusta mucho vivir la historia esta como un buen bufón, como un buen mago. Sí, te digo que he engordado, que me ha costado, pero yo no te voy a contar el truco y no te voy a decir que me ha costado, quizá quiero que pienses que lo hago con la punta de... Es que no me interesa hacerme el guay, yo hablo con mi trabajo.
-Ya.
-Ese mismo año, después de la película hice de profesor en una serie de telecinco recatadito y venia de hacer 'El reino', la parte de los de arriba de esta pelicula. Tengo suerte de poder hacer cosas completamente diferentes. A mí no me ha faltado el trabajo nunca, siempre he tenido la suerte de estar en marcha y ahora tengo que estar muy agradecido porque 'El Ministerio del Tiempo' me ha puesto en otro sitio y desde hace cinco años estoy accediendo a otro tipo de curros. Si ya me dejaba la piel en las cabalgatas y en el teatro de calle, pues imaginate con la edad que tengo y trabajando con bestias como Marc Vigil. Es que me tiro, me lanzo y lo que haga falta.
-¿Temes que se te pueda criticar por dar vida a un gitano?
-Me da absolutamente igual y me encanta que la gente se ofenda, me parece fantástico. Dos problemas tienen, tres si no comen. Ahora todo el mundo se ofende por todo y me parece maravilloso, al meos que vayan al cine y que se ofendan. No lo había pensado, pero es que si hablamos de eso, vale, es gitano pero es un tío de barrio e igual soy yo más de barrio que muchos. Algunas cumplo, pero ¿qué pasa que no puedo hacer de un político corrupto con estudios? ¿Eso también es apropiación cultural? Porque yo solo tengo hasta la Selectividad. Entonces qué mierda es esto. Me parece una solemne estupidez. Mira en Barcelona hace unos años hicieron una serie en la que el malo era un tipo que tenía una granja de cerdos y una asociación del medio se quejó. Váyanse ustedes a la mierda. Es que al bufón el rey no le mataba y eso que le decía todos los defectos que tenía. Nosotros somos putos bufones. Que no cambia el mundo, que nadie se ha muerto porque hagamos una mala película, que si quieres la ves y si no quieres no.
-¿Hay que ser algo cabrón para dar vida a alguien así?
-Hostia esa es una buena. ¿Hay que ser buena persona para ser actor? No. He conocido grandísimos hijos de puta que te los crees, que los ves, son la bondad absoluta. Sí que te digo que yo valoro mucho la calidad humana, quizá también porque yo he tenido una carrera diesel, más a largo plazo.
-La película tiene un trasfondo de corrupción política que es un poco lo que conecta ambos mundos, el del gitano Falconetti y el del exdirigente político. ¿Hay un mensaje político ahí?
-No creo que Marc haya hecho esto para lanzar ningún tipo de mensaje. Le surgió la oportunidad de hacer cine y cómo no lo vas a hacer. Es igual que cuando a mí me llaman para hacer un doblaje interesante, cómo me voy a negar a hacer 'Resacón en Las Vegas'. Ah, es que eso no es de actor, dicen. Pues hazlo tu. Y ojo, veo el cine en versión original porque me llena más, pero no demonizo eso. Aquí no queremos mandar un mensaje a nadie, lo que queremos es contar una historia. Lo que pasa es que en este país mucho casos de corrupción, así que vamos a hablar de algo que está en la calle, que nos ocupa y nos preocupa y en la que a lo mejor desde un punto de vista adulto y maduro no se salva nadie.
-¿Cómo describirías la película?
-Marc es un tipo muy organizado, muy elegante formalmente y muy cuidadoso. Es una película que habla de la bajeza humana, de que somos todos unos bichos y, a la vez, está rodada con una elegancia y una sensibilidad tremendas. Desde el plano inicial te mete en un ritmo muy cinematográfico. Es una película de cine, porque esos zumbidos que genera el pantano producen una sensación física que yo, que he visto la película también en casa, sólo lo he sentido en el cine. Pero si la gente la quiere ver en el móvil (se acerca a la grabadora), me parece de puta madre. No seré yo el que diga que se están perdiendo algo importante, perfecto. Pero de vez en cuando, por favor, id al cine que mola mucho lo de la oscuridad y si tienes a alguien al lado, cogerle la manita, apagar el móvil... Es el eterno problema. Yo cuando hago teatro suenan moviles en cada función, pero claro en el fondo son los que vienen al teatro. Si les echas la bronca a los que vienen, puede que no vuelvan... Igual me estoy haciendo mayor.
-Te has prodigado poco en el cine. ¿Es muy difícil llegar ahí? Uno tiene la sensación de ver a los mismos actores una y otra vez: Luis Tosar, Antonio de la Torre, Javier Gutiérrez, Javier Bardem...
