Miguel Ángel Jiménez: «Quise utilizar la ficción para dar esperanza»

–¿Cómo surge esta historia?

–Estaba con mi guionista Luis Moya en Nísiros, en Grecia, escribiendo otro guion en 2013. El lugar era maravilloso. Mi madre había fallecido reciéntemente y pensé en cómo le hubiera gustado poder conocer esta isla y en lo maravilloso que sería poderla traer a través de la ficción. Se quedó en el cajón durante un montón de tiempo porque era una historia demasiado personal y demasiado cercana y teníamos otros líos. Comenzamos a escribirla en 2015 ya pensando en Emma Suárez.

–¿Fue muy doloroso el proceso?

–Sí que lo fue y me da hasta un poco de pudor el haber utilizado este pretexto para hacer una película que en definitiva es ficción. Fue doloroso pero creo que hemos hecho un largometraje muy bonito y ojalá a mi madre le hubiera gustado, aunque yo creo que también le habría dado algo de vergüenza (sonríe).

–¿Por qué Emma Suárez?

–Nos gusta muchísimo y nos parecía una mujer madura, que podía tener ese lado duro al comienzo de la película, que luego se abre. No teníamos ningún contacto, pero en el Festival de San Sebastián de 2016, tuvimos oportunidad de presentarle el proyecto a través de un amigo común, antes incluso de tener financiación. Le gustó mucho, se subió al carro desde el principio. No ha sido una película fácil de levantar.

–¿Fue complicado rodar en Grecia?

–Al revés, rodar en la isla fue una gozada, una experiencia fantástica. Es maravilloso eso de poder ir a un rodaje en moto. No paro de recordarlo. Nosotros veníamos de rodar en sitios muy complicados como Georgia o Kazajistán y esto fue fantástico. Es una película pequeña pero se creó una comunidad genial entre el equipo griego y el español.

–En la película está muy presente la muerte, pero también la esperanza, la posibilidad de ilusionarse de nuevo.

–Hay un punto bastante inocente aposta. Desgraciadamente, sé lo complicado que es ese proceso, pero nosotros queríamos utilizar la ficción para dar esperanza y usar el cine para reflejar un devenir positivo en unos momentos tan difíciles. Es una decisión forzada la de ser voluntariamente optimista, desde luego la realidad es mucho más complicada.

–Y pone una cuestión clave sobre la mesa: ¿Quién es más egoísta quien se deja ir o quien, por cariño, quiere retener a la otra persona?

–Es una decisión muy complicada y yo creo que en ese caso Gaizka Ugarte, el actor que hace del hijo de María y que de alguna manera me representa, se lleva la peor parte porque es el personaje que va a romper ese equilibrio, que va a intentar reconducir las cosas como todos nosotros, en principio, pensamos que deben hacerse. Ese diálogo entre lo que se supone que se espera de uno y lo que uno desea y lo que deberíamos hacer y lo que uno quiere hacer es lo que gobierna toda la parte final de la película y la decisión de María me parece muy valiente, preciosa y soberana sobre su propia vida.

–¿Cree que la película puede ayudar a quien esté pasando por algo similar?

–No lo creo, porque ésta es una tragedia muy personal que cada uno tiene que vivir como pueda. Pero sí me gustaría, no precisamente pensando en personas que estén cercanas a la enfermedad sino en cualquiera, que ayudara al pensamiento positivo, a intentar ser uno mismo, a atreverse a intentar cosas, a no tener miedo y a aprovechar el tiempo. Me gustaría que la gente, después de ver la película, dijera: «Me voy de viaje con mis amigos».

–La película llega justo cuando una futura ley de la eutanasia vuelve a estar sobre la mesa. ¿Por qué cree que gran parte de la clase política se opone a la muerte digna?

–Me imagino que por convicciones religiosas, que yo respeto, por supuesto. Pero creo que cada uno tiene derecho a decidir sobre su propia vida y que hay veces que la religión debe dejarse a un lado a la hora de legislar.

–¿Cree que saldrá adelante?

–Sí, creo que lo hará de modo natural, como tantas otras cosas. Opino que la propia vida se va haciendo hueco y las libertades también van encontrando su lugar. Estoy convencido porque en el fondo es resistirse, ponerle puertas a las propias pasiones y a las iniciativas individuales que la gente va a tener siempre.