El cine español luchaba por abrirse a mercados exteriores, pero estaba lastrado en origen. Se les prohibía temas y escenas (fundamentalmente de índole sexual), que en el cine internacional eran frecuentes. Fue cuando, para luchar en los mercados internacionales con las mismas armas que el cine de más allá de los Pirineos, los productores españoles inventaron la 'doble versión'.
De una misma producción se rodaban dos versiones: una pacata y con escenas muy recatadas con destino al mercado interior, y otra más frívola, con sexo y destape, destinada a los mercados internacionales. Todo el mundo lo sabía, pero nada se podía decir y los responsables callaban, incluidas las autoridades ministeriales franquistas que veían en aquellas películas destinadas al extranjero, una fuente de divisas de las que tan necesitada estaba el franquismo.
'Las melancólicas' era una de estas películas realizadas en doble versión. Dirigida por Rafael Moreno Alba (que años después sería el responsable de la excelente serie 'Los gozos y las sombras') en 1971, estaba protagonizada por Analía Gadé, Francisco Rabal, Espartaco Santoni, María Asquerino, José Vivó, Helga Liné, Yelena Samarina, Asunción Balaguer, María Vico y Pilar Bardem. Era una historia de terror ambientada en la España de finales del siglo XIX. En un remoto y siniestro manicomio, los pacientes son sometidos a diversas torturas, y solo encontrarán una cierta paz con la llegada de un nuevo médico que implanta nuevas y renovadoras ideas. La influyente viuda (María Asquerino) que preside el patronato del que depende el manicomio de mujeres en el que transcurre la acción se encapricha del joven médico (Espartaco Santoni) que acaba de asumir la dirección del centro e intenta aplicar a sus pacientes métodos más humanos y modernos. Las innovadoras ideas del nuevo doctor chocarán con la brutalidad que encarna el guardián del mismo (Paco Rabal), que además abusa de las internas e incluso las prostituye a terceros. Mientras tanto, crece el interés del joven médico por una atractiva paciente, Tania (Analía Gadé), que sufre un desequilibrio por haber presenciado la muerte de su madre durante un exorcismo, de la que se enamora y cuya patología logrará hacer aflorar, encaminando a la enferma hacia su curación.
La película pasó la censura interior sin demasiados problemas y rápidamente se empieza a distribuir por los cines españoles en los meses siguientes. Tenía también una versión internacional, con el mismo reparto pero con las actrices mucho más ligeras de ropa, que llevaba el título de 'The Exorcism's Daughter' ('La hija del exorcismo') en Estados Unidos y en Italia 'Aberraciones sexuales en una cárcel femenina'. Además incluía una escena en la que el guardián y el barbero celebran una orgía con cuatro internas, que no estaba en la versión española. Esta otra versión se envió a los mercados europeos. Hasta aquí todo normal.
En enero de 1973, el cine Yago de Santiago de Compostela anunciaba el estreno de 'Las melancólicas'. Cuando el segundo lunes del mes se comienza a proyectar, los espectadores se quedan perplejos. Están viendo una película española con escenas inauditas nunca vistas en una pantalla. Pero nadie protesta, ni se altera o se escandaliza. Aquellos primeros espectadores recomiendan a familiares, amigos vecinos que acudan raudos a contemplar aquella cinta, tan osada como las que muchos habían visto en los cines de Biarritz en una escapada de fin de semana. La voz va de boca en boca y al segundo día se agotan las entradas. Al cuarto se han fletado ya autobuses desde toda Galicia para acudir al cine Yago de Santiago de Compostela. «Los asistentes se quedaron pasmados», recordaría años después en la prensa Luis Rivero de Aguilar, entonces un estudiante de Farmacia de 22 años que estuvo en la primera sesión del primer día de proyección en el cine Yago. «La gente permaneció en silencio durante el pase, pero al salir la noticia corrió de boca en boca y todos fuimos a verla como fieras». Luis Rivero, que después trabajaría en la Cadena Ser, rememora cómo «nos dimos cuenta de que se habían equivocado de copia y nos llamaron tanto la atención aquellas escenas sin censurar que, al salir del cine, avisamos a todos nuestros amigos. Empezó a ir todo el mundo, hombres y mujeres, se formaron colas en la calle y el cine se llenó».
Aquella copia destinada al extranjero de 'Las melancólicas' estuvo casi una semana proyectándose en Santiago de Compostela. Todos se percataron que estaban viendo la copia equivocada pero nadie decía nada. Hasta que las autoridades se dieron cuenta del asunto y se rompió el encanto. Parece ser que la equivocación estuvo en que aquella copia cuyo destino era Santiago, iba dirigida a Santiago de Chile, y se envió por error a Santiago de Compostela. La equivocación la recogió la prensa de la época con gran regocijo. El mítico crítico Alfonso Sánchez publicaba: «Debe consignarse el dato, por elocuente, de que su proyección no determinó nada anormal. Fue vista en absoluto silencio. Siempre he pensado que nuestro público está mejor preparado de lo que se sospecha». La marea contra la censura era ya imparable. El Boletín Oficial del Estado publicaría meses después nuevas normas de censura en las que se autorizaría que se mostrase algún pecho femenino siempre que fuese «por exigencias del guion».
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