-Al tiempo de estar haciendo teatro, empezó en Antena 3 'Los ladrones van a la oficina' y contrataron a un amigo mío, y ese fue el primer contacto que tuve yo con la salida profesional, la televisión y el actor. Lo que quiero decir es que las expectativas que yo tenía conmigo eran menos que nulas, yo encima tuve mucha suerte y en la Fundación Shakespeare, en la que yo di mis primeros pasos, estaba rodeado de mucho talento: profesores, compañeros, que luego, por circunstancias de la vida, algunos han llegado otros no. Otros son felices dando clase, que es también otra manera de llegar. Con esto quiero decir que yo siempre he ido hacia arriba, cada personaje que he hecho ha sido un paso adelante en mi carrera y no he parado, así que qué e voy a decir. Pero no es autoayuda, que yo odio a Paulo Coelho, no es que este agradecido con la vida, pero es que es verdad. Pobre señor, no odio a Paulo Coelho, odio lo que escribe, que es una puta mierda. Yo estoy muy agradecido: haces un culebrón en Valencia, luego mi epoca de teatro, de los 20 a los 30 yo trabajé en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, en el Teatro Lliure de Barcelona, he hecho Shakespeare, Calderón, contemporáneo, microteatro muy underground... ¿Qué más puedo pedir? Es que me da vergüenza. Yo conozco mucha gente que no trabaja en la industria y que son compañeros que tenían más talento que yo, así que aunque pensara algo de lo que dices me lo censuro porque yo estoy muy agradecido. He sacado adelante una familia, vivo de mi trabajo... Es que el 91% de los actores de este país no llegan al sueldo mínimo.
-¿Has notado una mejora en la industria con la irrupción de las plataformas?
-Sí, obvio. Aquí pasamos un drama tremendo con la crisis que afectó a todo el país y encima la forma de ayudar a la cultura fue imponiendo un IVA... En fin, lo hemos pasado muy mal como profesión. Sí que es verdad que con el surgimiento de algunas series entre las que están por derecho propio 'El Ministerio del Tiempo', 'Vis a vis' o 'La casa de papel' llegamos a un momento especial en la ficción y entramos en otra etapa. Hay muchos más castings, las plataformas generan más trabajo, la gente joven tiene más posibilidades. Otra de las cosas positivas es que el público cada vez es más exigente y ya no se conforma. Ahora, ¿nos conformamos con esto o vemos el peligro? Yo veo el peligro en una frase robada a un amigo y es que podemos convertirnos en los chinos de lo audiovisual mundial. Somos tan rápidos, tan baratos y todo lo hacemos tan bien que podemos convertirnos en ello. Y yo diríaa que las condiciones laborales de los trabajadores chinos no son las ideales.
-¿Siempre tuviste claro que querias ser actor?
-Yo fui al teatro por primera vez con 17 años. Con eso te lo digo todo.
-¿Y de dónde surgió el chispazo?
-De ahí. Por eso me gusta tanto y por eso he hecho tanto teatro y muchas matinales. Yo con cambiar a una persona de vez en cuando como me cambiaron a mí...
-¿Cómo le cambiaron?
-Me descubrieron que había una manera diferente de ganarse la vida, de vivir la vida. No aspiraba a convertirme en alguien que currase en la televisión, pero sí aspiraba a trabajar en una compañía, hacer mis bolos y ganarme la vida con eso. Para mí fue ese momento de descubrimiento total. Al poco tiempo convocaban unas pruebas para esta escuela en Valencia y eran los mismos que había ido a ver. Y cuando descubrí ese clavo ardiendo, pues ya no me solté.
-¿Por qué clavo ardiendo?
-Porque lo era. Yo no tenía esa vocación desde pequeño porque no sabía que había una profesión que era la de actor. A todo eso suma la procedencia el barrio, todo lo que me rodeaba... Pues qué bien que haya tirado por ahí (ríe).
-¿Cuáles dirías que son las principales herramientas del actor?
-La imaginación, el corazón y la memoria.
-He leído que estuvo muy metido en la ruta del bakalao.
-Eso son patrañas, eso es mentira. ¿Qué es eso? (ríe).
-¿Echa de menos algo de esa escena underground que ahora parece vivir un revival como de culto?
-Sí, ahora parece que Chimo Bayo era como el que más admirábamos y yo te digo que yo con 18 años iba a Oliva a su discoteca y nos ibamos a reír de él porque lo hacía para que nos rieramos. Ahora se le ha dado una trascendencia... Mira la escena musical y estetica que había fue la movida valenciana, la movida mediterránea, y sí que tuvo muchas cosas que tenían valor. Que los chavales salieramos con falda pantalón y nos pintáramos el ojo y escucharamos música nueva era único. Luego, como todo, se comercializó y se perdió, pero ni estoy orgulloso ni me arrepiento, en absoluto. Parte del gusto musical y de la formación que tengo se hizo ahí. Es que entonces escuchabas Front 242 y Lou Reed.
-¿Sigues escuchando electrónica?
-Por supuesto. Todavía hoy hago sesiones en garitos de amigos y con los aparatos que hay pues no soy tan malo como entonces (ríe) y me encanta. Vives en Valencia, te toca esa época, ¿pues qué le vas a hacer? ¿Lo mejor? Salí y tengo todos los dientes (ríe).
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